c i n c u e n t a

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El ruido de las aves en la ventana

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El ruido de las aves en la ventana. Ian podía escuchar como picoteaban en el vidrio. Aun no abría los ojos, pero ya estaba seguro de que seria un día caluroso. Lo sabia con exactitud, porque a sus espaldas un inquieto Shawn se removía mientras buscaba el control del minisplit. Podía sentir como todas las sabanas ya estaban revueltas. El chico lleva como diez minutos rebuscando entre almohadas. Tal vez una persona normal ya hubiera desistido y aceptado que ahí no estaba el control, pero es Shawn, así que sigue aferrado. 

—Cielos, amor, debe estar en el escritorio—dice Ian, llevando una mano a sus espaldas, intentando agarrar a Shawn para que deje de moverse, no fue necesario, porque a penas habló, él se quedo quieto. 

—Me asustaste—suelta en un suspiro. 

Estaban en casa de Ian. Ahí debía dormir de manera obligatoria en una horilla, ya que la cama no se encontraba pegada a ninguna pared. Lo estuvo un tiempo, ya que Ian lo hizo para que Shawn pudiera dormir sin miedo, pero al final, la separaron para poder acomodar bien un buró de cada lado. Por esa razón, cuando dormían juntos, era normalmente en casa de Shawn. 

Era jueves. Debían ir a clases y Shawn ya había apagado la alarma tres veces, pero tenia calor y el aire no era lo suficientemente frio para combatir el sudor que le escurría por la espalda. 

—Lo siento, no era mi intensión— aprovechando que ya lo había despertado, se levantó. 

—¿Ya te vas?—Ian lo ve con burla. 

—Shawn, son las siete y media—dice viendo el reloj junto a la cama—, entramos a las ocho y hacemos diez minutos de camino ¿Cómo planeas llegar a tiempo?

—Oye no me hables así—Ian lo ve extrañado mientras busca su playera en el suelo. Tiene que ir a buscar Shampoo porque en la noche olvidó meterlo—. Me acabas de llamar "Shawn"

—Porque es tu nombre—le sonríe.

—Mejor dime que ya no me quieres. No vivo de migajas, Ian. Esfuérzate.

—Pero yo siempre te digo "Mi rey", es demasiado temprano para un berrinche, metete al agua en lo que yo voy a buscar el shampoo—lo jala por el brazo cuando el rubio se comienza a acostar otra vez.

Shawn se estira intentando darle un beso, pero Ian se aparta cubriéndose la boca.

—No me he lavado los dientes—explica su rechazo. 

—Te he chupado el culo ¿Crees que eso me importa?

Ian no se tomó el tiempo de contestar, puso los ojos en blanco antes de salir de ahí. 

El reloj marcaba la urgencia del tiempo mientras Ian dejaba a Shawn en medio de su rabieta matutina. Mientras se dirigía a la cocina en busca del shampoo que su madre compró la noche anterior, no pudo evitar sonreír ante la obstinación y el carácter del chico que se encontraba tomaño una ducha en su baño. Sabía que era un poco tarde para las bromas, pero no podía evitar disfrutar de vez en cuando la terquedad de Shawn. Era parte esencial de su día a día para saber que era él.

Verde OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora