Ivy Ransome comenzó a recorrer los largos pasillos del tren, pudo visualizar por una ventanilla que el clima no había mejorado, todo lo contrario, comenzaban a caer delicados copos de nieve, suspiró. Odiaba el invierno y todo lo que traía consigo: Navidad y Año Nuevo, fiestas que resultaban una tortura para ella al pasarlas la mayoría de las veces sola o únicamente en compañía de su prometido y la familia de éste, jamás con su madre después del divorcio y lógico que su padre menos, de hecho no lo había visto desde hace tanto... incluso ya comenzaba a olvidar su apariencia. Por lo menos ahora agradecía que ya estuviese en enero y todas aquellas fiestas decembrinas habían terminado.
Cuando visualizó a la edecán, que le había asignado aquel compartimiento, de lejos; recordó que ella estaba furiosa antes de caer en sus pensamientos. Nuevamente la ira la invadió y gritó furiosa a ella sin siquiera contenerse.
–Tú – llegó ella ante la, ahora, nerviosa edecán señalándola como si le estuviese dictando una condena perpetua a un criminal.
–Señorita Ransome – la edecán comenzó a temblar inconscientemente, sabía de buenas fuentes que hacer enojar a la heredera de la fortuna Ransome sería un despido seguro y no sólo eso, además sería casi imposible conseguir trabajo nuevamente, qué si no lo hubiera visto ya con sus propios ojos con desafortunados novatos que habían tenido la mala suerte de encontrarse con la señorita bipolar. Y bueno ahora que se enfrentaba a la caprichosa millonaria realmente deseaba estar en cualquier otro lado a excepción, claro, de ahí, todo era mejor que estar ahí.
–Exijo me cambies de compartimiento - Ivy igualmente temblaba, pero su motivo no era el mismo que la empleada, no, ella temblaba a causa de la rabia que invadía su ser.
–Pero señorita Ransome...- la edecán cometió un grave error al pronunciar un <<pero>> ante una petición de la socialité postrada ante ella.
–¿Qué has dicho? - Ivy interrumpió con un grito que le erizó la piel a la pobre muchacha - ¿Acaso mis oídos me engañan? – se preguntó a sí misma una vez más sobreactuando - ¡No! – le lanzó una mirada asesina a la edecán – Osaste contradecirme, debería reportarte ahora mismo – se detuvo a respirar, esta vez no deseaba arruinar la vida de alguien más - sin embargo eres afortunada, no tengo ánimos siquiera de hacerlo, por lo que te voy a dar una oportunidad, escúchame bien – tomó a la muchachilla de su muñeca y presionó - para la próxima estación, no sé qué hagas y ni me interesa pero quiero que me saques de ese compartimiento, ¿entendido?
–Sí, señorita – dijo sumisa la empleada agradeciendo a todos los santos que conocía que la millonaria se hubiese sentido bondadosa y se hubiese apiadado de ella, ahora su único objetivo era cumplir sus caprichos.
Ivy regresó nuevamente con paso presuroso a su compartimiento, después de todo no tenía otro lugar mejor a cuál ir, honestamente no tenía los ánimos suficientes como para ir al bar del tren y mucho menos a la cafetería, prefería arroparse en su asiento y dormir hasta ser cambiada de compartimiento, pero la presencia de Adler Wells en su compartimiento simplemente era inaudita.
Respiró profundamente antes de introducirse nuevamente a la <<boca del lobo>> donde seguramente él estaría mofándose de ella, se detuvo por unos instantes dudando en si sería algo inteligente entrar nuevamente o no. Y finalmente lo hizo. Abrió la puerta corrediza y dio unos pasos sintiéndose por vez primera insegura, un motivo más para odiar al heredero de los hoteles Wells.
Sí, acababa de recordar que él, además de ser su rival en las carreras de autos, también lo era en cuanto al mercado turístico, la cadena hotelera Wells era la competencia directa a los hoteles Ransome y ahora que sus recuerdos comenzaban a surgir nuevamente en su mente se dibujo aquella escena en donde su madre le había explicado el motivo de su estrés este último año, Adler Wells había decidido comprometerse con Scarlett Stanbury, fuerte accionista de los hoteles Wells y además sobrina del secretario de turismo de la unión europea, algo sumamente conveniente para la cadena Wells . Su madre le había aclarado las cosas, si ese matrimonio se llevará a cabo sería la absoluta derrota a los hoteles Ransome, definitivamente los desbancarían del puesto del hotel más reconocido a nivel mundial para tomar el segundo, lugar en el que actualmente se posaban los Wells.Se frustró simplemente de pensar en que había incontables motivos para odiar a aquél hombre, más que a ningún ser sobre la faz de la tierra.
–Entonces volviste – su masculina voz la hizo regresar a su compartimiento dejando atrás sus pensamientos.
Ella decidió entonces simplemente ignorarlo, ni siquiera tuvo la delicadeza de mirarlo, clavó su mirada en la ventana y se sentó inmediatamente en su asiento, intentando no separar su mirada del exterior, el clima había empeorado aún más, ya había una tormenta de nieve. Maldijo mentalmente al clima y a su acompañante y se levantó para buscar una manta en el compartimiento, tuvo que darse por vencida pues ahí no había otra manta aparte de la de Wells, la tomó y volvió a reposar sobre su asiento, cubriéndose del insoportable frío, claro, sin despegar su mirada de la tormenta de nieve, aún cuando la tentación de mirar a la perfección personificada frente a ella era mayor. Escuchó una carcajada y frunció su entrecejo, ese hombre le repudiaba. Lo abominaba.
-Podría enseñarte una mejor manera de calentarte – se sobresaltó en cuanto se dio cuenta que Wells estaba sentado junto a ella, muy cerca, al grado de poder sentir su aliento sobre su cuello, y se erizó su piel al encontrarle el sentido a sus palabras. Él, tan cínico, intentaba seducirla.
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Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
ChickLitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.