Señorita malcriada [EN EDICIÓN]

Capitulo 41

La mañana comenzaba a bañar las calles de Mónaco, los tenues rayos diurnos comenzaban a inundar los interiores de los edificios colándose a través de los ventanales, el frío característico de esta etapa del día aún se preservaba en una pequeña batalla con el calor que llevaba consigo la alborada. Pero eso no era lo que había despertado de sus más terribles pesadillas a _______, no, había sido la irritante alarma de su reloj despertador que se había asegurado de fijar la noche anterior justo después de haber tomado una larga ducha tras una agotadora carrera de práctica por las calles de la ciudad y algunas carreteras no tan concurridas.

_________ observaba el paisaje que se divisaba a través de uno de los ventanales sin fijar su atención en algún punto en especial, no podía controlar aún el temblor de una de sus piernas, estaba nerviosa. Desvió su mirada de aquel panorama matinal con insistencia al reloj de pared que parecía avanzar con mayor velocidad a la habitual, pareciera que hace apenas un par de minutos marcaba las 6:00 horas y ahora las manecillas se inclinaban a la altura de las 7:35 horas, resopló y comenzó a jugar sus dedos contra la pared. Sintió el terrible impulso por irrumpir en la tranquilidad del interior de la habitación de su tío y obligarlo a despertar. Razonó, y lo pensó por segunda vez, no estaba dispuesta a observar una escena que protagonizaría su tío junto a su noviecilla, semi desnudos y agotados tras una noche más de placer, negándose a abandonar por el momento su cálido "nido de amor".

Inhaló un hálito de aire y se aseguró que estaba paranoica, después de todo faltaban poco más de cinco horas para que la carrera comenzase. Tenía que relajarse con urgencia, pero, ¿cómo lograrlo si de esa carrera dependería su escasa felicidad?

Dejo detrás las calles que comenzaban a abarrotarse con lentitud y se dirigió con arrastrados pasos a la cocina para servirse una taza de café negro que había puesto momentos antes a preparar en la cafetera. Tenía que amansar un poco los rugidos que producían sus irritadas tripas exigiendo ser alimentadas. Bebió un sorbo tras inhalar el delicioso aroma que despedía el espeso líquido y saboreó mientras percibía cómo su cuerpo se llenaba de un plácido calor al tiempo que éste se adentraba más a través de sus venas. La tensión de sus músculos desapareció por un instante hasta que, después de morder una tostada para acompañar su bebida, sintió tremendos deseos de volver su estómago, se llevó sus manos a su boca conteniéndose y comenzó su presuroso recorrido al cuarto del baño. Repentinamente fue invadida por un incontenible pánico, horrorizada comprendió que había una única explicación para esos mareos y náuseas que comenzaba a experimentar con más frecuencia, se detuvo a pensarlo y casi de inmediato negó insistentemente con la cabeza, se aseguró que los cielos no podían estarse ensañando con ella y mucho menos de esa manera, sería algo terrible, catastrófico e imperdonable, ni siquiera se aventuraba a pensarlo.

-¿__________? – Chris la observaba preocupado desde atrás mientras ella hundía su rostro en el retrete después de haber entrado atraído por la puerta abierta de par en par - ¿Estás bien? – la ayudó a incorporarse cuando hubo terminado.

-Estoy bien – ella aseguró temblorosa – Simples náuseas – dibujó una suave sonrisa en su rostro tras limpiar sus labios y jalar la cadena del inodoro.

-¿Náuseas? – el sintió que un balde de agua helada había sido derramado sobre su adormilado cuerpo terminándolo de despertar, detuvo su andar paralizado.

-Quizá es la comida condimentada de Carlo – ella se encogió de hombros fingiendo restarle importancia, mientras que en su interior se retorcía con las mismas ideas que le pasaban por su mente a Chris – Pensé que aún tardarías en despertar – ella cambió el tema al advertir que su tío no se mostraba muy satisfecho con su excusa y que en pocos momentos diría esa palabra que le atemorizaba a ______, esa relacionada con sus náuseas.