Capítulo 23

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–¿Entonces a quién?



–A nadie, excepto esta última.



–¿Y entonces para quién fue tu victoria?



–Para ti - él sonrió sinceramente a lo que ella quedó atónita, ¡joder! ¿Había oído bien?



–Claro - ella rió intentando ocultar su desconcierto.



–¿En verdad no me crees?



–En absoluto.



–¿Y por qué no? No sólo tu lobito ha quedado cautivado contigo.



–Adler, calla, ¿quieres?



–¿Acaso él nunca te ha dedicado una victoria?



–Cada una, pero ¡por Dios! ¿Tú?



–Absolutamente - se encogió de hombros despreocupado.



–Claro - ella volvió a reír.



–¿Qué tengo que hacer para que me creas?



–Quizá volver a nacer - le sonrió y bebió otro sorbo de su vino.



–Claro, debería de intentarlo - sonrió - Pero por el momento, debería limpiar tus labios - Ivy no había terminado de comprender a lo que él se refería cuando él se acercó hasta sus labios y con su lengua limpió muy suavemente las gotas de vino que habían quedado en ellos.



Ella quedó inmóvil, sintió como su respiración se entrecortó, su pulso se aceleró por completo mientras el aliento de él chocaba contra su boca. Evadió por completo su mirada sintiéndose como una patética adolescente en su primera cita. Por una parte deseó desaparecer en ese mismo momento de ahí pero por otra deseó corresponder a esa provocación. Se contuvo y alejó de su alcance su rostro, él no tuvo otra opción que regresar a su lugar. Agradeció que en ese instante un mesero llegara a entregar su ensalada evitando ese silencio incómodo que seguramente seguiría. En cuanto se alejó volvió su atención a su acompañante.



–Michael - él colocó sus brazos sobre la mesa poniendo completa atención a sus palabras - Querido, creo que has olvidado un trato que habíamos hecho.



–No lo he olvidado, es simplemente que no me agrada para nada seguirlo.



–¿Tanto trabajo te cuesta conseguir una nueva amante?



–En absoluto, simplemente que no he encontrado alguna tan interesante como tú.



–Ah, con qué es eso, te gustan los retos - él se encogió de hombros afirmándolo.



–Preciosa, seamos honestos, tanto tú como yo disfrutamos de ese viaje y ninguno de los dos lograremos volver a vernos como desconocidos.



–Sí, no niego que me agradó lo sucedido, pero...


–Y no te negarías en absoluto a volver a la cama conmigo - sonrió afirmando.



–Entonces ¿es eso? - Ella rió comprendiendo - No viniste solamente a rescatarme de ser bofeteada, viniste por una noche conmigo.



–Creo que vine para ambas cosas.



–Sí, claro. Y dime, ¿qué te hace pensar que no me negaré?



–No creo que prefieras volver a la casa de tu tío a dormir.



Señorita malcriada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora