–Ah, Adler – dijo ella con la voz entrecortada, sentía que estaba a punto de explotar.
–¿Promete portarse bien, señorita Ransome? – dijo en su interior.
–S-sí – dijo con gran esfuerzo.
Sin embargo, él no paró, disfrutaba realmente de ella, cada movimiento, no tenía que embestirla siquiera para también gozar.
–Adler – no podía soportar más, era un magnífico martirio.
–Dime ahora ¿quién es el malo? – introdujo aún más su lengua, la hundió hasta donde pudo, ella dio un grito.
-¡Me corro! Me corro, animal – él no pudo evitar reírse ante el insulto de ella - ¡Me corro!
–No pararé hasta que lo hagas, hermosa – y ahora él verdaderamente deseó que eso ocurriese, anhelaba saborearla completamente. Sin más, ella no pudo seguir conteniendo todas esas descargas que la estaban perturbando y estalló, todos los fluidos fueron descargados y Adler Wells no dudó ni un instante en beberlos completamente. Terminó de limpiarla completamente. – Eres exquisita, Ivy - ella intentó recuperar su respiración, su pulso más acelerado no podía estar. Y cuando él regresó a sus labios para compartir el sabor de su excitación sintió desfallecerse.
–Eres el paraíso en persona – ella dijo mucho tiempo después, cuando por fin pudo recuperarse un poco. Provocó una hermosa sonrisa en él en cuanto le hizo recordar lo que momentos antes había pensado de ella, exactamente lo mismo: el paraíso personificado.
–¿Quieres que paremos tu lección? – él le dijo en un tono que sabía irresistible.
-¡No! – dijo desesperada ella , ante lo que inmediatamente recapacitó, le había demostrado debilidad a ese hombre, grave error... inmediatamente abrió nuevamente sus labios para corregir lo dicho, sin embargo no le fue posible, él casi de inmediato volvió a besarla salvajemente y bueno, ella no necesariamente puso la resistencia que deseaba.
Se sintió tonta, no le agradaba en lo más mínimo que él estuviese ganando, eso ya era personal, ya había dejado de ser un juego desde hace mucho, recapacitó... eso nunca había sido un juego, más bien había sido una lucha, una imparable lucha por demostrar cada uno su superioridad... pero, ¿cómo demostrarlo? Sí ambos eran exactamente lo mismo, él era ella en hombre, y ella era él en mujer.
Ella quiso recuperar su opresión sobre de él, y cuando se sintió con fuerzas suficientes para hacerlo, como pudo se incorporó y quedó encima de él, bajó sus manos a su miembro y retomó el masaje interrumpido. Sólo que esta vez se aburrió de inmediato de la ropa e hizo lo necesario para retomar el interés, desabrochó el cinturón y el botón de su pantalón, bajó la bragueta y finalmente liberó eso que ya deseaba desde que esa lucha había empezado. Cabe mencionar que ella nunca había visto uno tan grande, ni siquiera en sus más anhelados amantes. Quedó pasmada en un principio, dudó mucho que ese juego pudiera continuar una vez que él decidiera embestirla, simplemente no entraría.
–¿Ocurre algo? – él sabía el motivo de la repentina sorpresa de ella, sin embargo quería escucharlo de sus propios labios.
–Nada – quiso disimular – Bueno... – recapacitó, tenía que decírselo – es que, creo que es exageradamente grande – él sonrió.
–Tranquila, no te haré ningún daño – se reclinó para darle un beso en su frente. ¡Joder! ¿Qué diablos le pasaba con ella? No eran para nada normales en él esos arranques de ternura.
Ella, aún preocupada retomó su tarea, terminó por retirar esos estorbosos pantalones junto con los bóxers y finalmente se sintió satisfecha de poder acariciar lo que más de la mitad de las señoritas europeas anhelaban dentro de sus entrepiernas.
Ahora, por lo menos comprendía por qué tanto alboroto con ese hombre. Sacudió delicadamente su cabeza exigiendo su completa atención en aquello que sostenía en sus manos, dudó por un momento en si introducirlo por sus labios sería lo más prudente y es que no quería hacerlo crecer más, estaba segura que si aumentaba un milímetro más, esa monstruosidad estallaría... y no quería ser la culpable de ello, después sería la mujer más repudiada en toda Europa. No obstante, su deseo de control la obligó a hacerlo, quería ahora verlo plañir con cada movimiento que ella hiciera, así que sin más lo introdujo lo más que pudo a su boca, comenzó por lamer, saborear... mordisquear. Así fue hasta que él no pudo más, estando a punto de correrse también, no le agradaba en lo más mínimo la idea de que ella estuviese ganando y además se lo restregara con esa maléfica pero sensual sonrisa. Así que con sumo esfuerzo, conteniendo sus fluidos, la tomó por las caderas, la subió a su altura y sentándola en su regazo la embistió. Algo que ella no esperaba y por dicha razón pegó un grito. Él, más prudente en cambio, recordando el peligro que corrían de ser descubiertos, la hizo acallar con apasionados besos. Maldijo que ella fuese tan estrecha, realmente era peligrosamente excitante esa mujer, simplemente ya la consideraba su perdición.
Y ahora era él el arrepentido. Pues ella en cuanto se recuperó del dolor de aquella bestial penetración y ahora que lo disfrutaba, comenzó a mover sus caderas como una perturbada poseída.
Fue un peligroso pero sumamente excitante baile el que ellos dieron. Llegaron, ambos, a lo que nunca habían imaginado. Ella con su estrecha vagina y él con su enorme pene, simplemente un desastrosamente apasionado encuentro. No hubo necesidad de palabras, los simples gemidos ahogados en sus labios bastaban gracias a los besos.
Ninguno de los dos quería que ese momento acabase, sin embargo, en cuanto ambos llegaron al clímax, juntos, cayeron rendidos al frágil mundo de los sueños. Abrazados, bañados de sudor, acalorados, dormidos, aún y con una sonrisa llena de satisfacción terminaron ese acto que seguramente ninguno de los dos olvidaría por el resto de sus vidas. Sin mencionar que él continuó dentro de ella por el resto de la noche.
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Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
ChickLitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.