*Malik*
—¿Qué tan lejos está? —preguntó Lucas mientras yo conducía y aceleraba casi al límite.
—No tan lejos. —dije
—¿Y estás seguro que no es una trampa? ¿Qué tal si tu hermano te mintió? —dudó Lucas
—No lo hizo. Me habría dado cuenta—afirmé con convicción.
—Espero que tengas razón.
Lucas cerró el tema ahí y yo me concentré cien por ciento en el camino. Estaba centrado en alcanzar mi objetivo, en asegurar que Isabella estuviera a salvo. Descuidé algunas normas de tránsito, pasé semáforos en rojo, me deslicé por las aceras en giros prohibidos, rebasé algunos coches, y superé con creces el límite de velocidad. A pesar de las reiteradas peticiones de Lucas para que me tranquilizara, no podía hacerlo. Sentía en lo más profundo de mi ser que algo saldría mal si no llegábamos a tiempo.
Llegando a la casa, estacioné bruscamente en la acera sin preocuparme por parquearlo bien, accioné el freno de mano y salí apresuradamente. Lucas me siguió de cerca. Al acercarnos a la puerta principal, toqué el timbre repetidamente, pero no obtuve respuesta alguna.
—¡Isabella! —grité.
El silencio persistía. Continué golpeando la puerta con fuerza, esperando que Isabella respondiera. Continué golpeando la puerta.
—¡Isabella, ábreme!
La impotencia y la angustia se apoderaban de mí. Estaba a punto de elevar mi voz a un grito desgarrador cuando Lucas me detuvo, colocando una mano firme en mi hombro.
—Tranquilízate —me pidió con seriedad. Reconocía que no estaba actuando racionalmente cuando se trataba de ella. Asentí con resignación y le di la espalda, dejándole el control de la situación.
—Isabella—llamó Lucas con voz calmada, controlada—. Princesa, soy yo, Lucas. Estamos aquí para ayudarte. Si nos oyes, por favor, ábrenos la puerta.
Transcurrieron unos tensos segundos, y Lucas volvió a intentarlo. Sin embargo, el silencio persistió, aumentando mi ansiedad.
—Ya no puedo esperar más—dije, tornando y pateando la puerta con todas mis fuerzas. La puerta cedió y se abrió violentamente hasta golpear la pared interna.
Entré primero, con Lucas pisándome los talones. Al cruzar el recibidor y adentrarnos en la sala, una sensación de terror se apoderó de mí cuando vi a otra persona en vez de a Isabella. Pero no dudé ni un instante y apunté mi arma directamente a la cabeza de Makari.
—¡¿Qué le has hecho?! — exclamé con furia desatada.
Makari, sentado con desenfado en el sofá, me observaba con una sonrisa maliciosa en los labios. Sostenía una copa de vino en la mano, probablemente tomada de la cocina hace pocos minutos.
—Vaya sorpresa — dijo plácidamente mientras alzaba los pies sobre la mesa de centro —. Esperaba ver al príncipe Hamid, pero esto es mejor. Acabas de ahorrarme mucho tiempo de búsqueda.
La ira se apoderó de mí y mi dedo apretó el gatillo en un gesto instintivo. Sin embargo, la voz de mi padre resonó desde las escaleras, interrumpiendo mi acción.
—Malik — pronunció con seriedad. Miré hacia arriba y apunté en su dirección— ¿Qué haces? ¿Vas a dispararle a tu padre? ¿A tu rey? — inquirió.
Mis emociones se mezclaron en un torbellino mientras me enfrentaba a la imagen de aquel hombre que alguna vez creí conocer. No respondí, manteniendo mi mirada fija en él, decidido. Makari también me apuntó con su arma cuando yo dirigí la mía hacia el rey, pero mi padre le hizo una señal para que no disparara.

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BASTARDA
RomanceIsabella es una mujer rebelde y más lista de lo que los hombres creen bajo esa fachada de princesa encantadora. Los hombres son aburridos para ella y está segura que está mejor sola, pero las vueltas del destino la obligan a enfrentarse a una decisi...