Capitulo 2

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–¿Esta vez cuál fue el castigo? – su voz sonaba extremadamente masculina y atractiva, si él no fuese 12 años mayor que ella y quitando el parentesco familiar, seguramente ella ya habría tenido una aventurilla con él o incluso podría ser algo serio, algo así como el amor de su vida.

–Una cena con mi prometido – rió nuevamente atrayendo la mirada curiosa de la gente que esperaba en la misma fila que ella para adquirir sus billetes de viaje.

–¿Esta noche?

–Eso creo... yo qué sé, sólo lo sé porque mi madre me lo recalcó hoy por la mañana antes de salir con mi maleta escondidas. Eh, Chris... - llegó su turno de comprar el billete pero eso no hizo que pausara su conversación - ¿qué hay de mi "bebé" que utilizaré en tres días? ¿Ya lo recogiste?

–En este preciso momento estoy bajando de mi auto para ir por él.

–¿Cuál será la excusa esta vez?

–Le agregaré un límite de velocidad a ese lindo auto que luce peligroso para una señorita como tú.


–Mamá se la tragará completa, amo que seas un experto en autos, un ex corredor, uno de los más brillantes en la última década.

–No obstante, el alumno supera al maestro.

–Dudo mucho superarte Chris, y más con todas las dificultades que he tenido.

–¿De qué hablas? <<El lobo negro>> ha ganado todo durante este último par de años.

–Pero la presión ejercida hacia <<el lobo negro>> por parte de su prometido y de su madre es cada vez peor, ¡quieren adelantar la fecha de mi boda!

–¿Ya intentaste con...

–Chris, las enfermedades ya no funcionarán, me lo han advertido ya, no tengo más recursos, todas mis excusas se han agotado ya, primero el divorcio de mis padres, ya fue utilizado, mi última etapa de adolescencia... ya, mi "necesito tiempo, estoy confundida"... ya, mi "primero quiero viajar por todo el mundo"... ya, mi "tengo que ejercer mi profesión, para eso estudie una pesada ingeniería"... ya, mis enfermedades extrañas... ¡ya! No queda más...

–Tranquila, tranquila, me encargaré de buscar algo más, por el momento tengo que colgar, tu madre no tarda en recibirme, te veo en Montecarlo <<lobo begro>>.

–Gracias, Chris – colgó con desgano ahora que había recordado su triste situación, ¡no amaba a Seth! Nunca lo había hecho y nunca lo haría.

Unas cuantas lágrimas intentaron darse a la fuga pero ella era mucho más fuerte que simple agua salada, recibió sus billetes y se dirigió directo al tren que la llevaría desde Madrid hasta Mónaco, un largo viaje. Abordó sin mucho ánimo, entregó su billete a una edecán y ésta la dirigió al segmento que correspondía a los pasajeros de primera clase.

–Lo lamento señorita Ransome pero el único compartimiento en el que queda un espacio vacío es éste – señaló directamente un lujoso camarote.

–Está perfecto – sonrió sin mucho ánimo.

–El problema es que ya hay un pasajero dentro de él – la edecán la observó nerviosa.

–No hay problema – ella se encogió de hombros y entregó su maleta a la edecán.

–Cualquier cosa que necesite hágamelo saber señorita - ésta la tomó y se marchó con paso silencioso una vez que ella asintió.

Ivy Ransome se detuvo a encender un cigarrillo, no es que fuese fan de ellos, pero sí los apreciaba cada que necesitaba relajarse un poco. Se detuvo a consumirlo lentamente mientras el tren ya había empezado su marcha, irónicamente y en contra de lo que la gente normal ella amaba el olor que despedía el tabaco al quemarse, quizá porque le recordaba de manera inconsciente a su padre a quien no había visto desde hace ya nueve años, cuando ella tenía once y la madre de su mejor amiga se había encargado de romper ese matrimonio, desde entonces su madre se había encargado de inculcarle que el hombre no servía para nada más que para adornar tu vida, más nunca para compartir una vida plena y llena de amor.

Una tímida lágrima comenzó a rodar por su mejilla hasta llegar a su mentón, ella al percatarse de ello la limpió con su pañuelo y procedió a apagar su cigarrillo para depositarlo en el cenicero más cercano. Regresó al exterior del compartimiento y antes de entrar a él lanzó un suspiro rogando para que su compañero de viaje no fuese una anciana parlanchina o un adolescente imbécil con aires de grandeza, ejemplos de los pasajeros más frecuentes en primera clase.

Tomó el pomo de la puerta corrediza y jaló lentamente evitando hacer ruido para llamar la atención de esa persona que reposaba dentro y a quién no había podido ver gracias a las persianas que se mantenían cerradas. Entró con paso precavido recorriendo con su mirada curiosa al hombre que permanecía semi recostado sobre el asiento de frente al suyo, lo maldijo por tener su rostro y parte de su pecho cubiertos con una manta pues de esa manera se mantenía en el completo anonimato, pero después de todo le agradaba que se mantuviese dormido, por lo menos así no tendría que hablar con él una vez que la reconociera como la futura heredera de los hoteles Ransome como solían hacerlo todos los que viajaban en esa clase.


Se propuso a no hacer ruido alguno, pero apenas lo hizo, tropezó con la alfombra y estuvo a punto de caer encima de su compañero de compartimiento, tuvo que arrojarse a su asiento para evitarlo, no obstante, no pudo evitar ocasionar un estruendoso ruido que fácilmente podría haber despertado a su compañero pero no fue así, él únicamente emitió un movimiento para cambiar de posición y siguió con su siesta. Ivy se dio cuenta hasta entonces de que su respiración se había agitado considerablemente por algo que realmente no tenía importancia alguna, lo extraño en ello era que por primera vez se sentía atemorizada por un extraño, inmediatamente se intentó convencer que todo ello era causado por el anonimato en el que se conservaba aquél extraño.

Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora