Capítulo 63

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Caminaba por entre la gente aborreciéndola por disfrutar de aquel momento que ella consideraba, quizá, el peor de toda su vida. No se había molestado siquiera en ocultarlo y no había cesado de maldecir a todo cuanto se le pusiese por enfrente.


Estaba desesperada, su mirada no se había alejado ni por un instante del coche rojo con blanco en el que sabía estaba el padre de su hijo. Y no había dejado de alterarse con cada movimiento que éste hacía. Era como si con cada arrancón o con cada derrape sintiese su alma salir de su cuerpo robándole hasta el último aliento.

¡Joder! Ella no podía seguir así, no podía soportar ver más al dueño de todo cuánto pudiese sentir acomplejarse en aquella pista luchando por su propia vida y dejándose rendir tan fácil, no sin antes espetarle todo lo que hasta ahora había callado.

Las exclamaciones de los cada vez más emocionados presentes aumentaban conforme algunos automóviles salían de la pista tras sufrir un aparatoso accidente dentro de los cuales muchos heridos de gravedad habían salido ya.
Quedaban ya tres dentro de la arena y el coche del que ella no había separado su atención no parecía estar en un buen estado ya, tenía ya fuertes golpes y muchas piezas perdidas y ella no quería imaginar el estado en el que se encontraría el imbécil al que tanto adoraba. Y, como si eso no hubiese sido suficiente, aquel mismo al que tanto odiaba, había empezado una clase de riña con otro corredor que muy dispuesto se mostraba a liquidarlo.

Era suficiente. En un impulso, ella dirigió sus pasos a los coches de exhibición que reposaban olvidados por los espectadores a un lado de la pista, tenía un plan en mente.  

  Y es que cuando el corazón conoce por primera vez aquello que todos llaman amor, simplemente dejas de ser tú y le das paso libre a ese 'yo' estúpido que todos llevamos dentro.

Sintió el suave ronroneo del motor penetrarse por sus oídos y por sus poros. Aquella adrenalina que sólo surgía dentro de un coche la comenzó a invadir. Su pulsó se aceleró y ella advirtió cuánto había extrañado montar un coche como aquél. Llevó sus manos al volante tras haberse colocado el casco y el resto del traje que acompañaba a aquella exposición de la que había hurtado aquél Ferrari negro que montaba. Resopló y aceleró.

Los murmullos se había convertido pronto en un terrible alboroto sobre la pista y de repente la atención se había enfocado en aquel auto intruso que muy interesado se mostraba en atacar a Justin Hooper, el mismo corredor que había estado colisionando en contra de Michael Clifford en repetidas ocasiones.

Así mismo, Drake Brust, el tercer corredor que se conservaba aún en la pista había salido tras una fatal distracción causa de aquel Ferrari que parecía conocer a la perfección aquella pista. Restaban tres coches en la pista y de ello habría un solo ganador, el premio... su vida.

______ refunfuñaba, buscaba con desesperación alguna forma de implorarle al culpable de todo aquello se detuviese, sin embargo él parecía mostrarse ajeno a que ella había entrado a la pista.

Y entonces sucedió, el coche de su hombre se detuvo como consecuencia de un fallo técnica. _______ advirtió que él estaba indefenso ya, podría decir que era el momento propicio para aquello que él pretendía hacer, de hecho, era como si hubiese sido a propósito, como si él mismo lo hubiese planeado. ¡Joder! ¿A quién quería engañar? Él mismo había detenido su marcha para finalmente dejar su destino a manos de ella y de Hooper. Y, al parecer, el corredor que muy resentido parecía por siempre obtener el tercer lugar en todas las carreras en las que habían participado juntos, no parecía dar señales de piedad; contrario a ello, el corredor italiano había ya acelerado en contra del coche rojo.

-¡Mierda! - golpeó su volante, aquello no podía pasar, sin pensarlo, Ransome aceleró también su coche en contra de Hooper.

Un silencio reinó por un instante en aquella pista. Los espectadores habían cesado sus vítores y festejos ante el desconcierto que aquel desconocido coche había evocado con su presencia y más aún por lo que acababa de hacer.

Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora