—Dijiste... ¿muerta?
Tenía que repetirlo para asimilarlo. Malik asintió confirmando que lo había oído bien.
El rey del país en que residía, o en otras palabras, el hombre con mayor poder en todo el reino: me quería muerta. ¡Muerta!
Sin esperar otra señal de mi parte, Malik empezó a explicarme las razones por las que su padre quería acabar con mi vida. Entonces me di cuenta que todo había sido planeado desde el momento en que me casó con su hijo. El rey Gonzag nunca quiso o le importó la alianza con mi reino. Su único objetivo siempre fue poner a su hijo Hamid en el trono de Isabil. Claro. Era a esto a lo que se referían mis padres con que el rey Gonzag era un hombre muy peligroso.
Ese hombre era un rey desalmado y sin escrúpulos capaz de hacer lo que sea necesario para conseguir lo que quería.
De todos modos, de algún modo me había convencido de que, al menos al ser una princesa, mi vida estaría segura. Pero no. A Gonzag le daba igual quién era yo.
—¿Desde cuándo sabes esto? —exclamé
No sabía si estaba preparada para una respuesta a eso, pero tenía que saberlo. Tenía que saber si Malik supo la verdad todo el tiempo que estuvo conmigo. Si yo estuve compartiendo los momentos más íntimos de mi vida con alguien que sabía cuál sería mi destino.
La sola idea de que así fuera, me repugnaba.
—Desde ayer—respondió
Lo miré insegura, pero él se levantó con su mirada fija en la mía.
—Lo juro, sirena. —atenuó con dureza, como afligido porque le creyera—. No supe nada hasta ayer en la noche.
Dudé por unos segundos más, pero viendo su rostro y dado el hecho de que me trajo aquí para alejarme su padre, le creí. Lo cual fue también un alivio.
—¿Y a dónde me llevas? —pregunté.
—A tu hogar. Con tu familia.
—Pero tu padre no me dejará salir del país, ¿No es así?
—Tengo muchos medios que mi padre no conoce. Un amigo nos ayudará con su avioneta para llevarte a Isabil mañana en la mañana.
—Cuando tu padre sepa que me ayudaste...—reflexioné con una desesperación incipiente.
—¿Te preocupas por mí, sirena? ¿A pesar de lo que mi familia quiere hacerte?
La boca de Malik se crispó casi con ternura.
Si me estaba dando ahí una oportunidad para retractarme, no la tomé. Tal vez a él le habían enseñado a ocultar lo que sentía, pero yo no era así. Y la verdad era que Malik me importaba.
—Sí—respondí sin ligereza, después estiré el brazo y cogí su mano con la esperanza de transmitir de algún modo lo mucho que eso me angustiaba —. Yo no creo que seas como él.
Bajó la mirada.
—Quizá me tienes demasiada fe. —murmuró.
—Malik... ¿Qué pasará cuando regreses y sepa lo que hiciste?
Sus dedos apretaron los míos, se llevó mi mano a su boca y besó el dorso de mis nudillos. Me quedé en silencio al mirar su cabeza inclinada sobre mi mano. Cuando su boca acarició mis nudillos, el corazón comenzó a martillearme en el pecho. Malik tenía unos labios cálidos y firmes y sentí su aliento en mi piel. Me recordaba lo que se sentía esos mismos labios en mi cuerpo y me estremecí. Malik le dio vuelta a mi mano y se la quedó mirando como si quisiera memorizar la curva pálida de mi palma, o la esbeltez de mis dedos. Acarició la palma con el pulgar y se me secó la garganta. Después, levantó la cabeza de repente y me pilló desprevenida al mirarme a los ojos.
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BASTARDA
RomanceIsabella es una mujer rebelde y más lista de lo que los hombres creen bajo esa fachada de princesa encantadora. Los hombres son aburridos para ella y está segura que está mejor sola, pero las vueltas del destino la obligan a enfrentarse a una decisi...