c i n c u e n t a y c u a t r o

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El día en que Shawn regresaba con su psicóloga después de meses

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El día en que Shawn regresaba con su psicóloga después de meses.

Cuando Ian regresó a Tennessee él mismo se dio el alta. Ahora estaba de regreso y por una razón que ni en un millón de años hubiera imaginado. 

Se encontraba en la sala de espera con Ian por un lado, su madre esta en el trabajo, se supone que ella lo llevaría, pero Ian se ofreció, de una manera muy insistente, asegurando que Dakota no debía distraerse demasiado por el trabajo, Shawn aseguró que si su hijo no era razón suficiente para olvidar el trabajo, entonces debería renunciar a ser madre, sin embargo, ahí se encontraba, solamente con Ian. 

No quería sentirse una carga para él, se supone que es su novio no su niñera, pero los últimos días se había vuelto sumamente protector, de una manera descomunal. Sobre todo después de que le cambiaron la silla de ruedas por las muletas canadienses, Shawn aseguró que entonces ya podía moverse más e Ian casi se infarta cada que lo ve moverse de un lado a otro. Casi podía sentir cómo Ian contaba los pasos que daba y cómo su expresión se tensaba cada vez que Shawn intentaba moverse más de lo que su cuerpo le permitía.

A la vez Shawn se hacia el fuerte. A pesar de que apenas era su segundo día usando las muletas, trataba de hacerlo todo con un aire de normalidad. Aunque en realidad, sus manos y hombros se acalambraban cada vez que lo hacía, intentaba ocultar el dolor y la incomodidad detrás de una sonrisa forzada. Se había dado cuenta de que mantenerse en movimiento era mejor que estar sentado o acostado todo el tiempo, incluso si eso significaba enfrentar la rigidez y el dolor muscular.

En ese momento, la puerta del consultorio de la psicóloga se abrió y Shawn fue llamado. Miró a Ian con una sonrisa y un suspiro antes de ponerse de pie con cierta dificultad debido a las muletas. Ian estaba a punto de levantarse para ayudarlo, pero Shawn le detuvo con un gesto.

—Ve a prepararte para el partido de hoy. Llamaré a mamá para que me recoja cuando termine la sesión. No quiero que te retrases por mí.

Ian quiso negarse, pero la mirada decidida de Shawn le decía que en esa ocasión, aunque quisiera, no lograría convencerlo. Solo asintió. 

—Llámame en cuanto termines, ¿de acuerdo?

Shawn sonrió y asintió, compartieron un pequeño beso antes de entrar al consultorio. Ian se quedó en la sala de espera, mirando la puerta con una mezcla de orgullo y preocupación. 

La doctora Anderson recibió a Shawn con una sonrisa cálida y él la vio serio. No, no estaba para jugar a ser el paciente renuente que iba con la doctora que fingía felicidad para hacerlo sentir en confianza, ellos ya habían pasado por eso cuando Shawn tenia ocho. 

—Pero que gusto verte, Shawn, toma asiento. Conoces la dinámica—ella toma su libreta y después de leer algo, vuelve a levantar la mirada—, aunque en esta ocasión vienes por una causa distinta ¿Qué quieres contarme el día de hoy?

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