Ivy Ransome tomó sus cubiertos para tomar un bocado del plato que reposaba en la mesa frente a ella, estiró su mano y descubrió no tan contenta que su mano temblaba junto con el resto de su brazo. Se acongojó y alzó su mirada discreta para ver si Adler se había percatado de su nerviosismo. Para su desgracia él ya la miraba con una sonrisa algo peculiar, mezcla de triunfo y conmoción.
–No se a que juegas Wells, pero te lo vuelvo a recordar por si se te ha olvidado, lo que pase en este tren...–
–Se quedará aquí – él completo su frase mientras asentía – Lo tengo presente, Ivy – inexplicablemente sintió un molesto nudo en su garganta que inmediatamente deshizo con un trago de jugo.
Él ciertamente se encontraba perturbado, tanto o más que ella. Ella era una mujer maravillosa y eso no podía negarlo, pero había algo dentro de él que le impedía sentir algo por ella, quizá su orgullo o algo similar. No obstante, sentía cierta ira, desconocida para él, por no poder estar en el lugar de Seth Granler y poder disponer de esa mujer en cuanto quisiese, y mejor aún ser el dueño irrefutable de esos labios y de ese cuerpo. Y se sintió peor aún en cuanto recordó que él también estaba comprometido.
Maldito había sido el momento en el que motivado por la ambición de su padre había decidido ir a pedir la mano de Scarlett Stanbury. Intentó alejar su mirada de ella, pero había algo en su frustrado rostro que no le permitía hacerlo, quizá sus labios, sus mejillas, sus ojos, o simplemente todo. Se maldijo por ese hueco en el estomago que sintió.
–Perfecto, has puesto atención, Wells– el susurro que ella dio lo hizo volver a la realidad, recordó entonces que debía seguir con su máscara de Casanova, se repitió nuevamente que debía evitar esas palabras que se le salían en automático y que además no le ayudaban en nada a tratarla como a una aventurilla más, esas como <<cariño>> o <<hermosa>>.
–Y cómo no ponerla a esa voz tan erótica – le regaló una pequeña sonrisa. Seguido, le lanzó una lujuriosa mirada.
–Deja de mirarme así, Adler – sí, ella ya se había irritado por su estúpido nerviosismo ante la mirada de aquel hombre, se sentía ridícula al sonrojarse.
–No creo que exista otra forma de hacerlo – se encogió de hombros. – Después de lo que ocurrió anoche, creo que ya somos algo más que simples desconocidos.
–Creo que comienzas a olvidar lo dicho, apenas de un paso fuera de este tren, ya no existirás para mí, ¿lo entiendes? – él asintió y comenzó a alimentarse sin poner mucha atención en ella. - ¿Qué ocurre, Wells?
–Nada ocurre – continuó comiendo evitando poner su mirada en ella.
Ivy se desilusionó, honestamente esperaba que él continuara con sus halagos, pero esa actitud que repentinamente tomó, similar a la de un pequeño recién regañado e inconforme, eso tampoco se lo esperaba. Efectivamente, ella estaba agobiada, así que decidió huir de ahí. Bebió un sorbo más de su jugo y dejó unas cuantas gotas de este alrededor de sus labios, con la imprudente esperanza de que él volviese a limpiarla de la forma en que lo había hecho anteriormente, mas él al ver las pequeñas gotas del líquido sobre sus labios sólo sonrió y le señaló su supuesto descuido. Ivy, a punto de hacer una rabieta tuvo que contenerse.
Perseverantemente con su lengua limpió los residuos de una forma nada normal, con su lengua recorrió sus labios lenta y sensualmente. ¡Joder! Adler la maldijo en su interior, con esa simple provocación él ya estaba a punto de caer en otro orgasmo. Le lanzó una mirada asesina y se dispuso a atraparla para atraerla hacia él y hacerle el amor ahí mismo, sin importar los presentes. No obstante Ivy adivinó sus pretensiones y se levantó de la mesa incluso más rápido que él. Estuvo a punto de salir corriendo, aunque deseaba que él la poseyera, mas sus deseos de fastidiarlo eran mayores.
Le lanzó una sonrisa maléfica y se giró para echar a correr, sin embargo recordó que sus zapatillas no eran las más adecuadas para correr pues apenas dio un par de pasos uno de sus pies se doblegó y la hizo caer, hecho que Adler evitó al reaccionar rápidamente y atraparla entre sus brazos antes de que ella tocase el suelo.
Quedando la escena de la siguiente manera: él con su erección la sostenía entre sus brazos deseando desnudarla ahí mismo y hacerla suya, ella con su respiración entrecortada descubrió que lo sostenía de su cuello mientras sus labios casi se rozaban, todos los presentes, afortunadamente al no reconocerlos, creyeron conmovidos que esa era una pareja de recién casados que habían enfrentado su primer disputa y ya la habían superado con esa escena tan romántica.
–¿Te encuentras bien, Ransome? – Adler le preguntó realmente preocupado a ella después de haber enfrentado un eterno momento de intercambio de miradas entre ambos.
–Sí, eso creo – ella intentó zafarse de él, pero apenas se soltó de sus brazos sintió como se desvanecía.
–Ivy - Adler la sujetó nuevamente entre sus brazos, la cargó y se la llevo al compartimiento después de haber dejado un billete de considerable suma en la mesa, quiso estar lejos de las miradas curiosas, mejor antes de que los reconocieran. – Esto no me agrada en lo más mínimo, Ivy. Quizá te fracturaste el tobillo. – la depositó suavemente en un asiento, cuando ella terminó de acomodarse él se dirigió a su tobillo a revisarlo, quitó con delicadeza su zapatilla y comenzó a inspeccionar su tobillo. - ¿Duele aquí?
–Sólo un poco – ella se sentía más que estúpida, caer frente a él y que además él resultara ser un héroe; y peor aún, si era algo grave eso de su tobillo, ella no podría correr en la pista si es que llegaban y no podría humillarlo una vez más. Repentinamente al sentir una pequeña presión sobre sus tendones no pudo contener sus gritos. - ¡Ah! ¿Qué demonios te ocurre, Wells?
–El problema ya está solucionado, Ransome – le lanzó una mirada de reproche – Sólo se había desacomodado un tendón, pero ya está, ahora sólo tienes que reposar por lo menos durante el resto del día.
–Gracias – se afligió por ser tan áspera con él. Le lanzó una tímida sonrisa.
–¿Te han dicho ya lo hermosa que es tu sonrisa? – él se reprendió ¿qué diablos estaba diciendo? Era un ridículo y no más que eso.
–Creo que varias veces – ella soltó una suave carcajada – Pero, supongo que viniendo de Adler Wells debo sentirme realmente halagada – sonrió abiertamente.
–Eso creo – él también sonrió. Se incorporó y se dirigió a los labios de ella, los cuales besó con una sorprendente dulzura, nada propia de él.
–Me preguntaba si esto lo haces con cada una de tus amantes – cuando terminó ese beso, ella volvió a besarlo de una manera idéntica.
ESTÁS LEYENDO
Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
ChickLitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.