Capítulo 61

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Orario, la Ciudad Divina, la mayor y más poderosa de todo el mundo, la única que posee un Calabozo, el cual se levanta bajo la mayor estructura jamás creada por el hombre, la Torre de Babel, bajo la cual se encuentra el hogar de monstruos y seres de pesadilla, mismos seres, muy distintos y más poderosos que las bestias que existen en la superficie, y que surgieron de repente hace ya más de dos milenios, y cuya repentina aparición destruyó el antiguo reino donde se asentó Orario, construida junto a Babel sobre el Calabozo para contener a los monstruos que allí habitan. En ella, viven los dioses que bajaron hace dos mil años al Plano Terrenal, fundando sus Familias y otorgando su Falna a los aventureros, mortales con poderes sobrehumanos gracias a la bendición de las deidades, que luchan todos los días en el Calabozo contra las infinitas hordas de monstruos que en este surgen, ya sea por dinero, por gloria o por sus dioses.

Sea cual sea el motivo, Orario es un increíble lugar donde cumplir tus sueños y deseos, y donde hacer gritar tus anhelos de aquellos que lo desean fervientemente.

Y en el sótano de una pequeña iglesia aparentemente en ruinas en el centro de la Calle Dédalo, la parte más antigua de la ciudad, iluminada por los primeros rayos del sol naciente que despunta en el horizonte, uno de estos soñadores comienza a despertarse de su sueño, listo para encarae un nuevo día en su camino para cumplir su sueño: Ser un héroe...el mayor héroe de todos...

-Mmm, ¿ya es de día?...- Somnoliento y algo desorientado por haber despertado recién, Bell observó con ojos entornados el hecho de la estancia donde vivía con su Familia -Creo que mejor me voy levantando, tengo que entrenar antes de ir al Calabozo-

El chico trató de incorporarse, pero el peso sobre su pecho y el agarre en cada uno de sus brazos le impidió hacerlo demasiado bruscamente.

Aun presa del sopor, tardó unos segundos en recordar que no estaba solo en esa cama, y al notar ese peso, el chico no pudo evitar sonreír, llevando su vista con cariño a las cabelleras de las tres hermosas y lindas chicas que descansaban junto a él: Su diosa, Hestia, y sus otras hijas, Liliruca Arde y Syr Flova, su Familia, sus amigas y compañeras...y ahora, sus novias...

Varios días habían pasado desde que Bell se declarase a Hestia, Syr y Lili, y que estas aceptaran sus sentimientos, formalizando su relación y convirtiéndose oficialmente en sus parejas.

Desde entonces, la relación entre los cuatro de había vuelto mucho más cercana, y aunque su estilo de vida no cambió demasiado, pues aún tenían deberes y trabajos que hacer, disfrutaban su tiempo juntos al estar a solas, ya fuera permaneciendo cercanos los unos con los otros o simplemente pasando tiempo juntos, con las chicas recibiendo los mimos y cariños de su novio, y viceversa, con el albino siendo consentido por sus chicas. Y por supuesto, no faltaban las sesiones de besos entre los cuatro amantes, para ligera vergüenza y exitación de ellos, sobre todo de Bell, no acostumbrado a esto, aunque el albino no podía negar que disfrutaban el sentir la suavidad y el sabor de los labios de sus chicas.

Realmente no creía aún que chicas tan buenas, puras y hermosas como ellas hubieran aceptado ser sus novias, y aunque a veces aún se sentía un poco mal pensando que podía parecer un pervertido al estar con tres chicas a la vez, no se arrepentía en ningún momento de haberles declarado lo que sentía por ellas, y estaba realmente feliz por que no lo hubieran rechazado. Su buena diosa Hestia, su linda soporte Lili, y su hermosa primera amiga de Orario Syr lo eran todo para él, y aunque hubiera aceptado que ellas no hubieran sentido lo mismo por él, pues las quería demasiado como para forzarlas a hacer algo que no quisieran, no verse correspondido por ellas realmente lo hubiera destrozado.

Aparte de esto, por consejo de Hestia, los cuatro amantes decidieron ocultar de momento su relación de cara a los demás. No es que pensaran que estaban haciendo algo malo, claro que no, todo lo contrario; era solo que no sabían cómo podrían reaccionar sus amigos y conocidos al saber que Bell estaba en una relación con ellas tres, por lo que por ahora lo más indicado sería mantenerlo en secreto, incluso de sus amigos más cercanos como Cecilly o las chicas de Mía.

La Leyenda del PretorianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora