*Isabella*
De repente, mientras avanzaba por uno de los pasillos, percibí los pasos de varios hombres. Instintivamente, me pegué a la pared y los observé correr a toda prisa, sin percatarse de mi presencia. Susurros apresurados hablaban de la necesidad de refuerzos para la boda. ¿Por qué necesitarían refuerzos en una boda? Sea cual fuese la razón, su distracción estaba resultando en una reducción de la vigilancia, lo cual me beneficiaba. Pasaron sin notar que estaba escondida.
Recordaba con claridad las palabras de Makari, indicando que llevaran a Hamid a la celda número tres. Con esta información, me abrí paso por los pasillos laberínticos, utilizando en un principio mi memoria para orientarme, y luego dejándome guiar por mi intuición. La mayoría de las celdas que encontraba estaban vacías, lo cual insinuaba que esta no era una cárcel común. Probablemente la utilizaban para retener o torturar personas de forma ilegal. Ya nada me sorprendía de este rey corrupto y cruel.
Finalmente, llegué a un cruce de pasillos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, como si supiera que estábamos cerca del desenlace de esta búsqueda. Miré a ambos lados, tratando de recordar si este era el camino correcto. Después de unos momentos de duda, me decidí por el pasillo de la derecha. Cada paso que daba resonaba en el silencio de aquel lugar, y el eco parecía burlarse de mis expectativas.
A medida que avanzaba, la celda número tres finalmente se materializó ante mí. Un destello de esperanza iluminó mi interior. Me acerqué con cautela, mis sentidos alerta ante cualquier posible amenaza. Y allí, tras los barrotes oscuros, estaba Hamid. Sus ojos se alzaron hacia mí, llenos de sorpresa. De seguro no se esperaba que yo viniera a rescatarlo, pero me daba igual lo que él pensara, me daba gusto saber que aún estaba bien.
Di un paso adelante y él se apresuró a levantar su mano, como haciéndome un desesperado gesto de que no avanzara más; tampoco hizo algún sonido por lo que me dio a entender que había alguien más en la habitación al que no quería advertir mi presencia. Me quedé quieta. Luego él señaló el baño a un costado de la habitación y pude oír a alguien silbar.
Asentí para que supiera que lo entendía.
Mi corazón se hundió al saber que iba a ser necesario un enfrentamiento, pero ya había llegado bastante lejos y no me iba a rendir ahora.
Me acerqué un poco más, mis ojos encontrándose con los de Hamid quien parecía intranquilo de verme ahí.
—Yo me encargo—susurré
—Tienes que irte—me respondió, acercándose a los barrotes para no gritarme como sentí que quería hacerlo.
Entonces noté el alcance del brutal maltrato que había sufrido: un párpado hinchado casi cerrándole el ojo. Los labios estaban ligeramente inflamados y cubiertos de costras de sangre seca, mientras que moretones y contusiones marcaban las mejillas y la mandíbula, además de las pequeñas laceraciones que decoraban la frente. A pesar de las lesiones, el rostro seguía mostrando una determinación inquebrantable aparentemente muy común en los dos hermanos Escarlata.
Haciendo caso omiso a sus palabras, le sonreí con ironía tratando de no reaccionar demasiado a su estado, para que pensara que esto no me asustaba. Aunque en realidad estaba muerta de miedo.
—¿Acaso no confías en mí? —pronuncié con un tono calmado.
Mi mirada luego se desvió al arma que sostenía en mis manos, recordándome que tenía una oportunidad de ganar esta lucha.
Me escondí a un costado de la salida del baño a la vez que oía el sonido de la válvula. Entonces el hombre salió del baño y en cuanto estuve detrás de él, con un movimiento rápido pero controlado, levanté el arma y lo apunté hacia él. Casi podía sentir el latido de mi corazón en mis dedos mientras sostenía el arma con firmeza. Mis manos temblaban ligeramente, una mezcla de ansiedad y anticipación.
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BASTARDA
RomanceIsabella es una mujer rebelde y más lista de lo que los hombres creen bajo esa fachada de princesa encantadora. Los hombres son aburridos para ella y está segura que está mejor sola, pero las vueltas del destino la obligan a enfrentarse a una decisi...