𝟓𝟎. Espera el momento

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—Vamos a mi casa, es una zona más tranquila— Steve le daba dirección a ese joven de cabello largo y vestimenta colorida llamado Argyle. Parece ser que sus padres se encontraban en sus recurrentes viajes de trabajo, momento perfecto para dejarnos el lugar como base de operaciones —Joyce, Hopper, Murray y ese hombre ruso dijeron que nos verían ahí— a la única que había conocido anteriormente era a la señora Byers, Nancy la había mencionado en algunas ocasiones. La cercanía de la casa de Steve y el laboratorio era otro punto a favor, lo teníamos justo detrás.

—Dios...¿qué es eso?— Will señalaba desde la ventana derecha, toda esa tormenta que se formaba parecía tener su epicentro en ese edificio abandonado que se alzaba por sobre los árboles —Esa oscuridad se esparce cada vez más— discretamente tocaba su nuca, nadie parecía notarlo, pero yo sí, note como lo hacía un sin fin de veces desde que lo conocí.

La casa de Steve tenía unas cuantas grietas, sin embargo, era de lo más intacto que había visto en todo el camino. Un hombre alto y rapado nos esperaba en la entrada junto con una mujer de menor estatura que vestía una camiseta de cuadros sobre una camisa roja. Me sentía un poco desencajada en ese lugar, todos ya se conocían tan bien y yo parecía la nueva en el colegio —Tú debes ser ______, Nancy habló mucho de ti estos días, soy Joyce Byers— su voz me transmitía autoridad y paz al mismo tiempo —, pasen todos, hay algo que debemos mostrarles— la madera presentaba grietas en algunas zonas y todo rechinaba con cada paso, siendo el sonido amplificado por el eco.

Joyce y Hopper nos dirigieron al gran salón —¿Y esté quien es?— preguntaba cuando vi a un hombre rubio de aspecto malhumorado.

—Dmitri Antonov— respondía, entonces este era el hombre ruso —, es peor de lo que imaginaba...— en su mano llevaba unos papeles enrollados, los cuales extendía sobre la mesa principal.

—Okay...¿podrían por favor usar palabras y no solo acciones para explicar?— Jake se veía abrumado, eran planos que, para nosotros, son indescriptibles.

—Esto...— Hopper apoyaba su índice sobre el plano —, es un plano del laboratorio. Se pudo salvar un poco de la biblioteca.

Mike movía las hojas en búsqueda de algo —Ce dice que Vecna podría estar en esta sala arcoíris— tomaba un lápiz encerrando en ella una habitación —, no debe ser muy difícil llegar, solo algo tardado por estar escondido.

—Bien, entonces hay que irnos— apresuraba a todos, pero Joyce tomaba mi brazo para detenerme —, ¿qué pasa? No podemos perder el tiempo.

—El problema es...que no tenemos armas— Dmitri encendía un cigarrillo, la calma de este hombre era impresionante —, y nuestros amigos Yuri y Murray no regresaran hasta dentro de cinco días con todo lo que necesitamos, además necesitaremos prepararnos mejor de lo que lo hemos hecho, en total estaremos dos semanas y media aquí antes de partir.

—¿¡Casi tres semanas!?— acercándome a la ventana jalaba de las persianas dejando ver el abrumador paisaje exterior — ¡¿Creen que tenemos tres semanas?! ¡Vecna está herido, Ce ha recuperado sus poderes...podemos ir ahora!

—______, escucha— Joyce usaba una voz más compasiva —, sabemos lo que le pasó a ese chico Munson, sé que te sigue doliendo y que jamás dejará de doler, pero no podemos ir sin un plan y sin armas. Hay que esperar el momento adecuado— en mi mente no estaba ese concepto de esperar, solo quería a Vecna muerto, a esos murciélagos muertos.

—Niños americanos...— murmuraba ese tal Dmitri, su tranquilidad me fastidiaba así que subía al segundo piso en búsqueda de una recámara vacía, poniéndole pestillo. Deslizaba mi cuerpo hasta llegar a estar sentada en el suelo y con la espalda recargada en la puerta.

