Chapter 28

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Nota importante al final.

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________ regresó a su mansión después de una ajetreada tarde en la que no había hecho más que elegir cientos de prendas y accesorios para agregar a su guardarropa. Dirigió su mirada a la brillante luna y rió al visualizar el segundo sermón que le esperaba ese día.
Estacionó el Audi en el enorme garaje y bajó desatando una batalla entre las numerosas bolsas, que en su mayoría pertenecían a marcas reconocidas, y sus pequeñas manos. Le quedó claro que al entrar a la mansión no pasaría desapercibida con todo ese escándalo.
Sonrió sarcásticamente mofándose de su “dulce” vida. Entró finalmente al interior y no se extrañó en lo más mínimo al encontrar con los brazos cruzados y con reprensoras miradas a su madre y a Ashton. Mordió su labio inferior y se detuvo, bajó las bolsas al suelo y esperó los reproches.
Sabía ya las claves para salir ilesa de aquellas constantes reprimendas, siempre asentir, permanecer en lo mayor posible con su boca cerrada a pesar de desear gritarles en sus caras todo el resentimiento que tenía guardado en lo más profundo de su ser, jamás mantener un contacto directo a sus ojos y fingir poner atención.

-________ - su madre rompió el silencio tras un aburrido momento. Ahora iniciaría con las preguntas que siempre le hacía, “¿dónde demonios estabas?””¿Por qué cojiste un coche?””¿Acaso jamás madurarás?”… Abrió sus delgados labios para comenzar, no obstante Ashton la frenó con un ágil movimiento de su mano, ella y _____ dirigieron sus curiosas miradas a él, ¿ahora qué rayos sucedería? _______ por primera vez fijó su atención en él, eso era algo nuevo para ella, habría sonreído burlona de no haber sido porque ella estaba lo suficientemente trastornada como para hacerlo. Entreabrió sus labios y posó su mirada en él conteniendo su aliento.

-_______, amor – él habló en un tono sereno provocando que ella se asustara, claro, eso era en nada normal. Infantilmente se preguntó si estaba teniendo un extraño sueño – ¿quieres que te ayude con esas bolsas? – ella frunció su ceño y dirigió su mirada a sus bolsas que incluso había olvidado ya. Algo no andaba pero para nada bien ahí, su miedo incremento. Asintió suave e incluso tímidamente.


Ashton con una tierna sonrisa, que a su parecer era real y no fingida, se acercó a ella, tomó sin dificultades todas aquellas bolsas y las cargó. Eventualmente él se las ingenió para tomarla por la mano y conducirla escaleras arriba, directamente a su habitación y dejando a un lado a su madre.
Ella estaba desconcertada, ni siquiera lo podía ocultar. Sintió que sus piernas flanqueaban, más se juró que era debido al cansancio de aquel día. Concentró nuevamente su mirada en su prometido y sintió un terrible escalofrío en cuanto él le regaló una sonrisa similar a la primera.
Se sintió una mierda, ella teniéndole miedo a él, ¡joder! Además sus manos sudaban. Fue eterno el transcurso a su habitación, incluso más largo de lo que le resultaba cada que en una borrachera intentaba llegar a él no sin antes perderse por toda la mansión. Pero finalmente llegaron, él abrió la puerta cediéndole el paso y entró justo detrás de ella. Se exaltó en cuanto él la cerró. Estaba completamente indefensa ante ese musculoso hombre. Tragó con dificultad y esperó inmóvil a que él terminara de acomodar sus bolsas sobre una mesa que había encontrado.

-Listo – él se giró hacia ella sin dejar atrás esa sonrisa que en lugar de tranquilizarla le ponía los pelos de punta - ¿Ocurre algo, cielo? – pregunto casi inocentemente, ignorando que esa actitud era totalmente desconocida para ella.

-Nada – logró decir agradeciendo no vacilar.

-Te noto algo tensa - él la tomó por la cintura y la dirigió a la cama para que ella se sentase, seguido comenzó a masajear su espalda.

-Estoy bien – ella retiró disimuladamente sus manos de su cuerpo, no le complacía en lo más mínimo la idea de sentir su tacto sobre su piel.

-Amor – ella quiso vomitar de tan solo escuchar esa palabra - ¿Tu madre ya ha hablado contigo? – ella evitó esa sonrisa sarcástica que deseaba expresar, se preguntó si esos sermones que acostumbraba a darle podrían ser considerados como pláticas.

-No.

-Lo suponía – él aumentó su sonrisa dibujando esos hoyuelos que le daban un aire infantil a su rostro – Nos casaremos en un mes – dijo tras una breve pausa. Ella sintió desfallecerse en ese preciso momento, sintió que una maldición cayó sobre de ella, fue peor aún que si la hubiesen condenado a pena de muerte, su piel se tornó pálida, sus latidos junto con su respiración se detuvieron, su boca quedó literalmente abierta y esos deseos de salir huyendo de él incrementaron. Desesperación y perdición eran las palabras correctas para describir su estado.

-¿En un mes? – dijo sin recuperarse aún. Sus ojos aún permanecían desorbitados y sus piernas junto con todo su cuerpo temblaban y lo peor era que no sabía si era a causa del terror o de la impotencia.

-Así es – en verdad ______ se preguntaba si él era tan torpe como para no percibir su turbante estado o simplemente lo pasaba en alto – Dentro de dos días habrá una fiesta para anunciarlo, tu madre ya se encargó de enviar las invitaciones – él decía emocionado mientras ella ya se había hundido en sus pensamientos dejando de escuchar sus insensatas palabras. 

Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora