Capítulo 60

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Es increíble como tu vida puede cambiar de un momento a otro sin que tú hagas nada por ello.


__________ Ransome abrió con lentitud sus pesados párpados. Estaba agotada. Su cuerpo no respondía del todo las órdenes que ella daba y, por alguna extraña razón que no podía recordar del todo, parecía reposar en la camilla de un hospital.

-¿Qué sucedió? – logró cuestionar al hombre que reposaba a un lado de ella, aún cuando su esfuerzo había sido enorme.

-Sufriste de un desmayo – el moreno susurró con delicadeza – Te traje de inmediato al hospital y, al parecer, practicaron en ti una cesaría - _____ recordó entonces lo último que había experimentado, esas insoportables contracciones que habían sido un completo martirio, y después... nada.

-¿Y dónde está? – había observado a su alrededor, los abundantes arreglos florales y algunos otros presentes le habían recordado ya el motivo de su hospitalización.

-En estos momentos, en los cuneros, duerme tranquilamente – y aquella sonrisa resultó en extremo tierna, tanto que ______ deseó sostener en sus brazos a aquella criatura a la que había ido dirigido su odio – Y es un niño.

-Un niño... - inconscientemente dejo salir una suave sonrisa – Espero comparta con su madre aquella extraña pasión por los coches – su sonrisa incremento.

-Y también con su padre – Carlo se arrepintió en ese mismo instante de lo dicho ante el repentino cambio de humor de la reciente madre.

-¿A qué te refieres con ello, Insitoris? – ella vaciló.

Y es que tenía que reconocer que saberse madre era una sensación que nunca antes había experimentado, sin embargo le encantaba. Saber que ella había sido capaz de producir una nueva vida, saber que ella sería la encargada de cuidarlo, alimentarlo, quererlo y educarlo. Saber que después de todo, tenía un motivo más para vivir, un propósito más que se había centrado ya en esa pequeña criatura, que aun desconociéndola, sentía amarla.

Sin embargo, eso que había salido despedido de los labios de su mejor amigo, justamente eso era el motivo por el que había temido tanto, por el que habría deseado jamás estar embarazada y no saber de la existencia de un bebé que lo corroborara.

Era como si de las tinieblas hubiese resurgido para terminarle de joder su existencia. Era como si los fantasmas de su pasado resurgiesen tras tanto tiempo de haber permanecido enterrados en el olvido. Era como si la maldición aquella hubiese regresado para nunca jamás devolverle la paz.

Era la prueba viviente de todo lo que había vivido junto a Michael Clifford.


-______, yo... - y el rockstar había palidecido afirmándole sus sospechas.

-El bebé, ¿es idéntico a él? – ella llevo una mano a su cabello implorando al cielo una respuesta negativa.

-Tiene tus ojos – Carlo dibujó un mal intento de sonrisa en su perfecto rostro.

-¡Joder, Carlo! – estalló - ¿qué hay del resto?

-Es idéntico a él – él susurró no sintiéndose capaz de regresarle la mirada.

-Bien – y sus deseos de desaparecer de ahí, por alguna extraña razón, se tranquilizaron al igual que ella – Quiero verlo – ella llevó su mirada suplicante a su amigo.

_______ Ransome observaba en silencio las paredes azul cobalto que la rodeaban. El irritante sonido que emitía aquella máquina que marcaba sus pulsaciones se penetraba por sus oídos irrumpiendo sus frustrados pensamientos y aumentando aquellos deseos, que se estaban convirtiendo en una terrible necesidad, de poder, finalmente, admirar a aquel pequeño nuevo ser que se había dedicado a ignorar durante los últimos meses y que ahora no sabía cuál sería su reacción ante él.


Es decir, sus problemas no sólo se basaban en aquellos que la habían estado mortificando desde que tenía memoria. Ya no sólo era su familia, Ashton, Michael y demás... había decidido unirse a ellos y acaparar toda su atención aquella criatura que no conocía aún y que, sin embargo, se había vuelto en alguien muy importante. Más aún porque aquel tierno desconocido era la prueba viviente de su mayor pecado cometido, de aquello por lo que estaba segura ardería en los fuegos del infierno y por lo que su vida había dado un vuelvo de trescientos grados, la prueba de que ella se había entregado a su peor enemigo, no sólo en cuerpo... también en alma.

-¿Podemos pasar? – una voz familiar la logró sacar de sus pensamientos.

-Claro - alzó su mirada y un escalofrío se encargó de recorrer hasta el rincón más insignificante de su cuerpo, de pies a cabeza, temió.

Y es que no sólo era la presencia del bebé la causante de su repentino alarmo, era el quién lo sostenía entre sus brazos sujetándolo con una sonrisa en rostro. Era el que había sido su mejor amigo durante toda su vida pero el mismo que, también, le había dado la espalda cuando más lo había necesitado, era su tío, Chris, en carne y hueso y en la misma habitación que ella después de tanto tiempo.

-Aquí está el nuevo miembro Ransome – Chris se acercó a ella con un lento andar que, por vez primera, _____ advertía inseguro.

-Gracias – extendió los brazos para recibir por vez primera al pequeño, su pequeño.

Y aquello que ella experimentó, resultó, simplemente, indescriptible. La perfección con la que se acoplaba a sus brazos, como si estuviesen hechos para sostenerlo entre ellos y compartir con él su calor corporal. La calma con la que el pequeño dormía sosteniendo aquella sonrisa, que, tenía que admitirlo, le era familiar sólo, que, a diferencia, en ella no había rastro alguno de cinismo. Cada uno de sus pequeños rasgos, tan hermosos... como los de su padre. Sonrió.

Las sensaciones extrañas en su estomago le provocaba algún extraño deseo por liberar sus lágrimas, sólo que, después de tantos años, no eran por motivos parecidos a los que habían provocado aquellas salinas gotas los últimos meses.

-Hola, bebé – ella susurró tras besar su frente con tanta delicadeza.

-Me parece que tiene la misma sonrisa de sus padres – Chris observó enternecido aquella imagen de su sobrina y su hijo.

-Carlo me dijo que tenía mis ojos – ella sonrió ante lo evidente, ante el innegable parecido con el heredero Clifford.

-_______, lo siento – el rizado bajó su mirada tras romper el silencio que había reinado en la atmósfera durante un momento – Lamento haberme comportado como un zoquete y abandonarte cuando más apoyo necesitabas - _____ elevó su mirada cristalizada en dirección al castaño.

-Chris, para – ella susurró, y es que si había algo que perdonar, eso eran sus culpas, sus arranques y sus estúpidos impulsos, aquellos mismos que habían terminado por cansar al hombre más grandioso que hasta ahora había conocido – La que debe ser perdonada soy yo, por mi maldito carácter y todos mis jodidos errores...

-Ya – el ojiverde sonrió – Olvidémonos de todo ello, ¿sí?

-Ven aquí, cabeza hueca – ella sonrió mientras extendía su mano desocupada para tomar una de su tío.

-Hay alguien que quiere verte, querida – Chris desapareció su sonrisa por un instante.

-¿Y quién es?

-JMichael Clifford–susurró como si estuviese vociferando alguna palabra no permitida.

-¡Diablos! – ella palideció – Pero ¿cómo es que él...? Es decir, ¿él? – Sabía que en algún momento de su vida debía afrontar a su peor pesadilla, pero no sabía que aquello ocurriría tan pronto.

-Podría decirle que estás cansada ya...

-No – ella negó con la cabeza – Creo que es tiempo de enfrentarlo y aclarar todo con él, estoy empezando una nueva etapa de mi vida y no quiero empezarla mal.

-¿Lo dejo pasar, entonces? – el corredor de coches fijó su atención en ella.

-Claro – asintió vacilante – Pero, por favor, llévatelo – bajó su mirada a aquel pequeño bultito que aferraba en sus brazos.

-De acuerdo – Chris esperó a que la nueva madre se despidiese de su hijo para después tomarlo entre sus brazos.

-Y, dile a Mónica que deseo hablar con ella, después – el rizado asintió para después salir con el bebé.


Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora