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—¿Que carajo? Si tienes algo que decir, dímelo en la cara—los gritos de un Shawn molesto entrando por la puerta del baño hicieron que Ian se sobresaltara, aun así no despegó la mirada de su computadora y siguió leyendo el artículo sobre "¿Como dormir más horas en menos tiempo?".

Shawn esperó un par de minutos a ver si el chico se dignaba a hablar. Por supuesto que no lo hizo así que se acercó quedando a escasos tres pasos de él y volvió a hablar.

—¿Ahora piensas quedarte callado?

—Te he dicho que no entres por esa puerta.

Sus palabras tan simples, cortantes y molestas, sin ningún atisbo de emoción, secas y planas. Horribles, como siempre.

—La puta puerta te la metes por—fue interrumpido por la voz de Ian.

—Si viniste a gritar, voy a pedirte que regreses a tu habitación.

—Si vinisti—comenzó a imitarlo con un tono infantil, pero se calló cuando Ian por fin volteo a verlo con una mirada amenazante—. No puedes verme así cuando el que ayer no dijo nada y solo me corrió de su habitación fuiste tú y ahora en plena cena abres tu hocicote...

—Pickman—lo interrumpe una vez más—, no dije nada, pensé en voz alta, pero dije una mierda, a nadie le importó, solo a ti, déjalo pasar.

—No lo entiendes ¿cierto?

—¿Qué es lo que esperas que entienda? —lo ve directo a los ojos.

—Olvídalo.

Del porte amenazante con el que había llegado, para ese punto no quedaba rastro, sus hombros ya no estaban erguidos, más bien se encontraban decaídos y ni hablar de su semblante, que, aunque intente mantenerlo neutro, se logra ver algo distinto en él.

—Pickman—lo ignora—. Shawn, ven.

Shawn. Definitivamente escuchar su nombre desde los labios de ese es lo que hizo detener sus pasos. Era extraño que no se llamaran por su apellido.

Se quedó parado en la puerta, pero volteo a verlo. Fue testigo de cómo Ian se levantaba a poner música en un aparato en su buro y después volvía a sentarse.

—Cuéntame—haberse criado solo lo hacia tan buena persona.

Ambos sentían su corazón latir rápido, la piel erizada, garganta seca y los ojos brillosos.

Los dos se sentían tan avergonzados y es que ellos sabían lo que vagaba por sus mentes, estaban paseando por un terreno que nunca habían pisado.

Se sentían tan extraños y vulnerables. Se había imaginado en mil y un situaciones, pero en definitiva nunca en algo como eso.

—No tienes que escuchar cosas que no quieres, Walker, al final tampoco es algo que te importe.

Intentó poner una barrera, sentirse protegido con su actitud de siempre hacía Ian. Esa que se ha visto afligida los últimos días.

—No he dicho que no me interesa—asegura—, es solo que no estoy acostumbrado a hablar contigo de forma civilizada y me parece algo incomodo.

Totalmente cierto, los dos lo sentían. Era tan extraño hablar con simples palabras, ni siquiera cuando habían tenido que trabajar en equipo se hablaban como personas normales.

—Yo soy el que dice que no te incumbe.

—No te pongas a la defensiva, Pickman, ayer venias decidido a hablar y lo siento, pero era tarde y me tomaste por sorpresa, no estaba preparado, pero ahora puedes hablar, te escucharé sin problema—asegura acomodándose en la silla.

Verde OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora