*Capítulo 46*

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*Malik*

Estábamos entrando en la temporada más calurosa de la capital, pero la agenda social no se detenía, al menos para los nobles no. Ellos podían tener aire acondicionado en sus grandes salones y refrescar a la multitud de ricos que llegaban a las reuniones con sus finos trajes y petulantes actitudes. Era una lástima que justamente en la fiesta del duque de Argodha, el aire se hubiera dañado y los invitados tuvieran que entregar sus sacos a los sirvientes para que los llevaran al "closet de los sacos".

También era una lástima que los sirvientes no fueran sirvientes, sino ladrones, y que los sacos que llevaban les permitiera esconder todo tipo de joyería, billetera y carteras que hurtaban con sus hábiles manos.

Aunque no era una lástima en realidad, si era yo, quien los dirigía.

Desde el balcón donde los observaba, mis labios se curvaron al ver que todo iba según el plan.

Me tomó algunas semanas enseñarles a estos bribones a comportarse, por lo menos, como sirvientes de la alta sociedad para que fueran convincentes al mezclarse con los nobles, pero al final valió la pena. Ellos eran excelentes ladrones, pero necesitaban de alguien inteligente que los guiara de manera más organizada, que les enseñara a buscar calidad y no cantidad.

Hace algún tiempo que sabía que se haría este evento y supe de inmediato lo que eso se traducía en valores económicos. Cada invitado debía llevar encima por lo menos 10000 xx entre joyas y ropa. Incluso mis hermanos que llegaron como invitados fueron víctimas de mi plan, pero ellos estarían bien, no necesitaban el dinero como yo.

Fui lo bastante meticuloso para moverme sin que ninguno de mis hermanos me notara; de hecho, en los últimos seis meses me había vuelto mucho más hábil en moverme sin ser detectado. Se aprende muchas cosas en las calles. Afortunadamente ya me había ganado el respeto de algunos hombres del bajo mundo y pude acudir a ellos cuando escapé el día que Makari me llevó de vuelta al palacio.

Giré sobre mis talones y entré a la habitación donde estaba mi verdadero objetivo, un conjunto de rubíes que el anfitrión había heredado de su familia. Una familia que había creado su riqueza a base de comercializar mano de obra barata plebeya.

Tomé lo rubíes que había dejado con descuido en un cofre encima de la cómoda y los guardé en mi bolsa. Eso era lo principal, el resto eran complementos. Una leve sonrisa asomó cuando pensé en el valor aproximado de este botín. Finalmente con esto y más dinero que había recaudado robando a nobles, mi organización tomaría fuerza, y pronto seríamos imparables.

Al reunirnos todos en la guarida -que era une almacén de colchones abandonada- y ver lo que habíamos logrado, tuvimos que celebrarlo. Esa noche bebimos hasta el cansancio y rompimos muchos jarros. Pero hubo un momento en que quedé tirado en el sofá observando a mis colegas mientras bailaban con algunas mujeres; unas que solo venían aquí a divertirse, y otras que trabajaban para mí. A todos se los veía contentos y esperanzados de convertirnos en los que les había prometido "Seremos ricos y poderosos" les aseguré, y sabía que podía conseguirlo ya que, a diferencia de ellos, yo sabía perfectamente cómo funcionaba el mundo de los ricos y poderosos, sabía todas sus mañas, sus debilidades y sus fortalezas. Y en cierta forma era inmensamente satisfactorio que estaba logrando lo que me había propuesto, pero lo fuera aún más si tan solo podría olvidarme de ella. Sin embargo, no había alcohol en el mundo que me la sacara de mi cabeza, ni que borrara la imagen de la última vez que la vi desplomada en la oscuro y frío concreto de la carretera mientras uno de los agentes la apuntaba a la cabeza.

—Si sigues apretando así esa botella terminarás quebrándola en tu mano y no tengo ganas de suturar tus heridas hoy—lagartija interrumpió mis pensamientos sentándose a mi lado.

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