v e i n t i c i n c o

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Cuatro orangutanes

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Cuatro orangutanes. Había cuatro orangutanes sentados en su sala. Uno no lo podía evitar, también vivía ahí, lamentablemente, pero los otros tres habían sido invitados por su madre quien en ese momento se encontraba preparando la prometida comida, mientras esos tres intrusos estaban tiradotes en los sillones de su sala viendo un partido, ni siquiera era en vivo, estaban viendo un partido de hacia como dos años atrás y ellos eran los protagonistas. Era una grabación que su madre tomo en su primer enfrentamiento con otra preparatoria. 

Su madre había grabado todo, no solo el momento del juego, lo que pasó antes y después también. Se veían tan diferentes a como estaban actualmente. Jasper usaba un corte de cabello diferente, debía agradecer al cielo que lo haya cambiado, no le favorecía. Martin tenia el cabello teñido en ese entonces, unas mechas que hacían su cabello más claro, le quedaba bien, debería volver a ello, también aunque durante los partidos por obvias razones no usaba lentes, él puede recordar que en ese entonces Mark en verdad no los usaba, comenzó a frecuentarlos hasta a penas el segundo año de preparatoria. Ethan solo estaba más delgado, igual que todos, pero esa era la única diferencia que veía en el chico, su altura tampoco cambio mucho, pues en ese entonces ya era alto para su edad y se quedo así, no sabría decir cuanto media, pero no era mucho más bajo que él, incluso el pelirrojo era más bajo y ni hablar de Mark que era el de menor estatura de todos los presentes. Con él si que había cerca de los ocho centímetros de diferencia. 

Por ultimo estaba Ian. 

A través de la pantalla podía sentir el odio con el que lo veía, él creía que era más discreto que eso, pero al parecer no. No hay que culparlo, tenia dieciséis años, en lo único que podía pensar era que su enemigo de toda la vida estaba dándole ordenes, porque le había ganado el puesto de capitán. Era una gran derrota. El pelinegro tampoco lucia muy diferente, la misma cara sombría que le dedicaba a todos, así parecía haberse visto siempre, aunque ya conociéndolo un poco, no era tan amargado como aparentaba. Su cabello algo largo, como lo ha estado desde cierto punto de su infancia y hasta la fecha, desde la cámara de su madre no se podían apreciar esos perfectos ojos o hermosas pecas, pero sabia que ahí estaban. Ian desde ese entonces ya contaba con músculos, no tan pronunciados como estaban actualmente, pero si que sobresalían del resto y en ese entonces era algo más alto que él, solo un poco. En su segundo año fue que se dio un estirón y el pelinegro ya nunca más lo había alcanzado. 

Solo hacia dos años de eso, pero la situación actual era tan diferente. Esos cinco chicos en la pantalla no podrían estar sentados en su sala como lo hacían ahora, aun había tensión y persistía un poco el sentimiento de odio, pero los que estaban dentro de su televisión ya se habrían matado. Lo peor de todo es que ese cambio tan drástico sucedió a penas solo semanas a tras. 

Prestó atención a la pantalla una vez más, la cámara fue testigo de como Ethan rodaba por el suelo. Ni siquiera estaba en la jugada, corría fuera de la cancha echándole porras a Ian quien corría con el balón. La risa de Mark resuena por toda la habitación.

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