c u a r e n t a y c u a t r o

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Once de diciembre

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Once de diciembre. Londres, Inglaterra. 

—¿Entonces hoy es su cumpleaños?—él asiente. 

Ya había terminado su jornada de clases y Abigail aseguró que raptarlo un rato para caminar entre las calles de Londres era una excelente idea. 

Su humor ya no era tan malo como días anteriores, pero seguía sintiéndose impotente de estar ahí sin poder hacer nada más que ir a clases y caminar entre la nieve. 

Abigail decía que sentir que se te congelan las entrañas es parte del espíritu londoner. Si no te vas con nieve en los pulmones, entonces no visitaste Londres en invierno. 

—Oye—le susurró para que Ashton quien caminaba atrás de ellos no los escuchara. Estaban por cumplir un mes ahí, así que ya no estaban tan paranoicos y cuando tenían más cosas que hacer en el departamento, entonces solo enviaban a uno con él—¿Por qué no tienes celular?—llevaba mucho tiempo aguantándose esa clase de preguntas. 

No lograba comprender por que el chico siempre estaba rodeado de hombres uniformados o por qué no tenia un celular. Tampoco entendía la razón del por que no podía invitar a nadie a su casa o la razón de su apariencia triste, todo debía estar relacionado.

—Solo son medidas de seguridad—ella asiente no muy convencida. 

—¿Estas bien?—él la ve un poco sorprendido. 

Sabia que en algún momento haría preguntas, notaba que se las aguantaba desde un comienzo, pero él sabía que al verlo tan serio y solo contestarle la mitad de las cosas que preguntaba, se las aguantaba, mejor se guardaba lo demás. 

—¿Por qué nunca me has contado la razón del por qué estas aquí?

—No te conozco mucho—ella le dedica una mirada indignada.

—¡Pero yo te he contado tanto de mi!

—Bueno, estoy aquí para estudiar. 

—¿Y qué me dices del celular?

Ian suspira, sintiendo una mezcla de incomodidad y algo de alivio al ver a Ashton más concentrado en ver un abrigo a través de un aparador. 

—Bien—hace una pausa—. Las medidas de seguridad son estrictas para mí. No tengo celular porque, bueno, no se me permite tener uno en este momento. Y sobre mi situación aquí... —suspira, mirando hacia otro lado mientras lucha contra las emociones que amenazan con surgir—, no estoy aquí solo para estudiar. Hay... problemas familiares que me trajeron aquí. Algo que no puedo cambiar por el momento y que solo me queda esperar.

Abigail intenta comprender. Aunque no sabe todos los detalles, puede ver que hay más en su historia de lo que él está dispuesto a contar. Solo hará unas pocas preguntas más, esperando no incomodar. No quiere presionarlo, pero siente que si se desahoga, podría sentirse mejor.

Verde OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora