𝟒𝟕. Agonía

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Nuestra aparente tranquilidad duró ¿cuánto? ¿Veinte segundos? —Están en el techo...¡Están en el puto techo!— señalé alterada. Cada uno volvió a tomar sus lanzas y escudos.

—Carajo...— balbuceaba Henderson. Las pequeñas pisadas de los murciélagos llevaron nuestra vista en uno de los ductos de ventilación —No pueden entrar por ahí, ¿o sí?— su pregunta fue contestado instantáneamente gracias a que una de esas bestias entraba por el ducto; claro que lo atacamos y logramos taparlo —Bien hecho...no habrá otros ductos, ¿verdad?— la cara de Eddie lo decía todo, corrimos a su habitación solo para encontrar más de esas cosas invadiéndonos, él se puso por delante de nosotros para protegernos y retrocedíamos directo a la soga del portal.

—¡SUBE HENDERSON!— le ordenaba, creo que la adrenalina hizo que él y yo subiéramos a una velocidad de récord —¡Eddie, sigues tú!— dejaba tiradas sus cosas para poder trepar, pero a mitad de camino se detenía —¡¿QUÉ MIERDA ESPERAS, EDDIE?!— él volvía a bajar, ¿por qué estaba bajando?

Parecía no prestar atención a mis gritos o a los de Henderson, antes de que cortara la soga que unía a ambos mundos me miro a los ojos y, en voz muy baja, pronunciaba un "Lo siento" —¡Eddie no lo hagas!— Dustin le suplicaba, pero era demasiado tarde, quitaba el colchón para evitar que le siguiéramos y desaparecía de nuestra vista —¡¿Qué hacemos?!

—Debemos ir por él y traerlo de vuelta— no había más opción, tomábamos una silla para impulsarnos al hueco del techo; yo fui la primera en saltar y el golpe hirió mi ya lastimada rodilla, creo que a Dustin le pasó lo mismo pues nos tardamos un poco en recuperarnos del suelo. Oía a Eddie gritarle a los murciélagos siendo una carnada andante —, cuando regresemos recuérdame de matarle— avanzaba los más rápido que podía con una pierna lastimada, los murciélagos ya estaban creando un remolino con Eddie en el centro.

Algunos de ellos venían a nosotros —¡No vamos a lograrlo!— llegaron a desgarrar parte de mi ropa y la de Dustin, mis piernas parecían estar a punto de romperse por el dolor, sin embargo, poco importaba...sólo quería salvarlo. Esos animales le tenían en el suelo, sus gritos de dolor eran casi insoportables para mí —Dios santo...¡Eddie!— parecía que Steve y los otros habían logrado algo porque los murciélagos cayeron al suelo.

Me arrodillaba al lado de Eddie poniendo su cabeza en mi regazo, mi sudadera comenzaba a mancharse de rojo, tenia demasiadas heridas —Luce muy mal, ¿no?— dijo, intenté hacer presión en las heridas, pero no tenía manos suficientes.

—Te vamos a llevar al hospital— Dustin estaba al borde del llanto.

—Al menos esta vez no salí corriendo...— la hemorragia que estaba sufriendo se hacía peor con cada segundo que pasaba —Tendrás que cuidar a esas ovejas por mí— le ordenaba a Henderson —, di que vas a cuidarlos— al principio se resistía, no obstante, pensó que poco podíamos hacer.

—Voy...voy a cuidarlos.

—¡Dustin, debes ayudarme a detener el sangrado!— me había sacado la sudadera para intentar usarla como un torniquete, apenas podía notar mis temblorosas manos pues las lágrimas nublaban mi visión —Haremos eso y luego entre los dos lo cargaremos a la salida, ¿está bien? Vas a estar bien...vas a estar bien...podemos salvarte, salir de estar mierda y reunirnos con nuestros ami- — tomaba fuertemente mis manos, su mirada lo decía todo —¡No, no te dejaré aquí de ninguna forma!— trataba de safarme para seguir ayudándole, pero él me tomaba con más fuerza. En ese momento un temblor sacudía la tierra y grietas aparecían en el lugar —Puedes pedirme cualquier cosa menos eso...

—Creo que al fin voy a graduarme...— volvía su mirada a Dustin —Te quiero, amigo

—Yo también te quiero.

—Gracias...por aparecer en mi desastrosa vida— sus ojos se posaban en mí, acariciaba mi mejilla con su mano derecha; podía sentir la humedad de la sangre que dejaba en mi piel y de cómo se ponía cada vez más fría —Yo...no sabes cuanto te amo...— otro temblor sacudía todo —, ahora debes irte...

Ya no veía su pecho subir ni bajar o alguna respuesta en sus ojos —¿Eddie?— sacudía un poco sus hombros —¡Eddie despierta! ¡No puedes dejarme sola!— creía que el corazón se me partiría en, literalmente, cientos de pedazos. Él había dado su último aliento —¡Yo no puedo vivir sin ti, Eddie!— abrazaba su cuerpo inerte.

—______, tenemos que irnos...— Dustin ya se había levantado y tomaba de mi brazo haciendo lo posible por levantarme, no obstante, yo ponía resistencia.

—¡NO DEJARÉ SU CUERPO EN ESTE LUGAR!— él no se detenía, seguía jalando cada vez más intensamente —¡YO NO PUEDO VIVIR SIN ÉL!— repetía mis palabras de hace un momento.

—¡¿Y CREES QUE A ÉL LE HUBIERA GUSTADO VERTE MORIR EN UN LUGAR COMO ESTE?!— lo estaba irritando, se calmaba un poco y luego tendía su mano —No podemos seguir ayudando a los otros si nos quedamos aquí...— tenía razón...Dustin tenía razón. Yo también me levantaba y corría a su lado, casi lo hacía de espaldas para no perder de vista el cadaver de Eddie.

¿Por qué las cosas debían resultar así? Ahora todos los planes que tenía quedaron destruidos, todos los planes que tenía con Eddie se hicieron pedazos. Tuvimos que rehacer la soga para que Nancy, Steve y Robin pudieran pasar —¿Y Eddie?— fue lo primero que pregunto Steve, yo negaba con la cabeza a punto de llorar de nuevo y al momento un silencio reino en el lugar —Ya veo...— los tres simplemente me abrazaron, era un poco reconfortante sentir su compañía, pero seguía sin borrar el ver como muere el amor de tu vida. Tomábamos a caravana, era tiempo de regresar por Max, Lucas, Jake y Erica.

—¡Deben llevarnos a un hospital!— dijo Erica a penas y subió a la caravana, detrás suya venía Lucas cargando a Max y Jake caminaba hasta el final con la cara completamente golpeada —¡Arranca ya, Steve!— en el camino veíamos el verdadero infierno, grietas gigantes habían destruido vecindarios enteros —Esperen...¿dónde está el ricitos de oro de Munson?

Nadie le respondía —______, no me digas que...— supongo que Jake esperaba una respuesta positiva, pero no podía hacerlo, mis ojos llenos de lágrimas eran la verdadera respuesta —Es mentira...— quisiera pensar lo mismo, quisiera levantarme de esta pesadilla.

—Eddie...no huyo y peleo hasta el final...— señalé, mi hermano me rodeaba con sus brazos, él sabía más que nadie lo que Eddie significaba para mí y, en ese momento, note lo mucho que significaba para él. Sollozaba en silencio ocultando su rostro en mi cabello, finalmente la mayoría solamente eran niños de catorce años pasando por todo esto.

𝑯𝒖𝒏𝒕𝒊𝒏𝒈 𝒕𝒉𝒆 𝑭𝒓𝒆𝒂𝒌 || Eddie Munson y tú (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora