*Capítulo 29*

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*Isabella*

Con la mano que tenía en mi espalda, asió con más precisión mi cuerpo. Nuestros labios se rozaron tentativamente. Yo respiré hondo sobre su boca.

Cuando ambos nos miramos, no pude descifrar la expresión de sus ojos...

—Sirena, yo...

Él se expresó con un murmullo ronco y yo sentí su cálido aliento sobre mi boca. Si se acercaba un poco más, sólo unos milímetros, sentiría el movimiento de sus labios contra los míos.

Al pensar en eso sentí un calor abrasador.

—No te detengas.

Sus ojos se oscurecieron al oírme y acto seguido, tomó mis labios con firmeza. Su boca era húmeda y ardiente, y moviéndose suavemente sobre la mía, hacía vibrar mi cuerpo. De pronto, él tomó delicadamente mi cabeza entre sus manos y rozó mi lengua, acariciándola, y penetró en mi boca, reclamándola con una insistencia que me dejó sin aliento. La cabeza me empezó a dar vueltas y se me formó un nudo en el estómago.

Antes había besado a otros hombres, pero nunca ninguno me había besado así. Era un sensación impactante, abrumadora, excitante. Él retrocedió sin soltarme, no sé en qué momento había abierto la puerta atrás de él, pero me haló hacia adentro tomando mi cintura, y al cruzarla, me giró y la cerró con el pie. Sin dejar de besarnos, me llevó hacia el piano donde nos detuvimos apenas unos segundos para que él me tomara por la cintura y me levantara y sentara encima del piano. Me sentía impotente ante la fuerza de Malik, y comprendí que era una sensación placentera.

Automáticamente abrí mis muslos para que él entrara en medio y volvió a tomar mi boca con la misma pasión de antes; tomando mi trasero, me deslizó más cerca de su pelvis y mi vestido se alzó por defecto hasta mis caderas. Rodeé su cuello con mis brazos y lo presioné contra mí. Lo quería cerca. Lo más cerca posible. Aunque ya no hubiera espacio que nos separara, mis senos estaban presionados contra su pecho. Me asustó el intenso deseo que tenía de arrancarle la ropa para sentir su piel desnuda, y para contenerme, acaricié y presioné con mis dedos en la piel de su nuca, haciendo que él reaccionara sofocando una exclamación de placer.

Me alegró saber que yo no era la única afectada por el beso que nos estábamos dando.

De pronto él colocó una mano sobre mi pecho.

Entonces fui yo quien sofocó una exclamación de placer.

Aunque la tela y el brasier se interponían en un contacto directo, sentí la fuerza y el calor de esa mano con una intensidad que me asombró. Mi pezón se hinchó como suplicando que lo acariciara. Todo era una sensación nueva para mí porque nunca había dejado que un hombre llegara tan lejos. Era tan virgen que cada cosa nueva que sentía me abrumada a sobre manera. Su mano empezó a acariciar el alrededor de mi pezón y la tentativa de que llegara a al centro me estaba volviendo loca. Mis partes íntimas se tensaron y empezaron a pulsar, produciéndome un dolor sordo, una profunda excitación, al ritmo de sus caricias.

Él finalmente deslizó el pulgar sobre mi pezón, oprimiéndolo, y mi cuerpo estalló en llamas. Alcé la mirada y solté un suspiro de placer.

A ese punto ya no podía pensar, sólo sentir. Me aferré más a él, devolviéndole el beso con creciente abandono, dejando que él acariciara mi pecho...no, encantada de que lo hiciera. Aturdida, comprendí que mi cuerpo estaba temblando y que mi cuerpo se arqueaba de deseo contra su pecho y el lugar íntimo entre mis muslos empezaba a humedecerse....

Malik me atrajo de nuevo contra su pelvis, tomando mi trasero y deslizándolo por el piano, y sentí el miembro masculino, duro e hinchado de deseo por mí, rozar mi zona húmeda. Instintivamente quise restregarme contra él. Mi zona suave y delicada contra su erección.

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