Al mundo se lo lleva la mierda y me dicen que debo esperar —No puedes seguir llorando ______..., no llores...— repetía para mi misma, pero entre más lo hacía más lágrimas caían; llanto que se convertía en sollozo y sollozo que se convertían en gritos de desesperación.

Llegué a tomar una lámpara de la mesilla de noche para estrellarla contra el suelo, a tomar un pedazo de la porcelana rota y a casi... —¡¿Qué rayos estás haciendo?!— era Steve que me quitaba el trozo de porcelana de la mano, lastimándose el mismo por la rapidez.

—¿Cómo entraste?

—Está es mi casa— movía las llaves haciéndolas sonar —, pensaba que estabas decidida a acabar con Vecna.

—Pensaba lo mismo, pero el tener que esperar tres semanas creo que bajo la adrenalina que tenía en el momento— me estaba volviendo completamente loca, este acontecimiento no me hacía sentir como yo misma.

—Sé que la muerte de Eddie te esté afectando, créeme, pero todos aquí tratamos de...

—No sabes nada...¿O acaso has visto al amor de tu vida morir en tus brazos? ¿Ver cómo su pecho deja de subir y bajar, mancharte con su sangre y, cómo si no fuera poco, dejar su cuerpo atrás?— todas esas imágenes me perseguían desde hace dos días.

—Tienes razón, realmente no sé por lo que estás pasando— me abrazaba de repente, era un abrazo muy cálido —, pero estaré aquí así que no vuelvas a intentar algo estúpido, por favor. Eres...de mis mejores amigas...

—¡No han invitado al abrazo!— Robin se abalanzaba a nosotros, rodeándonos con sus brazos, a ella le seguía Nancy. De verdad habría muerto hace mucho de no ser por ellos tres, fueron los que siempre me han apoyado, los que nunca me juzgaron por salir con Eddie cuando toda la escuela lo hizo —Deberían bajar, ¡el ruso está haciendo comida extraña mientras la niña Sinclair le cuestiona sobre el comunismo!— esa combinación de cosas sonaba tan surreal que debía verlo por mi misma.

—¡Ese sistema no funciona!— la voz de Erica sobresalía aun cuando no estábamos en la cocina —¿Qué les ha dejado? ¿Al menos te gusta tu comunista vida?— apenas asomaba mi cabeza a la cocina, un olor peculiarmente malo se metía a mi nariz.

—¿Qué sabrá una niña americana nacida en el capitalismo puro acerca del trabajo duro?— Dmitri mezclaba energéticamente algo en una gran olla.

—¿Qué es lo que huele tan mal?— tal vez no debí acercarme para echar un vistazo a la olla, él revolvía algo que parecía engrudo blanco —Que horror...— solo de verlo me daban ganas de vomitar.

Tomo un gran cucharón y empezaba a servir en platos hondos —Esto lo daban en la prisión, da mucha energía para hacer los trabajos forzados y carbohidratos para sobrevivir al clima ruso— ponía un tazón de esa cosa en mis manos

A esta cosa incluso le salían burbujas —Ni loca comeré esto— tiraba el caldo en el lavaplatos —, la casa de Steve está llena de comida, escoge algo bueno para cocinar— abría la alacena sacando algunos ingredientes.

—Esa comida ultra-procesada no es bueno para ustedes— le ignoraba y decidía preparar una lasaña que quedaba lista en poco tiempo.

—¿Ves? Podemos tener una comida decente gracias a cosas ultra-procesadas que solo necesitas calentar y servir— sacaba el refractario del horno, cortaba las porciones para cada uno y ordenaba a Dustin y a mi hermano a servir —, hay para todos...excepto para el señor Dmitri, él comerá su engrudo con carbohidratos y que le llenara de energía— me daba una mala mirada —; solo bromeaba, conviviremos casi tres semanas aquí...— nos esperaban tres semanas de encierro planeando una nueva misión suicida que definiría el destino de Hawkins y del mundo entero.

𝑯𝒖𝒏𝒕𝒊𝒏𝒈 𝒕𝒉𝒆 𝑭𝒓𝒆𝒂𝒌 || Eddie Munson y tú (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora