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Ian salió disparado del coche

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Ian salió disparado del coche. Ni siquiera lo apagó cuando se bajó. Shawn tuvo que hacerlo y después de cerrarlo con llave siguió el camino del azabache. Estaba parado entre la puerta de su habitación y la de Ian. Dudaba de qué debía hacer, quería ir a verlo, preguntarle como se sentía, darle algunas palabras de aliento.

En el restaurante lo había visto muy afectado, no imaginaba como se debía sentir.

Después de un par de minutos se decide y camina hasta la puerta de Ian, intenta girar la perilla, pero no puede.

La cerró con llave.

—Ian—llama suave, sin obtener respuesta—. ¿podrías abrirme? —silencio—. Vamos, abre, no te molestare, solo quiero que me escuches un poco.

En verdad quería decirle que contaba con él, aunque no fueran amigos y no suelan llevarse bien, es una buena persona y quiere que Ian tenga seguridad en que puede desahogarse con él. No es psicólogo, pero no daría malos consejos, solo apoyo.

No se escuchaba nada del otro lado de la puerta. Iba a pegar la oreja en la superficie, solo para descartar que estuviera llorando. 

—¿Qué pasó?

La femenina voz de su madre detuvo sus intenciones de espiarlo.

—Nada—dice nervioso.

—¿Pelearon otra vez? —niega—¿La pasaron bien anoche?

Dios, no quería ser un jodido pervertido mientras Ian sufría en el interior de su habitación, pero su mamá lo estaba haciendo pensar en lo que pasó la noche anterior.

—Todo bien, ma—le dedica una sonrisa forzada para que no se preocupe.

Dakota lo inspecciona de pies a cabeza, sabe que le miente, pero no sabe la razón, de nada serviría preguntar, claramente el chico no le diría.

—Ian ¿Estas bien?

Pregunta con un tono elevado, no intenta entrar como lo hizo Shawn, quien se pone nervioso porque su mamá puede descubrir que no esta bien y tal vez al chico ahí dentro no le guste eso.

No porque ellos se dieran toda clase de apoyo y se comunicaran, significaba que a Ian también le agradaba hacerlo.

—Dijo que tenia sueño—da un par de pasos hacia atrás para llegar hasta su puerta.

Abre y cruza el umbral, sin despegar la vista de su madre, sabe que lo esta leyendo para saber lo que ha pasado y eso lo pone de nervios, porque no tarda en soltarle la sopa, solo porque la mirada intensa de la mujer le está quemando la piel.

—Se que algún día me enterare—asegura dando media vuelta y volviendo por donde llegó.

Bien, una preocupación menos. Por el momento.

Apenas se pierde por el pasillo, sale corriendo a la puerta del baño. Esa no la podía cerrar desde su habitación. Gira la perilla y su cuerpo choca contra la puerta.

Verde OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora