Capítulo 47

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________ Ransome golpeteaba nerviosa sus dedos contra el escritorio de su madre, seguía rebuscando en su cabeza el siguiente paso a su venganza, hasta el momento todo parecía ir sobre ruedas pero no podía dejar atrás el temor de errar y, agregado a ello, la boda de su amante se aproximaba y no creía ser capaz de poder dominar la situación.

Resolló y alejó los documentos que mantenía frente a ella y en los que había trabajado con insistencia los últimos días, aquellos de los que dependía el futuro de los hoteles Ransome. Dejo caer su cabeza con pesadez sobre el respaldo del oscuro sillón de piel sobre el que reposaba y masajeó sus sienes. Estaba harta, necesitaba concluir ya con ello, anhelaba con ansiedad hacer pagar cada culpa, le urgía liberarse ya de esa mala etapa y después ceder su destino a los favores del tiempo.

Cerró sus ojos deseando que una pista del siguiente paso le fuese otorgada por los dioses, entonces surgió, aquella imagen de su pasado que reavivó toda esperanza. Su sed sería saciada, y de la mejor forma.

Dirigió sus ansiosas manos a un cajón rogando aún encontrar en el interior lo que necesitaba, lo abrió con cierta brusquedad y removió el interior sin otorgarle importancia a los fragmentos de papel que antes habían conformado la invitación a aquella boda que ambicionaba impedir, finalmente sonrió al encontrar su objetivo. Extrajo del interior un pequeño y gordo libro forrado en cuero, limpió la fina capa de polvo y lo abrió rebuscando con su rápida mirada las letras cursivas en tinta rosada que daban a conocer una enorme lista de números telefónicos antecedidos por los nombres de sus propietarios, no había visto aquel directorio, que con esmero había hecho cuando tenía apenas ocho años, desde que se lo había regalado a su madre y ella lo había abandonado en aquél cajón tras agradecerle con una pérfida sonrisa. Frunció su entrecejo, no le habría extrañado que jamás hubiese sido consultado antes, muy probablemente era ella la única que había encontrado útil aquél artefacto. Detuvo su búsqueda sintiendo una llama en su interior encenderse haciéndola casi saltar por toda la habitación. Atrajo el teléfono hacia su cuerpo y marcó los dígitos que subrayaba con no de sus dedos sobre el viejo papel del directorio, esperó.

-Corporativo Moncrieff, buenos días – la amable voz de una mujer no mayor a cuarenta años resonó por el auricular, _______ no la reconocía.

-Habla con ________ Ransome – dejo detrás toda formalidad, urgía aclarar sus intenciones.

-Señorita Ransome – la mujer se turbó, ______ no se sorprendió – el señor Moncrieff... - vacilaba, ______ lo sabía.

-Comunícamelo, ahora – sentenció antes de poder escuchar alguna excusa.

-Señorita Ransome, el señor Moncrieff no está disponible ahora.

-Bien, entonces quiero una cita con él, urgente – enfatizó su última palabra.

-Primero tengo que consultarlo con su agenda y... - ¡joder! comenzaba a desesperarse.

-Quiero esa cita hoy mismo – dijo entre dientes – ¿lo comprendes? El señor Moncrieff no se molestará en hacerme un espacio en su apretada agenda, en cambio sí se molestará si no haces lo que te pido.

-De acuerdo, señorita Ransome - ______ sonrió ante la anuencia de la mujer - ¿Está bien hoy a mediodía?

-Ahí estaré – colgó el teléfono y depositó el directorio nuevamente en aquél abandonado rincón en el que seguramente permanecería otra eternidad, giró su ansiosa mirada al reloj que colgaba en la pared detrás de ella, eran las 10:30 de la mañana, tenía que apresurarse si quería llegar puntual a su cita.

Se levantó de su asiento de un brinco y se dispuso a salir, improvistamente sus planes se frustraron, no contaba con que antes de poder hacer cualquier cosa su marido irrumpiría en sus planes al abrir la puerta del despacho.

Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora