Aquella noche, era una oscura, sin luna, con oscuras nubes de tormenta ocultando las estrellas, convirtiendo la noche en un manto de oscuridad perpetua.
La ciudad de Amberg se levantaba bajo esta, una antigua ciudad construida sobre un río de ancho caudal que dividía la ciudad en dos, unidas ambas partes por un puente de piedra, tan ancho que cuando era de día numerosas tiendas y puestos de venta eran levantados a ambos lados de la estructura, para ofrecer sus productos a los habitantes de la ciudad y otros transeuntes que cruzaban el puente a diario.
La parte norte de la ciudad, la más pequeña, estaba conformada por los barrios más ricos de la ciudad, hogar de nobles, comerciantes y burgueses, además de levantarse allí los barracones de la Guardia, mientras al sur, se alzaban los barrios más humildes y de casas más sencillas.
En esta misma parte se encontraban también los suburbios de la ciudad, las zonas más pobres y casas más humildes, donde la delincuencia dominaba las calles y dónde ni siquiera la guardia se atrevía a patrullar. Allí, moraban todo tipo de ladrones y contrabandistas, ya fuera de objetos robados, drogas o incluso esclavos, que asaltaban sin piedad a cualquier extranjero o ciudadano incauto que se atreviera a ir solo a ese lugar, o incluso secuestrar, si esos transeúntes eran mujeres o nos, para venderlos.
Y en ese mismo lugar, muchas mujeres de aquella sección de la ciudad, algunas de ellas adolescentes e incluso niñas, se veían obligadas a ofrecer sus cuerpos para poder llevarse algo de comer a la boca o alimentar a sus familias.
Era una zona sin ley y orden, donde sus habitantes eran vistos como menos que basura por el resto de habitantes de las otras zonas de la ciudad, un lugar, donde, en estos momentos, un tipo cubierto con una capa oscura bajo cuya capucha podían atisbarse unas orejas puntiagudas cortas que lo identificaban como un semielfo, corría desesperadamente por los estrechos y laberínticos callejones de los suburbios, sin dejar de mirar atrás con ojos desencajados por el miedo.
Aunque a altas horas de la noche normalmente había una gran actividad en las calles del centro de los barrios bajos, en sus tabernas, fumaderos de opio o burdeles, en las calles que atravesaba el semielfo a gran velocidad no había ni un alma, solo él, el cual no dejaba de observar a su espalda la figura lejana que lo perseguía saltando entre los tejados, una de aquellas malditas que los habían asaltado en su escondite.
-¡Maldita zorra...!- Esa noche, él y sus compinches estaban en la casa que usaban para mantener su mercancía, mujeres y niñas que ellos mismos secuestraban y llevaban allí, para luego llevarlas en secreto fuera de la ciudad y venderlas en otros lugares.
En los últimos días habían conseguido una buena cantidad de esclavas, y al día siguiente, se reunirían con su patrón para recogerlas y venderlas, el cual, por algún motivo, había dejado su hogar y se había instalado en algún lugar cercano. No sabían que pasaba, solo que parecía muy preocupado y alterado, como si alguien le persiguiera, y ni siquiera a ellos se atrevió a decirles donde se ocultaba ahora, tan solo les dijo que se reuniríab donde siempre para recoger a las prisioneras.
Y hace apenas unos minutos, él y sus compañeros estaban en su escondite, bebiendo y divirtiéndose con dos de las mujeres que habían capturado tras subirlas del sótano donde las tenían a todas encerradas, cuando a la casa prorrumpieron de repente dos desconocidas armadas, una mujer humana de elevada estatura armada con lo que parecían unas cadenasy lo que parecía una chica semibestia con una espada larga en sus manos.
Sin apenas darles tiempo a los tipos allí presentes a reaccionar o coger sus armas, ambas mujeres los eliminaron a una velocidad anormal, esquivando o bloqueando cualquier ataque de los captores como si nada, aún si ellos eran más de una docena y ellas solo dos.
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La Leyenda del Pretoriano
FanficBell es un habilidoso joven de 15 años que viaja a Orario para cumplir su sueño de ser un héroe. Allí, tras vagar por la ciudad sin ser aceptado por no ninguna familia, es acogido por la diosa Hestia. Desde ese momento comenzará la historia del mayo...