Capitulo 31

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Apenas escuchó su respuesta se levantó para salir casi corriendo de ahí. Se dirigió directamente a su habitación rogando para que su madre no la buscase por el resto del día. Para asegurarse de ello cerró su puerta con seguro y se recostó sobre su cama, ahora menos que nunca estaba dispuesta a escuchar su irritante voz en un eterno regaño. Se reprochó lo que había hecho durante todo ese día y prefirió mejor no recordar más, estaba peor que lastimada, engañada y atrapada.
Tomó una almohada y la abrazó, esta vez no pudo contener su llanto. Lo dejo fluir para aliviar un poco su dolor. Inevitablemente se vinieron recuerdos de su infancia a su mente al verse en ese estado en el que no había caído hasta ahora. Recordó una discusión más de sus padres, cuando se gritaban de nuevo reprochándose sus defectos. Mientras que ella lloraba desconsolada en una esquina observándolo todo sin siquiera ser tomada en cuenta más que para sus reproches. Se sobresaltó cuando escuchó un timbre sonar, miró a su alrededor aún desconcertada sin poder abandonar del todo sus dolorosos recuerdos. El timbre volvió a sonar y ella cayó en cuanta que era el teléfono el que la había regresado a sus más recientes penas. Se levantó limpiando sus lágrimas y alzó la bocina.

-¿Hola? – maldijo en su interior al escuchar su débil tono de voz.

-________ - su pulso se aceleró - ¿qué ocurre?

-¿En dónde demonios te has metido, imbécil? – estalló nuevamente en llanto sintiéndose impotente.

-_________ estaba en Iles d'Hyeres, en Francia, esa mujer que conocí el día de tu victoria me propuso salir a una playa y bueno, acepté, acabo de llegar a mi departamento y me encontré con tu nota, pensé que estarías por más tiempo aquí.

-¡Joder, Chris! Me caso en una semana y tú con una de tus estúpidas mujerzuelas – no pudo evitar gritar, estaba al borde del abismo.

-¿¡Qué!? – dijo casi ahogándose con el vodka que bebía.

-Sí, exactamente en una semana. Intenté llamarte antes, pero no contestabas y yo, no pude evitarlo, mis malditos impulsos me llevaron a esto y creo que ya no puedo salir.

-______, escúchame, debes encontrar una forma de huir…

-¡No! – claro que quería huir, pero si lo hacía corría un riesgo aún peor que llevaba por apellido Clifford– Yo… no puedo – profundizó aún más su llanto.

-¿Te has vuelto loca? ¿Qué te ha llevado a cometer esa grandísima estupidez, _______? - <<Michael Clifford>> estuvo a punto de decir, pero comprendió que no era lo ideal, no quería admitirlo y menos ante su tío.

-Necesito tu ayuda – sin más colgó sabiendo que no aguantaría más con aquella situación.

Salió desconsolada a su balcón a tomar un poco de aire, quería aclarar sus ideas, le urgía. Sintió la suave brizna de la noche y cerró sus ojos tras mirar a aquella luna que había sido testigo de sus más grandes pecados. Deseó desaparecer de ahí.

________ despertó obligada por los rayos solares que se colaron por su ventanal y llegaron hasta su rostro interrumpiendo sus peores pesadillas en las que por supuesto se incluían a su prometido y a su madre y peor aún a Michael Clifford Se llevó una almohada a su rostro para así cubrirse y seguir con su descanso, después de todo eran ya varios días sin dormir, de tan sólo imaginarse su aspecto sintió como su piel se erizó. Refunfuñó al visualizarse no mejor a un zombie.
Cerró de nueva cuenta sus irritados ojos y sonrió por primera vez en toda la semana. Comenzaba a caer de nuevo en los reconfortantes brazos de Morfeo cuando el timbre de su nuevo móvil haciéndola casi gritar del susto. Arrojó la almohada rindiéndose, sabiendo que no lograría volver a su cama en lo que le quedaba de su jodido día. Se levantó por completo desganada y aún algo cegada por su incontenible somnolencia se dirigió a su móvil guiada por el agudo timbre que emitía no sin tropezar un par de veces antes de llegar a él.

-¿Hola? – bostezó.

-¿Cómo amaneciste, preciosa? - ¡maldición! Estuvo a punto de colgar y arrojar de nueva cuenta el aparato para ser el segundo que rompía, cada mañana de esa semana había sido exactamente igual, su maldito prometido tenía que importunar sus sueños cuando apenas comenzaba a tenerlos después de una cruda noche llena de lloriqueos e incluso estúpidos planes para zafarse de su embrollo.

-Bien – dijo colérica.

