*Capítulo 39*

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Fuimos invitados a la fiesta de cumpleaños del rey que sería en dos semanas, en el palacio.

—¿Tenemos que ir? —pregunté a Malik mientras giraba sobre la arena para elevarme con mis antebrazos y verlo a la cara. Él usaba los suyos detrás de su cabeza, como almohada, de forma relajada.

—Es el cumpleaños del rey y Hamid y yo somos sus hijos. Estamos obligados a ir.

—Sí, pero...¿No hay alguna forma de evitarlo?

La respuesta era obvia, pero valía la pena intentarlo. Detestaba ver a ese hombre. Mucho más después de saber más detalles sobre lo horrible que era y aún es. No me agradaba la idea de ir a felicitarlo por su cumpleaños.

—Pensé que querías conocer a mis hermanos.

Sonreí.

—Sí, a ellos sí.—bajé la mirada—. Pero tu papá...

Malik tomó mi barbilla con su índice y pulgar y la alzó.

—Tendrá a muchas personas a quien quiere impresonar a su alrededor. Apenas te prestará atención. No te preocupes, la pasarás bien.

Dicho eso, me acercó a él y me besó. Un beso que al inicio pretendía ser un gesto tranquilizador, pero que luego se convirtió en algo más profundo y apasionado. Me recostó sobre la arena girando su cuerpo encima de mí y siguió besándome, tocándome y acariciándome. Tuvimos sexo en la playa.

Los límites se disolvieron entre nosostros. Fue casi imposible seguir conteniéndome después de haberme acostado con él; como una pareja en luna de miel, buscábamos la forma de pasar tiempo juntos. Por las noches iba a mi habitación; por el día, nos encerrábamos en su despacho. Él era mi adicción.

En una ocasión, durante mis clases con la señora Johansson, se asomó al salón para hablar conmigo. A la señora Johansson no le gusta ser interrumpida, pero siendo su príncipe quien lo exigía, me dio permiso para salir asintiendo la cabeza.

Cuando llegué al pasillo, él me estaba esperando fuera de la vista de mi institutriz, con la espalda arrimada a la pared.

—¿Qué sucede? — pregunté.

Me sonrió con la mirada, me atrajo hacia él tomándome del la mano y me giró contra la pared. Su mano quedó junto a mi oreja y su rostro muy, muy cerca del mío.

—¿Qué haces? Nos pueden ver.

En vez de responder, tomó mis labios con su boca y yo inevitablente correspondí ese delicioso y prohibido beso. Me reí suavemnte en sus labios y él sonrió sobre los míos también.

—Basta—dije—. Si a la señora Johansson se le ocurre asomarse...

—La despediré.

—Y le contará a todos lo que vio.

—Entonces termina ya con esas clases—mientras decía eso, su mano bajó por mi cintura hasta la suave curva de mi trasero.

Se pegó más contra mí, lo suficiente para que mi muslo rozara su pierna y se entrecruraza con las de él. Respiró el aroma de mi cabello detrás de mi oreja, como si le gustara lo que olía.

—Tú fuiste quien me metió esas clases—dije regañándolo, pero suspirando mientras disfrutaba de los besos que estaba empezando a dar en mi cuello. Luego su mano alzó mi falda y se deslizó por la zona interior de mi muslo—. Malik, no puedes...

Mi protesta fue silenciada con su boca tomando la mía. Su mano continuó acariciciando esa zona provocando que mis piernas temblaran con gusto y el calor en mi entrepierna fuera exquisito y tentador. Subió hasta llegar a mis bragas y con su dedo siguió la línea donde la tela se hundía, la recorrió lentamente de lo más bajo, hacia el punto más alto, luego bajó de nuevo, y repitió el movimiento, con el mismo ritmo, nada más rozando aquel punto de exitación y a veces deteniéndose para presionarlo un poco. Malik me besaba para ahogar cada unos de mis gemidos No podía creer que estuviera haciendo esto en el pasillo y a solo unos metros de la señora Johansson que debía estar esperándome, pero al mismo tiempo se sentía tan bien, pero TAN BIEN, que era difícil preocuparme por ello. Tal vez algo estaba mal en mí para dejar que haga con mi cuerpo lo que quiera. Como sea, esto era malditamente excitante.

BASTARDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora