t r e i n t a y c i n c o

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La luz que entra por la ventana, obligó a Shawn a abrir los ojos

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La luz que entra por la ventana, obligó a Shawn a abrir los ojos. Igual y no había sido la luz, sino que llevaba como diez horas dormido. Se remueve sobre la cama intentando volver a dormir, pero por más que quiere, sus ojos no pueden mantenerse cerrados. Cae en cuenta que no esta en la misma habitación que durmió la primera noche y su mente comienza a maquilar lo ocurrido el día anterior. 

Ay no—dice para si mismo. La mano apretándose contra su cadera le confirma que nada fue un sueño y en definitiva hizo más de una ridiculez. 

Gira un poco, intentando no ser muy brusco para no despertarlo. Se topa de lleno con aquel rostro que últimamente le resulta lo más precioso que ha visto en su vida. Ian tiene el cabello alborotado, pero solo le da un toque más atractivo, junto al seño fruncido, le hace dudar entre si quiere besarlo o golpearlo por ser tan condenadamente guapo.  

Lo vio levantar una ceja, como en un pequeño tic y eso fue más que suficiente para sentir que el corazón se le iba a salir. Aprovechó que Ian ya lo estaba envolviendo con un brazo, para esconderse en su pecho. Apretó la nariz justo en medio de los dos pectorales, esta acostumbrado a sentir las zonas del pecho esponjosas y abultadas, Ian era todo lo contrario, aunque algo abultadas, el musculo era duro al tacto. Aspiró en la zona una y otra vez, aquel aroma que podía percibir también en su propio cuerpo. 

—Buenos días—la voz ronca de Ian, sobre su cabello, le eriza la piel.   

—Fui tan molesto ayer ¿Verdad?—su voz sale amortiguada contra la piel pálida de Ian. 

Sentía algo de vergüenza, sus enfermedades nunca las había cuidado alguien más que no fuera su mamá o un doctor, claro. Ni tampoco nunca había dejado que su boca fuera tan suelta y aunque era realmente lujurioso, nunca le pasó por la mente que haría algo como lo que hizo en la tina. De solo recordarlo, le hervía el rostro. 

—¿Te refieres a la parte en la que me bailaste o en la que me invitaste a una fiesta en tu boca?—se ríe tras el golpe que recibie en el abdomen—. No fuiste ni un poco molesto para mí, la verdad, es que me sorprendió lo tranquilo que puedes ser... dormido—ríe una vez más, al recibir otro golpe.  

Shawn se sienta sobre la cama, llevándose la manta que los cubría y dejando al descubierto el torso desnudo de Ian. Baja su mirada a su propio cuerpo, para darse cuenta que la ropa que lleva no la identifica como propia. Estuvo tan desesperado por lo que conllevaría estar a solas en una habitación con Ian y al final no hizo nada más que andar de llorón y decir barbaridades. 

Observó el reloj sobre la mesita de noche junto a Ian. Estaban por ser las dos de la tarde. Debería ser una vergüenza haber dormido tantas horas. Ni siquiera era capaz de sacar cuentas por todas las horas del día anterior. Su cuerpo debía estar sobrecargado. 

—¿Crees que si me llevo el reloj a casa se den cuenta?—pregunta mientras se pasa las manos por la cara y el cuello. Ya no debería tener fiebre, esa maldita solo estuvo para arruinarle su tiempo de pasión. 

Verde OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora