Capítulo 1

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Orario, considerada el centro del mundo, una de las ciudades más grandes del mundo. Hace dos mil años, los dioses bajaron al mundo terrenal, tras aparecer un enorme calabozo del que surgieron monstruos mucho más fuertes que los que habitaban la tierra, y arrasaron las tierras colindantes. Los ejércitos de los países vecinos dejaron sus conflictos atrás y unieron sus fuerzas, pudiendo contener la marea de monstruos a costa del sacrificio de miles de soldados. Sabiendo que los monstruos seguirían atacando y que tarde o temprano los ejércitos sucumbirían ante las hordas de monstruos, los dioses decidieron fundar una ciudad sobre el calabozo. Uranos, el primer dios en descender al mundo terrenal, entregó su bendición a Dédalo, el primer humano en recibir falna, es decir, la bendición divina, que otorgaba habilidades especiales a las razas mortales. Sobre la entrada del Calabozo construyeron la Torre de Babel, una enorme estructura que ascendía hasta el cielo, y permitía a otros dioses bajar a la tierra. Con el tiempo, más dioses fueron bajando, fundando Familias, grupos de aventureros con la bendición de un dios en concreto, y la ciudad de Orario fue fundada, con Babel en el centro. Con los siglos, grandes aventureros surgieron luchando entre los pisos del Calabozo, convirtiéndose muchos de ellos en héroes de leyenda. Y la ciudad de Orario se convirtió en centro de reunión de personas de todo el mundo, sin importar la raza o el país. Un lugar repleto de aventuras, héroes y dioses, donde uno puede cumplir sus sueños....
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Orario se alzaba majestuosa, con sus enormes murallas y torres, y la enorme Torre de Babel en el centro de esta.

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En la puerta de acceso, varias personas se agolpaban, esperando poder entrar. Muchos eran comerciantes y viajeros, y otros, jóvenes con el deseo de entrar en la familia de un dios y convertirse en aventureros. En la puerta, vigilaba por guardias, se encontraba un joven de unos 15 años, de pelo blanco corto y ojos rojos como rubíes. Vestía una gabardina de color café, una camiseta y pantalones oscuros y botas de cuero de color marrón. Era alto para su edad, pues media más de 1,70 metros, y bajo la ropa se adivinaba un cuerpo delgado pero atlético y fuerte, bien trabajado. De su espada colgaban dos hermosas espadas de fina factura, guardadas en vainas de color negro.

 De su espada colgaban dos hermosas espadas de fina factura, guardadas en vainas de color negro

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La Leyenda del PretorianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora