La Batalla de Elran Parte 2

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Oculta entre el intenso follaje, Raphtalia observaba el improvisado campamento donde se habían instalado los mercenarios y asesinos que planeaban el ataque contra el fuerte fronterizo de Caron, oculto en lo profundo de los bosques que rodeaban la Garganta de Teris, el único acceso através de las montañas al oeste de Elran.

Debía admitir que el lugar elegido era bastante acertado. Un bosque profundo y poco transitado, alejado de las aldeas y ciudades, donde no siquiera los cazadores se atrevían a ir solos, pues había monstruos pululando allí, aunque nonresultabam un problema para un grupo grande como ese. La misma Raphtalia y los soldados que la acompañaban habían tenido que lidiar con algunos de ellos, por suerte con premura y de forma silenciosa. No era cosa que fueran detectados por el grupo que estaban cazando.

Además, este grupo había sabido ocultar bien su rastro, haciendo imposible que rastreadores normales los localizarán, pero no para ella. Desde que fue acogida por Medusa, la chica mapache no solo fue entrenada en la lucha con armas por su madre; las mejores rastreadoras y cazadoras de Athenea y Artemisa se habían encargado de adiestrarla en la búsqueda y caza de enemigos, mostrando una habilidad innata para esto. Podía encontrar rastros que a simple vista parecían imposibles de hallar casi de forma instantánea. Habilidad perfecta para una espía y cazadora de esclavistas.

Y eso fue lo que la llevó hasta allí, tras localizar el rastro de un grupo bastante grande de personas, demasiado para un grupo de cazadores, cuando se adentró en el bosque con algunas tropas de infantería ligera, exploradores del fuerte de Caron, que bajó su mando, partieron en busca de los enemigos que pretendían emboscarlos y tomar el fuerte.

Para cualquier otro, el escaso rastro de ese grupo hubiera sido invisible, pero para los sentidos de Raphtalia, era como si le hubieran puesto señales indicando su dirección. Y así, en apenas unas horas Raphtalia y su grupo llegaron frente a un improvisado campamento, oculto y construido en un pequeño claro, con tiendas apelotonadas, sin rastro de hogueras, aparentemente para no llamar la atención a lo lejos con las luces y humo de estas. Pero habían cometido fallos, pues al parecer estaban tan confiados en que no serían descubiertos que no habían colocados patrullas alrededor del perímetro, solo algunos vigilantes dentro de este.

Raphtalia indicó a sus hombres que se mantuvieran en su posición, mientras ella observaba mejor a los enemigos desde su escondite. La mayoría parecían ser más bandidos que mercenarios, pobremente equipados, aunque las armas que portaban si parecían de bien acero, posiblemente entregadas a ellos por parte de Bruggen. Solo un escaso grupo de ellos, apenas diez hombres, parecían ir equipados como los asesinos que al parecer lideraban ese contingente, posiblemente los encargados de infiltrarse en el fuerte, asesinando a los guardias de la puerta y abriendo está para que los mercenarios entraran en él, acabando con los soldados del interior.

-Por lo menos son unos ciento cincuenta- Susurró Raphtalia a uno de los soldados que la acompañaban, tras contar el número de enemigos. Eran menos comparados con los cerca de trescientos hombres que había en Caron, pero un ataque sorpresa mientras la mayoría de esos soldados descansaban en sus barracones les hubiera permitido tomar el fuerte casi sin resistencia. Por ello, nada más llegar a Caron, Raphtalia fue enviada con un grupo de exploradores a buscar y deshacerse de estos tipos. Para la batalla que se aproximaba, mejor eliminar este hueco en la defensa cuanto antes.

Sus acompañantes eran milicias y tropas de exploración de Caron, armados con arcos y ballestas y equipados con armaduras ligeras de cuero reforzado en lugar de armaduras metálicas, para así poder moverse rápido y que el metal no hiciera ruido al moverse. Solo el yelmo era la única pieza de metal de sus equipos.

 Solo el yelmo era la única pieza de metal de sus equipos

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