d i e z y s e i s

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—Ian—lleva casi diez minutos intentando despertarlo pero parece que no funciona

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—Ian—lleva casi diez minutos intentando despertarlo pero parece que no funciona. Ya había dormido junto a él antes y el más mínimo movimiento lo despertaba, al parecer ahora en verdad necesitaba descansar—. Vamos Walker, necesitas levantarte—sigue empujando con más fuerza—. Bien, ya lo solucionaremos después con un analgésico—aprieta los ojos y deja caer su puño donde debería estar el centro de las nalgas de su rival. Un quejido lo hace abrir los ojos y casi puede salir corriendo, pero el puño de Ian en su cara lo obliga a dejarse caer sobre el colchón—. El analgésico será para mí—dice aguantando la respiración y cubriendo el golpe con ambas manos.

—Eres un...—se queja mientras masajea su espalda baja.

Era bueno aguantando el dolor, pero ese era más que molesto. Punzante y constante. 

—Estamos a mano.

—Una mierda que estamos a mano—obviamente que le doliera de la cintura para abajo no se compararía con un puñetazo en la cara.

—Me diste en la cara.

—¿Quieres que te diga donde me diste tú?—lo ve mal. Seguía en la misma posición boca abajo con una sabana cubriendo desde su cadera hasta las rodillas.

—Dime—sonríe coqueto.

Ian se arrastra hasta quedar a centímetros de su cara y cuando Shawn cree que lo va besar, se voltea y se deja caer sobre el colchón.

—Eres muy malo—asegura levantándose—. Me voy a bañar, sigue durmiendo, cuando salga te levanto.

Ian le pone especial atención al chico en bóxer que busca una toalla y ropa entre los cajones. Lo ve meterse al baño y luego asomar la cabeza.

—El entrenador envió un mensaje, tenemos que estar en la cancha en menos de una hora—le sonríe y se vuelve a meter.

¿Iban a entrenar?

¿Como mierda iba hacer eso si ni siquiera se podía levantar? En verdad se sentía jodido.

Que vergüenza, era jugador de fútbol americano. Estaba acostumbrado a que lo molieran a golpes y al día siguiente levantarse como si nada. No pensaba que seria demasiado, pero le duele la espalda, las piernas, la cadera, hasta el abdomen le duele y ni hablar del trasero, sentía que su entrada palpitaba. La garganta le molestaba, como si hubiera desgastado su voz el día anterior.

—Cielos—se queja intentando levantarse. Al final lo hace decidiendo que ignorará las molestias de su cuerpo. 

Va hasta su habitación y toma su celular viendo los mensajes del entrenador pidiendo que se presentarán porque "necesitaban entrenar más para dejar de parecer nenitas".

Escucha a Shawn salir del baño, así que toma su lugar en la ducha.

Nunca había pedido tanto porque nada se le cayera.

Verde OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora