Las tibias gotas emergidas de la ducha colisionaban con suavidad en contra de su piel mientras ella restregaba cada parte de su cuerpo agradeciendo el suave emerger de aquél impregnado olor a canela mezclado con suaves notas de menta y cedro que Michael había dejado en ella tras cada noche que le había regalado durante todo ese tiempo.
Podía rememorar aún, con un suave calor invadiendo sus mejillas, el estremecimiento de su cuerpo que resultaba fascinante cuando él se dedicaba a acariciar hasta el rincón más recóndito al que sólo él sabía llegar.Sentía aún los labios de él pegados a ella, a su cuello, a sus pechos, a sus pies, a su entrepierna... mientras recordaba la sensación exquisita de ser abierta con lentitud y suavidad a sus perfectas entradas.
Y, aun cuando mucho trabajo le costase creerlo, sentía estar cada vez más enamorada de ese hombre. Con cada gesto, cada sonrisa, cada palabra, cada respiro... Era algo que ella no podía explicar del todo porque simplemente no había en el diccioanrio aún palabras que definiesen aquello que ese hombre despertaba en ella, es que era algo más que amor, algo más que deseo y apego, era... era finalmente saber que ese hombre le pertenecía tanto como ella a él.-No imaginas cuánto agradezco al cielo tenerte aquí conmigo – una pastosa voz susurró sobre su oído mientras sentía penetrarse por sus poros aquel aliento con suaves notas de vainilla al que ella no podía resistirse.
-Y no imaginas cuánto imploré para que esto sucediese – ella se giró a él arrastrándolo consigo por debajo de la lluvia artificial de agua.
-¿Sabes qué es lo que más amo de ti? – él comenzó a descender sus manos a sus caderas con tranquilidad recorriendo cada milímetro de su erizada piel.
-Dilo.
-Que jamás pensé que pudiese sentir todo esto por alguien – besó su cuello revestido por algunos mechones empapados – todo esto que despiertas en mí con una simple sonrisa y, más aún, que seas la madre de mi hijo – ella sonrió.
-¿Y sabes qué es lo que yo amo de ti? – ella comenzó a desabotonar con lentitud la camisa de cuadros que él había usado por debajo de su traje rojo que no traía más – Que seas aquella bestia que consiguió hasta lo imposible con la malcriada heredera Ransome, aquel que logró dominar a la feria dentro de mi y, no lo sé, el hecho de que me hacías despertar día a día preguntándome si tú eras una extraña bendición o eras mi maldito castigo.
-¿Y a qué conclusión llegaste? – su perfecto torso quedo al descubierto.
-No lo sé aún – ella rio – sólo sé que te amo – se encogió de hombros concentrada en dibujar con su dedo el contorno de los cuadritos formados en su pecho.
-¿Me dirás ahora cuál es esa sorpresa? – él beso una mejilla descendiendo aún más sus manos hasta llegar a sus glúteos.
-¡Joder! ¿No te vas a rendir, Clifford?
-Jamás, Ransome.
-¿Qué te parece si me intentas convencer un poco más? – ella bajó su mano a aquel bulto que sabía ya estaría deseando ser liberado.
-Me parece justo – él la tomó por la cintura para cargarla por los aires y llevarla directamente a su cama para depositarla con suavidad – Veamos – él se detuvo a observarla, su desnudez expuesta sólo para él - ¿esto le complace a Ransome? – y ______, sin comprender aún sus intenciones, observó al moreno comenzar a saborear su cuerpo descendiendo con calma hasta su entrepierna.
-Michael – ella jadeó al sentirlo clavarse en ella, moviendo sus labios como sólo él sabía y haciendo maravillas por en medio de sus piernas que, a voluntad propia, le abrían paso a ese dios del sexo.
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Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
ChickLitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.