-¿Comienzas a prepararte ya? – frunció su ceño, no comprendió aún el significado de sus palabras. Vaciló y tomó deprisa su agenda que descansaba justo a un costado de su cama, en un pequeño mueble. Hojeó torpemente hasta encontrar ese día. Inconscientemente temblaba y sudaba en frío mientras rogaba que sus sospechas no fuesen ciertas. Sintió desvanecerse cuando vio marcada la fecha como el peor día de su vida junto con desgarradores pero infantiles dibujillos. Maldijo para sus adentros y se preguntó cómo es que había pasado tan rápido su corto tiempo de libertad.

-Ya – dijo incrédula aún intentando desengañarse inútilmente en su mente – Ansío que llegué el atardecer - ¡por todos los cielos! ¿Cómo poder detener el tiempo?

-Igual que yo – dijo animado – Te dejo, no quiero interrumpirte más, te amo – escuchó el ruido que emitió su boca al simular un beso y se sintió hostigada.

-Te amo – colgó casi de inmediato para después apagar su móvil, claro que no quería ser molestada de nuevo con estúpidas felicitaciones que seguramente no tardarían en comenzar.

Resopló sintiéndose aún peor que en su más terrible resaca. Decidió regresar a su cama, no a dormir, por supuesto que en unos momentos más llegaría su madre y si la encontraba aún durmiendo seguro no pararía de aprenderla hasta que llegase la hora de la boda. Fue sólo a sentarse en la orilla de su cama para disminuir el dolor de cabeza que la invadía sumándose a su martirio, clavó su mirada en el suelo y reflexionó. Aún permanecía atónita, hace apenas una sola semana había hecho la peor decisión de su vida, pero hasta ahora nada había sido del todo cierto hasta esos momentos, esta vez era definitivo, ni siquiera tendría la oportunidad de discutir el plan perfecto con su tío Chris.
Blasfemó al sentirse impotente, una semana habían buscado sin éxito una escapatoria, su tío había viajado desde Mónaco hasta Madrid en un tiempo record apenas se había enterado de que se casaba, sólo para ir a ayudarla y hasta la fecha no tenían nada, habían discutido horas enteras después de que ella salía de sus ataques de llanto, ella le había contado absolutamente todo omitiendo claro todo lo que tenía que ver con Michael Clifford, había tenido que inventar una buena excusa para su estúpido comportamiento que la había llevado a cometer ese grave error, había casi quemado sus cerebros pero nada brillante había salido de ellos, incluso siendo unos maestros en el arte de escapes y planes maléficos, parecía que todo el universo había conspirado en su contra negándoles la más remota oportunidad de hacer algo para evitar esa maldita unión a la que _____ peligraba. Un escape sería, quizá para todos, la mejor solución pero tras reflexionarlo bien, ______ había encontrado más de mil formas de descartarlo, y la principal además de su temor a toparse de nuevo con Michael Clifford era que su madre era inteligente y ya le había otorgado desde aquella detestable noche un guardaespaldas que más bien se asemejaba a un celador, prácticamente cualquier estornudo que ella diese, su madre se enteraría incluso de quién le había limpiado su nariz.
Se sintió asfixiada, en esos precisos momentos ese gorila contratado debería estar afuera de su habitación haciendo guardia como siempre, era tan frustrante e incómodo que incluso para Chris resultaba difícil estar un momento a solas con ella, bueno en especial a él se le había dificultado esa tarea, como ya había dicho su madre la conocía a la perfección al igual que a su hermano y para nada confiaba en ninguno de los dos. Era por eso también que no habían hablado mucho del asunto. Desde que Chris había llegado de Mónaco su madre se había encargado de mantenerlos la mayor parte del tiempo separados, le había asignado a su tío unas tareas lo suficientemente difíciles como para mantenerlo la mayor parte del día fuera de la mansión y a _______ la había tenido rodeada de empleados que no se cansaban de preguntarle hasta los detalles más insignificantes, cosas ridículas, claro, elegir si los manteles sería color perla u ocre, si los arreglos llevaría rosas o tulipanes, si los cubiertos sería plateados o plateados con detalles dorados… ¡estaba a punto de estallar!
-______, cariño, ¿por qué no has comenzado ya a arreglarte, nena? - ______ dio un respingo al notar hasta ese momento la presencia de su madre, se cuestionó cuánto tiempo llevaría ahí viéndola en silencio y esperó que no mucho.

-Madre – hizo una pausa, hasta entonces digirió las cariñosas palabras de Victoria Ransome, se giró confundida hacia la enternecida mujer que se cernía ante ella y frunció su entrecejo vacilante.

-¿Qué pasa, cielo? – hizo ademán de acariciar sus mejillas pero _____ no estaba para nada acostumbrada a ello, cada que su madre dirigía sus manos hacia su rostro eran quizá para bofetearla o jalar hipócritamente sus mejillas lastimándola, fue por eso que esquivó su tacto asustada.

-Nada – ¡demonios! De tan solo haber sabido que para recibir ese afecto por parte de su madre que tanto tiempo atrás le había hecho falta, incluso ahora, tenía que aceptar casarse con un fantoche lo hubiese hecho muchos años atrás.

