*Malik*
Estaba a pocas horas de iniciar mi boda y salí de la ducha, la toalla enrollada alrededor de mi cadera. Al encontrarme con mi reflejo en el espejo, me vi a mí mismo, pero era como si fuera otro hombre. Un rostro cansado, ojos hundidos y labios resecos reflejaban las noches sin descanso que había tenido. No podía evitar que mi mente se inundara de preocupaciones, especialmente por Isabella. Hasta ahora, había llevado con éxito a los hombres de Adam a Pakestania, incluyendo al propio Adam, a pesar de las advertencias del viejo de que era mejor que él no se arriesgara a venir personalmente. Pero Adam insistió, y su razón era comprensible: ¿cómo podría quedarse con los brazos cruzados y simplemente esperar a que rescaten a Isabella cuando se trataba de su propia hija?... Aun así, en mi interior, había una chispa de duda a todo esto, porque nada aseguraba que nuestro plan funcionaría sin problemas. Si mi padre llegaba a sospechar algo, las consecuencias serían devastadoras para todos.
Minutos después, un empleado entró para ayudarme a ponerme el sherwani, una prenda magnífica y colorida, con bordados y piedras preciosas que contrastaba con mi ánimo sombrío. Aun así, traté de mantener las apariencias, ocultando mis preocupaciones bajo una sonrisa forzada como siempre lo había hecho.
Fuera del vestíbulo, los invitados esperaban ansiosos el inicio del Nikah. El patio trasero del palacio estaba magníficamente decorado, y mi padre se había esforzado en preparar todo en tiempo récord, sorprendiendo a la prensa y a la población entera con la noticia de que su príncipe se casaría más pronto de lo esperado. Pero, después de todo, ¿quién podría desafiar al rey? Sus deseos eran órdenes, y esta unión debía llevarse a cabo sin demora.
Mientras me dirigía hacia el lugar donde se llevaría a cabo la ceremonia, me topé con una sorpresa inesperada: mi padre esperándome justo antes de ingresar al salón. Sus ojos se encontraron con los míos, y en ese instante supe que no era un encuentro casual. Sin decir una palabra sino con un simple gesto con su mano, pidió a los hombres que me acompañaban que se retiraran, y obviaron sus órdenes sin cuestionar.
—Finalmente—empezó a decir cuando quedamos a solas, su voz cargada de una mezcla siniestra de satisfacción y poder. Desde otra perspectiva, sus palabras podrían haber sido interpretadas como el aliento que un padre da a su hijo antes de dar un paso tan importante como el matrimonio, acompañado de consejos y bromas para aliviar la tensión. Pero en nuestro caso, nada era normal. Mi familia, mi padre, no eran corrientes. Estaba claro que este encuentro no tenía intenciones amorosas, sino que buscaba reafirmar su control sobre mí, un recordatorio de que él era el rey y su palabra era ley.
—No lo vayas a arruinar —me advirtió amenazante, como sabía que lo haría. Observé cómo sus ojos me escudriñaban, buscando señales de mis intenciones, si acaso tenía alguna maquinación oculta. Sé que había perdido su confianza después de mi traición, y ahora quería asegurarse de que yo cumpliría con su plan sin desviarme un ápice. Pero, esta vez, no cedería ante sus juegos mentales. Mantuve la compostura, ocultando mis pensamientos. Solo le mostré un rostro serio y determinado.
—Haré lo que pidas siempre y cuando cumplas con tu parte del trato— respondí, dejando en claro que no estaba dispuesto a someterme ciegamente a sus órdenes sin obtener garantías sobre la seguridad de la princesa.
—Ah, sí, claro, claro, la niña esa...—balbuceó aburrido, y aquel tono desentendido no me gustó nada.
—Ella está bien, ¿verdad? —exigí y él continuó evasivo.
—Enserio te gusta, ¿eh? ¿Quién lo diría? ... siempre creí que de mis hijos tú eras el más inteligente.
—¿Está bien o no? —repetí, apretando los dientes ante su desesperante falta de claridad. Pero mi padre no parecía dispuesto a responder con facilidad, disfrutaba alargando mi incertidumbre.
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BASTARDA
RomanceIsabella es una mujer rebelde y más lista de lo que los hombres creen bajo esa fachada de princesa encantadora. Los hombres son aburridos para ella y está segura que está mejor sola, pero las vueltas del destino la obligan a enfrentarse a una decisi...