No podía explicar lo que sentía su corazón al despertar y por primera vez en mucho tiempo, lo primero que vieron sus ojos no fue el Big Ben.
Fue una brillante cabellera dorada.
Shawn dormía junto a él, le daba la espalda y su cabello ahora algo largo estaba completamente desordenado sobre el colchón, porque como siempre, al moverse tanto mientras duerme, había terminado sin almohada. También había extrañado su sueño inquieto.
Con una sonrisa se acercó hasta abrazarlo. Shawn se quejó acomodándose mejor entre sus brazos e Ian fue un poco egoísta al apretarlo contra su pecho, sabiendo que podría despertarlo, por suerte no fue así.
Sentía que podía ponerse a llorar en ese momento otra vez. No importa cuanto lo vea o lo sienta, sigue sin creerlo.
Escondió la cara entre las hebras doradas, disfrutando de la sensación tersa, suave y de aroma acogedor.
Shawn olía a hogar.
Reconfortante para su alma.
Agradecía que en ese momento lo único que podía hacer relacionado con Londres, era pensarlo. No más salir a las calles heladas y cubiertas de nieve. Su tortura de vivir con tres hombres ajenos a su habitual estilo de vida, que no se preocupaban de sí algo le gustaba o no, que solo se podían alejar un máximo de cinco metros de él. Todo había terminado.
Por un segundo pensó en Abigail. Le debía tanto, aunque fue tan renuente con ella, la chica había sido increíble y le ayudó a sobrellevar la situación. Sus horas de té y el como ella intentó introducirlo en el mundo de la repostería, aun y cuando él dijo que solo comía postres que llevaran nuez y poco porcentaje de dulce.
Pero no cambiaría nada por eso, por estar abrazado a la espalda de Shawn. Mete las manos bajo la pijama del chico, sintiendo la suave piel y como sus manos quemaban.
Su corazón desbordaba de sensaciones y sentimientos. Como si todo ese mes lejos, estuviera sacando todo a flote, todo lo que tuvo que guardar, no salía de a poco, se acumulaba en su garganta y estómago, pero de una manera que lo hacía sentir complacido.
Dejó besos sobre el pequeño espacio de hombro que quedaba fuera de la playera. Amando con locura el sonido de sus labios chocando contra esa hermosa piel.
Un celular comienza a sonar. Ian no tiene, por lo que debe ser el de Shawn. Se levanta para buscarlo. Esta en el escritorio.
Juan Mecánico
Aparece en toda la pantalla. Ve al la cama, profundamente dormido. Sigue sonando, así que soltando un tembloroso suspiro, contesta.
—¿Cómo te atreves a no avisarnos de algo así?—la voz de Ethan llega a sus oídos.
Aleja el aparato para ver el nombre otra vez. Por su mente pasaron tantos escenarios, unos tan terribles, nunca imaginó que él estaría del otro lado.
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Verde Océano
Teen FictionIan y Shawn, dos jóvenes de dieciocho años cuyas vidas siempre han estado llenas de rivalidades. Estos chicos parecen expertos en encontrarse problemas, incluso por las cosas más insignificantes, como el último sándwich de pavo en la cafetería. Shaw...