Entre los bosques del piso 23, un grupo de tres aventureras se desplazaban a gran velocidad entre las ramas de los árboles. Ranka, de la Familia Athenea y sus dos compañeras rastreadoras, Atalanta y Diana, cazadoras de la Familia Artemisa, iban en busca de la Familia Loki, tras haber sido atacadas por unos misteriosos tipos en la ciudad de Rivira, el asentamiento de aventureros construido en la zona segura del piso 18. Aunque no sabían su posición actual, nada más entrar en el primer piso del Gran Árbol Laberinto, con ayuda de los desarrollados sentidos de las tres aventureras de raza semibestia, sumado a su experiencia como cazadoras, ya fuera persiguiendo bestias o bandidos en el mundo exterior, o monstruos en el Calabozo, Ranka y sus compañeras detectaron el rastro de los hijos de Loki, sin tener que recorrer la totalidad de cada uno de los pisos.
Fue así como descubrieron que estos habían avanzado más adelante, por lo que, sin detener el paso, continuaron hacia los pisos siguientes.
Dando muestra de su gran agilidad y destreza, las tres aventureras sorteaban con facilidad las manadas de monstruos, esquivando a una velocidad sobrehumana cualquier ataque de algún monstruo cercano, y dejando atrás a los grupos de monstruos. En ningún momento se pararon a combatir, pues debían almacenar sus flechas, ya que no sabían si las necesitarían cuando llegaran junto a la Familia Loki, y no podían permitirse detenerse a recoger los proyectiles usados. Por eso, simplemente alejaban a los monstruos más cercanos golpeándolos con su cuerpo y puños, así como unas sencillas dagas de caza que portaban al cinto para usarlas en combate cercano, o simplemente pasándoles por encima haciendo uso de ágiles volteretas y fintas.
Tras un largo rato corriendo sin parar, aunque sin dar muestras de cansancio, cosa posible a lo acostumbradas que estaban a recorrer largas distancias sin descansar, las tres aventureras llegaron a la entrada del piso 24.
-¡Allí está la entrada del próximo piso, vamos!- Exclamó la mujer lobo, recorriendo junto a sus compañeras el espacio que las separaba de la entrada del piso 24.
Pero a medio camino, Atalanta y Diana se pararon abruptamente.
-¡Alto!- Exclamaron ambas, haciendo detenerse a Ranka, que las miró con gesto interrogante-¿Qué pasa?- Preguntó Ranka expectante -¡No podemos detenernos ahora!-
-Hay algo por aquí, Ranka-san- Dijo Diana, moviendo sus orejas mientras miraba alrededor, acto imitado por su hermana.
-¿El qué?- Inquirió la mujer lobo
-No lo sé, pero son muchos, y nos están rodeando- Afirmó Atalanta, sacando una flecha de su carcaj y colocándola en su arco.
Ranka afiló la mirada y preparo su propio arco. El oído de ambas hermanas era excelente, pudiendo detectar sonidos ínfimos a largas distancias. Por ello, si las dos afirmaban haber detectado algo extraño, no había duda de que así era.
Al instante, un extraño olor llegó a la nariz de Ranka, un aroma que jamás había oído. Sabía que se trataba del olor de un monstruo, pero no recordaba ninguna especie con esas características olfativas.
-¡Atentas, ahí vienen!- De repente, saliendo de entre el follaje de alrededor de la entrada al próximo piso aparecieron unos monstruos parecidos a lagartos cuadrúpedos del tamaño de un león, de piel negra y cuerpo cubierto de afilados cristales de cuarzo, que cubrían su lomo, cola y parte superior de la cabeza.
ESTÁS LEYENDO
La Leyenda del Pretoriano
Fiksi PenggemarBell es un habilidoso joven de 15 años que viaja a Orario para cumplir su sueño de ser un héroe. Allí, tras vagar por la ciudad sin ser aceptado por no ninguna familia, es acogido por la diosa Hestia. Desde ese momento comenzará la historia del mayo...