-Mira lo que te he traído, te encantará – su madre le entregó una pequeña caja blanca con un suave moño de listón rosado, _______ oscilante la tomó entre sus manos – Ábrelo – sonrió. _______ sin poder ocultar su frustración obedeció a su madre, desenlazó el delicado listón, retiró la tapa de la caja y se encontró con un exuberante collar de perlas que recordaba haberlo visto una sola vez en su vida, justo después del divorcio de sus padres, cuando su madre lo lucía esplendorosa en juego a un atrevido vestido de noche rojo, esa noche había hablado con ella acerca de lo inútiles que eran los hombres y no había parado de decir blasfemias de esa cosa ficciosa que todos llamaban amor, había roto por supuesto todas sus ilusiones de que algún día un príncipe encantado llegaría por ella en un corcel para llevársela a vivir a su castillo y compartir la felicidad eterna, después había salido el resto de la noche con un atractivo joven diez años menor a ella. ¡Ja! ¡Vaya ironía! Justo después de todo ello, su madre había hecho planes con ella y con Ashton Irwin, teniendo unos escasos doce años.

-Madre – dijo con un nudo en la garganta dudando su procedencia, si realmente se trataba por el detalle que su madre estaba teniendo con ella al regalarle su más preciada joya o si había surgido al recordar sus infantiles y rotas ilusiones.

-Se verá hermoso en tu garganta y a juego con tu vestido – observó como su madre contenía su llanto emocionada, quizá estaba en el mejor de sus sueños, ¡su madre amándola! – Te lo pondré – sin más, recogió suavemente su cabello y le colocó el frío collar para después conducirla al espejo de cuerpo completo junto al que reposaba el precioso vestido blanco en un maniquí. Maldijo en su interior al solo posar su mirada sobre un recordatorio de lo que le esperaba ese día, como si no bastará con todo lo que había sufrido a lo largo de la semana las noches enteras, ahora ese objeto había venido a romper por completo su autonomía pasando a ser un símbolo de su próximo cautiverio – Imagínalo, tú llegando al lado de Ashton para finalmente unir sus vidas, será maravilloso – se lo imaginó y claro que era perturbador.

-Sí, grandioso – dijo en absoluto animada, ni siquiera se molestó en simular un poco de emoción, total, su destino ya estaba escrito y absolutamente nada podría ayudarla a escapar de él.

-Bueno, nena. En cinco minutos más llegará el personal que se encargará de arreglarte, yo estaré en mi habitación, también contraté gente para mí – le lanzó una sonrisa – Nos vemos en la tarde – le dio un par de besos en sus mejillas como acostumbraba saludar a sus amigas que eran exactamente igual a ella y comenzó a alejarse de ella, _______ automáticamente limpió con sus manos sus mejillas no pudiendo disimular su desagrado. De repente siguió un impulso.

-Mamá – su madre detuvo su andar y se giró hacia ella, _______ se llenó de pánico.

-¿Si? – ladeó su cabeza sonriente.

-Me preguntaba si… - ¡maldición! ¿Qué demonios estaba haciendo? Quiso cerrar sus labios para siempre, hacerlos parar – ¿Mi padre estará presente? ¿Me entregará en el altar? - ¡diablos! De inmediato notó cómo su madre comenzaba a tomar un color rosado en su rostro invadida de una incontenible ira. Victoria Ransome comenzaba a flaquear, sus ojos estaban salidos de órbita, sus manos se habían cerrado en apretados puños, no se sorprendería en absoluto si comenzaba a emanar sangre de ambos, su respiración estaba entrecortada, sus piernas temblaban y su hermoso rostro de repente se había deformado a una máscara de completa perversidad. ________ tragó con dificultad pero se mantuvo firme ante sus preguntas, después de todo tenía el derecho de saber algo de su padre aparte de lo que leía en las revistas en las que ella continuamente era criticada.
-Te he dicho ya que él decidió salir de nuestras vidas para siempre – dijo con su garganta carraspeada.

-Mamá - <<¡cállate ya!>> le gritaba su razón, pero ella seguía con pie firme sobre sus interrogativas – Necesito de mi padre, es la ilusión de toda chica por lo menos ser entregada en el altar por su padre – al igual que casarse con el hombre de sus sueños, recibir amor por parte de su padre y madre, experimentar las sensaciones del amor, ser feliz… todas esas eran las ilusiones de una señorita y ninguna de ellas se había cumplido con ________.

-Puedes pedirle a Chris que te entregue si no quieres que yo lo haga – dijo cortante a punto de salir tras lanzarle una punzante mirada.

-Mamá – Victoria detuvo su andar pero no volvió a darle la cara a su hija – Por favor – dijo casi suplicante – es mi boda.

-Yo no lo haré, y espero tú no me amargues la tarde, _______ - sin más salió con paso presuroso de ahí, azotando su puerta.

Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora