Y sí, aquel mismo hombre culpable de todas mis desgracias, aquel mismo que me hizo derramar un interminable río de amargas lágrimas, aquél mismo que con un simple gesto fácil me había desconcertado, ese mismo al que odié como nunca lo había hecho, ese mismo animal, él, Michael Clifford... me enamoró.
La mañana estaba siendo cálida, el cielo pintaba en su inmensidad aquél azul cobalto que hacía una armoniosa combinación con las suaves nubecillas que simulaban la espuma que las olas del mar cargaban consigo, el canto de algunas aves paseantes se acoplaba a la perfección con aquella escena pasando a ser la exacta música de fondo y los diurnos rayos solares bañaban con sus abrazantes destellos los sonrientes rostros de aquella enamorada pareja.
Había sido perfecto, todo. Y había valido la pena hasta el momento más terrible para, finalmente, conseguir todo aquello que habían vivido durante casi tres años compartiendo sus vidas en un feliz matrimonio y conformando una familia con el pequeño Gordon que, con el transcurso de los días y aun cuando pareciese ya algo imposible, se asemejaba más y más a su padre.
-¿Me vas a decir ya cuál es esa sorpresa que tienes preparada? - ______ Ransome pintó en su rostro aquella tierna sonrisa con las que despertaba por las mañanas atada al cuello de aquél hombre al que alguna vez había odiado con toda su alma.
-Le dije ya, señor impaciente – se incorporó recogiendo con ella la pequeña maleta en la que recién había guardado aquel traje negro con plateado que tantos recuerdos traía grabados en sus costuras – que por algo se llama sorpresa – y no pudo evitar sonreír ante el fingido puchero de su esposo.
-¿Ni siquiera una pista, hermosa? – él la sujetó por la cintura atrayéndola a su cuerpo recargado sobre uno de sus coches favoritos, aquel mismo con el que alguna vez había logrado un empate compartido con el 'lobo negro', con ella.
-No, señor – ella depositó sus rosados labios sobre los de él para beber aquel sabor al que se sabía adicta – Tendrás que esperar a la fiesta de Gordon para saberlo.
-Pero...
-No hay peros, amor – ella depositó su dedo índice sobre sus labios haciéndolo acallar.
-¿Y si intentará convencerte de otra forma? –lanzó a ella aquella mirada que sabía irresistible.
-Entonces, tal vez lo pensaría – ella reconoció mientras bajaba su mirada a su cuerpo - ¡Demonios! ¿Sabes cuánto amo verte con este traje? – ella centró sus anhelantes ojos en el traje rojo con blanco que él usaba.
-Pero creo que amas más verme sin él, ni nada encima – él sonrió mientras jugueteaba con los mechones ondulados que caían sobre su espalda apenas descubierta.
-Clifford – robó un breve beso - quiero que intentes convencerme ya.
-¿Te he dicho ya que te amo? – subió sus manos a su barbilla para sujetarla mientras jugueteaba con su lengua traviesa.
-Creo que tres veces durante el desayunó – ella sonrió sobre sus labios despidiendo su aliento que pronto se había impregnado sobre su piel.
-¡Mami! ¿Me viste correr ese coche con tío Chris? – una dulce vocecilla atrajo la atención de ambos corredores para encontrar con sus miradas a un pequeño dueño de un par de verdes ojos soñadores y de aquella característica sonrisa que _____ no podía definir a cual de ambos padres, ella o Michael, correspondía.
-Claro que sí, cielo – ella se reclinó para atraparlo entre sus brazos y elevarlo a su altura.
-Lo haces increíble, campeón – Michael despeinó con ternura su pequeña cabeza –casi como tu madre - ______ sintió sus mejillas enardecer ante la mirada de su esposo sobre de ella, casi como si de una adolescente enamorada se tratase.
ESTÁS LEYENDO
Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
Chick-LitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.