—¿Cuándo será la boda? —preguntó un reportero
—Aún no tenemos la fecha—respondí vagamente.
—Pero probablemente será en febrero—intervino Anai con una blanca sonrisa.
Después de la ceremonia de anuncio de compromiso, siguió la rueda de prensa en un salón dentro del palacio. Para este momento ya no sólo eran camarógrafos sino cámaras de video de canales de televisión y canales online, farándula, revistas, periódicos y cualquier otro medio que buscara la primicia de la gran noticia. Desde el momento que entré ahí, ya quería irme.
—¿Pasó algo especial entre ustedes el mes de febrero para querer hacerlo en esa fecha? — lanzó con inmediatez la pregunta, una mujer muy astuta y decidida a obtener información más personal de nosotros.
—No—respondí seco, mirándola directamente a los ojos.
Si con eso no lograba intimidarla para que dejara de hacer ese tipo de preguntas, no sé qué lo haría; sin embargo, Anai se acercó rápidamente al micrófono del podio, prácticamente haciéndome a un lado como si le estorbara:
—Él se refiere a que hemos tenido muchos momentos especiales, no podríamos decir que sólo en febrero. Pero es un mes muy romántico por ser el mes del amor y creemos que podría ser una buena opción.
La reportera insistió:
—Y si no es en febrero, ¿qué otra fecha les gustaría?
—Como ya lo mencionamos antes, aún no tenemos fecha exacta, pero esperamos que sea pronto. No podemos esperar por unir nuestras vidas y hacer una familia—contestó Anai, con mucha clase.
—¿Entonces ya pensaron en niños? —preguntó otro.
Abrí mis labios, pero no supe qué responder.
—Por supuesto—intervino Anai nuevamente—. Es decir, no en los primeros años, pero sin duda queremos tener príncipes y princesas corriendo por toda la casa, y que el vacío de las paredes se llene con sus risas y pasos juguetones.
En respuesta a eso, hubo un coro de gente enternecida.
Me sobé la nuca.
Nunca creí que esto sería tan difícil.
Seguir órdenes no era un problema para mí cuando se trataba de otros asuntos, pero el tema del romance y la familia no eran muy familiares para mí; no era como si mis padres fuesen un gran ejemplo de ello. Lo más cercano que había visto a mi padre mostrarle afecto a su esposa, fue cuando le dijo «ya no estás tan gorda como antes», y eso fue porque hace tres meses había acabado de dar a luz al último de mis hermanos. Y a mi madre no le gustaba pasar mucho tiempo cerca de mi padre, ella usualmente prefería reunirse con sus amigas o encerrarse en la habitación, casi nunca se acercó a nosotros porque mi padre decía que su mimación iba a volvernos chicos sensibles y llorones. Con el tiempo, dejó de intentarlo, y se convirtió en una mujer silenciosa y distante a la que apenas conozco.
No sabía cómo debía actuar o cómo debía expresarme en estas situaciones. Al fin y al cabo, era nada más que un show para el pueblo. En la nobleza todos sabían que lo que en verdad importaba eran las riquezas que le traerían al reino y de eso sí podía decir mucho, pero los reporteros estaban claramente interesados en nuestra vida personal y no en eso.
En ese caso, sin duda Anai estaba más preparada para esto que yo, no sólo respondía rápidamente a todas las preguntas, sino que lo hacía con un encanto y una poesía que dejaba conmovido a todos los presentes. Por eso me limité a apretar los labios y asentir. Lo hice en casi toda la entrevista, ya que Anai lo desarrollaba perfectamente sin mí.
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BASTARDA
RomanceIsabella es una mujer rebelde y más lista de lo que los hombres creen bajo esa fachada de princesa encantadora. Los hombres son aburridos para ella y está segura que está mejor sola, pero las vueltas del destino la obligan a enfrentarse a una decisi...