Ivy Ransome al abrir sus ojos sobresaltada por el tono de su móvil no pudo reaccionar de una peor forma, su corazón casi es escupido por sus labios y su piel palideció aún más que si estuviese muerta; y es que lo menos que esperaba era encontrar a Adler Wells a escasos centímetros de ella besando su frente. Estuvo a punto de lanzar un grito asustada, pero su voz simplemente había dejado de existir. Tomó las suficientes fuerzas como para arrojar lejos a su compañero sin embargo su móvil volvió a sonar a lo que ella se arrastró lejos del alcance de él para encontrarlo. Satisfecha por el rostro de desconcierto de él ocultó su sonrisa y contestó su celular, a lo que inmediatamente se arrepintió.
-¿Dónde demonios estás, Ivy? – ¡genial! ahora su día definitivamente se había terminado de joder por completo. No obstante, intentó jodérselo a Adler también.
–Amor – miró de reojo a Adler e intentó hacerle sentir celos, a pesar de estar segura de que no serviría de nada, ni siquiera podría asegurar despertar esa sensación en él, eso sólo ocurría cuando había algo de eso que llamaban amor, cosa imposible entre él y ella. – Cielo, siento mucho no habértelo dicho, es sólo que... – ella entristeció su rostro lo que provocó el surgimiento de gestos de molestia en su acompañante - ... quería sorprenderte, por eso iba de compras, pero el tren se atascó, lo siento, Seth – a lo que Adler levantó una de sus cejas.
–Ivy, sabías que la cena sería esta noche – su prometido se había tranquilizado ya.
–Pensé que sería mañana – dijo en un susurro fingiendo inocencia.
–De acuerdo, en cuanto llegues a tu destino quiero que regreses lo más pronto posible y ya hablaremos aquí, ¿de acuerdo?
–Sí, cariño – ella descubrió que Adler no había dejado de observarla.
–Te amo.
–Te amo, Seth – era una perfecta mentirosa, y a diferencia de Adler ella no sentía ningún remordimiento usando palabras de ese grado, y bueno Adler no era una persona que se mereciera algo de compasión.
Terminó por colgar su móvil con una sonrisa marcada en sus labios, falsa, por supuesto, pero lo suficientemente creíble como para que Adler se sintiese desconcertado y... celoso. No obstante, a pesar de lo que sentía, él supo disimular muy bien ante esa máscara de cinismo que controlaba a la perfección. Alzó nuevamente su ceja en cuanto ella intentó restregarle en su rostro la supuesta felicidad provocada por su futuro marido ante lo cual ella disminuyó su farsa, desorientada.
–¿Qué? – ciertamente se sentía molesta por la expresión cínica de su compañero.
–¿De compras en Mónaco, eh?
-Sí, ¿por qué no? – sabía de lo que hablaba: ¿por qué a Mónaco y no a Paris?... Estúpido pretexto el que se había inventado.
–Bueno, normalmente la gente como tú prefiere mil veces ir de compras a Paris que a cualquier otro lado.
–¿A qué te refieres con gente como yo? – bien, ya había logrado irritarla de nuevo.
–Sabes a qué me refiero.
–Lo siento, soy tan <<estúpida>> que no entiendo tu concepto.
–Ivy - sonrió al advertir el adjetivo que había utilizado para ella misma – realmente eres una mujer brillante, ahora he notado que no eres <<estúpida>>, las apariencias engañan – le guiñó el ojo – pero es que estoy tan acostumbrado al dicho aquél que dice belleza o inteligencia.
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Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
ChickLitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.