*Capítulo 33*

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Mi padre me echó una profunda mirada en silencio. No sé qué pasó por su cabeza, pero en ese momento se rindió. Bajó la mirada por un momento con un largo suspiro y al alzarla de nuevo se acercó a mí colocó cariñosamente sus manos en mis hombros.

—Voy a dejar que tomes tus propias decisiones, corazón—empezó a decirme con tono suave—, pero quiero que sepas que te amo y estaré pendiente de ti siempre.

Me da un beso en la frente.

—Espero me perdones un día.

Lo miré a los ojos y estuve segura que no mentía, que en realidad me quería. No era posible que alguien pudiese fingir tan bien. Pero lo que había hecho no era fácil de olvidar y no estaba lista para darle otra oportunidad. No por ahora.

Me quedé callada conteniendo las lágrimas con mucho esfuerzo.

—Si tienes algún problema no dudes en llamarme. Vendré por ti enseguida.

Aquello último lo dijo echando una fugaz y amenazadora mirada hacia Malik.

Entonces se apartó de mí, me sonrió una última vez y giró para irse. En cuanto la puerta de la entrada se cerró detrás de él, mis piernas perdieron fuerza y tuve que sentame en una silla cercana. Llevé la manos a mi rostro preguntándome si había hecho lo correcto. Me sentía terrible por haber hechado a mi propio padre de la casa.

Malik me siguió y se detuvo, cruzando los brazos y observándome con expresión pensativa. Alcé los ojos.

—¿Qué? —le pregunté.

— ¿Aún piensas seguir confiando en él?

Volví a respirar hondo para calmarme.

—Es mi padre—le respondí como si eso fuese suficiente explicación, pero luego recordé que probablemente Malik no entendería la relación que tengo con mi familia. Además, él odiaba a mi padre. —Es tan importante para mí como lo fue tu primo para ti.

—Mi primo no intentó asesinarme.

«Auch...»

—Lo sé, pero creo que cambió. Después de todo, sigo aquí.

—Yo no creo que haya cambiado—dijo fríamente, y eso empezaba a molestarme.

No sé qué pretendía, ¿que odiara a mi padre como él lo hacía?... estaba siendo bastante insensible con esto, pero ¿qué podía esperar de alguien que no sabe lo que es tener una familia de verdad? Supongo que cree que puedo ser como él y ponerlo en una lista negra y nunca más hablarle y ya está, cuando en realidad lo que necesitaba era un poco de consuelo.

No tenía ánimo de explicarle nada de esto, así que solo me levanté y le dije:

—A veces puedes ser un tremendo idiota.

Y me fui.

Dejé de hablarle a Malik a partir de entonces, él intentó acercarse a mí varias veces pero yo me alejaba. De alguna forma eso se había vuelto mi forma de castigarlo desde la última vez que lo hice y me di cuenta que mi silencio lo enloquecía.

Él, orgulloso, decidió tampoco hablarme, pero podía notar cómo cada vez que me miraba se irritaba a sobremanera. Pasaron tres días así, hasta que finalmente llegó a mi puerta una noche. Tocó con fuerza y al principio creí que era Hamid queriendo sacar algo del armario antes de ir a la otra habitación donde pasaba la noche, pero no. Era Malik. Y se lo veía cansado como si le costara mucho dormir, el cabello alborotado, y la cabeza inclinada hacia un lado, obervándome como un cachorro rendido.

— ¿Puedes explicarme qué fue lo que dije que te molestó tanto?

Quise concentrarme en su rostro, pero tenía puesto únicamente un calentador gris que apenas y le cubría la cadera. Alcé mi cejas y mis ojos viajaron inevitablemente por ese cuerpo atlético frente mí antes de volver a su rostro. El impacto de su cercanía me dejó un poco aturdida y cuando quise responderle con firmeza, no pude.

BASTARDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora