𝟏𝟑. Canción de cuna

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Todas las animadoras nos preparábamos para el partido de hoy, Chrissy me estaba viendo muy decaída e intentaba animarme a como podía. Aún no me topaba con Charlie, pero pronto lo haría, ya se esparcía el rumor entre las chicas que alguien de Dalton era muy guapo y lo describían perfectamente, sabía que era él.

—¿Tú eres ______?— una chica que no conocía se me acercaba.

—Sí, ¿pasa algo?

—¡Entonces tú fuiste novia de ese chico de Dalton!— Ya llegamos a esa parte de los chismes —¿Por qué no siguieron juntos?

—Cosas de la vida— mi cara debía ser un poema que reflejaba enojo porque aquella chica se fue sin decir nada más. Estuve a punto de faltar hoy, sin embargo por el cariño que le tengo a Chrissy no pude echarme para atrás.

Los de Dalton se estaban quedando en un pequeño hotel, me imagino sus caras de asco al ver que no es cómo los hoteles cinco estrellas a los que suelen ir. Este día a los que teníamos actividades relacionadas con el partido nos dieron todas las horas libres por lo que pude pasar un rato con Robin, ya que ella estaba en la banda —Creo que han exagerado, nos han hecho ensayar hasta el cansancio para quedar bien frente a una bola de presumidos...

—Lo sé, no se dan cuenta de que, por mas que ensayen, los seguirán viendo como chicos de pueblo.

—Escuché que entre los jugadores estaba...— Robin no sabía si atreverse a terminar la oración.

—Es correcto.

—Que semana tan más de mierda.

—Ni que lo digas...— tuvo que dejarme para seguir ensayando con la banda, escuchaba a las chicas seguir chismorreando sobre aquellos chicos de Dalton que las hacían suspirar o cómo las animadoras del equipo rival se sentían tan superiores. Me disponía a irme para comer mi almuerzo hasta que alguien tocaba mi hombro.

—¡______, es bueno verte!— la segunda persona que menos quería ver en este momento estaba ahí parada, Charlie Lambert, mi ex-novio —, deberías venir con nosotros, estamos recorriendo el lugar y necesitamos un guía— tenía esa sonrisa estúpida que te hacía enamorarte de él y que luego usaba la misma para romperte el corazón.

—No puedo, debo practicar la rutina para hoy.

—Te quedaba mejor el azul, pero el verde no va mal— miraba de arriba a abajo mi uniforme de porrista; tomaba mi muñeca jalándome para seguirle —Ven, hay varios que quieren volver a verte.

Hacía que me soltara, una pequeña marca roja rodeaba mi muñeca por la fuerza que había ejercido —¡Es suficiente! ¡No quiero verte la cara!— había tantas cosas que quería decirle, pero no merecía la pena gastar la poca energía que tenía. Hizo rodar sus ojos para después irse.

—Escuche que está tratando de regresar con ella— pude oír hablar a unas chicas no muy lejos de mí, miraban a mi dirección. Esta vez no regresaría con él, ni aunque de eso dependiera mi vida. El momento de presentarnos había llegado, el gimnasio estaba a reventar de estudiantes donde el color predominante era el verde, saqué todo lo malo de mi cabeza para dar lo mejor de mí en este encuentro que a todos parecía importarles tanto.

Al fin y al cabo él no vendrá, es su hora de club, obvio no faltará...o eso era lo que esperaba; le veía ahí sentado, hasta el fondo de las gradas observándome, cruzamos miradas aunque no la sostuve, no podía verle a los ojos sin pensar en cómo le sonreía a esa tipa. Mis nervios subían tanto que incluso olvidé un paso de lo que tenía que bailar, pude arreglarlo rápido sin que nadie lo notara; comenzaba el partido, yo intentaba no girar mi cabeza hacia atrás, sé que me estaba mirando, lo sentía.

𝑯𝒖𝒏𝒕𝒊𝒏𝒈 𝒕𝒉𝒆 𝑭𝒓𝒆𝒂𝒌 || Eddie Munson y tú (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora