*Capítulo 28* Parte 1

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*MALIK*

Habíamos viajado a la capital para la ceremonia en el Palacio de Mohatto. Era temprano. Todavía se estaban levantando carpas, armando sillas y colocando flores en el patio. Lo estaba viendo todo a través de la puerta ventana del salón de estar. El cielo estaba intensamente azul, despejado, perfectamente acompañando la ocasión. El sol saturaba las grandes hectáreas de pasto verde y hasta los pavos reales parecían felices. Todo estaba resultando como debía ser. Como siempre supe que sería. Y estaba listo.

Ya no faltaba mucho para el gran momento esperado por mi padre durante mucho. Él y el rey Brandon de Inglaterra, habían decidido esto desde que tenía dieciséis años. Conocí a Anai desde entonces, y siempre pensé en ella como una mujer bella y de buenos modales.

«Será una buena esposa» me dije, obligándome a observarla mientras dirigía a los organizadores en dónde colocar cada cosa. Estaba realmente obsesionada con el cómo se vería todo, pero si me centraba en lo positivo, podría decirse que era alguien muy segura de lo que quería.

Además, siempre que hablaba conmigo, era bastante respetuosa y nunca me refutaba si le pedía algo, «no como cierta chiquilla...» de pronto, la imagen de una princesa de sedoso pelo negro largo hasta la cintura y mejillas sonrosadas se filtró en mis pensamientos. Comenzaba a ser preocupante y molesto lo constante que se estaba volviendo eso. Lo corregí rápidamente sacudiendo la cabeza y apreciando el cuerpo de mi futura esposa que no tenía nada que envidiar al de otras mujeres.

—¿Listo para el gran día? —preguntó mi padre por detrás y me volví hacia él

—Como siempre lo he estado—le respondí

—Esto será muy bueno para el reino—murmuró mientras admiraba los arreglos en el patio—. Ya lo verás, hijo, Pakestania se convertirá en el reino más grande, poderoso y rico de todos.

—No tengo duda de eso. Siempre has obtenido todo lo que te has propuesto.

Me miró con una sonrisa de satisfacción.

—En serio me enorgulleces. Ojalá tus hermanos fueran al menos la mitad de lo que tú eres.

—Sólo cumplo mi deber como tu hijo.

—Y lo haces perfectamente—congratuló.

Luego buscó un lugar donde sentarse. Terminó echándose en un sillón grueso dentro de la sala. Yo me quedé parado en el mismo lugar con las manos en los bolsillos, esperando saber si quería que me fuera y lo dejara solo o si deseaba continuar con la conversación.

—He notado como últimamente las cosas no son como antes—continuó hablando, así que saqué la botella de brandy del bar y nos serví una copa antes de tomar asiento en el otro sillón frente a él—. Los príncipes y las princesas, hoy en día hacen lo que quieren, y con lo que hizo ese miserable de Adam, aún más. Los burgueses se unen con los plebeyos...eso ya era absurdo, pero ¿nobles con plebeyos?... la gente se está volviendo loca. ¿No te parece?

En ese momento no pude evitar pensar en Isabella y lo molesta que se había puesto por esa distinción. Ella no creía en eso. Pero ¿qué importaba lo que ella pensara o creyera?

—Sí, una locura—respondí tranquilamente, bebiendo un sorbo de mi brandy—. Aunque, supongo que debiste hacer una excepción con Hamid para tener la colaboración con Isabil.

Mi padre se echó a reír.

—No seas ingenuo, Malik. Yo no necesito una colaboración con Isabil.

—Pero, ¿entonces...

—A veces hay que dar un paso atrás para luego dar dos adelante.

Entrecerré los ojos, observándolo, tratando de entender lo que pasaba por su mente: —¿Qué planeas?

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