Cuando menos lo esperó, ella sintió aquellos suaves labios recorrer lentamente su rosada mejilla y descender poco a poco en dirección a su delicado cuello. Su piel se erizaba más y más conforme el descendía. Intentó reaccionar, en verdad, o eso es lo que ella se decía a sí misma en cada intento fallido a oponerse a las caricias de aquél, su enemigo.
Lo único que su cuerpo le había permitido hacer era cerrar los ojos y permanecer completamente inmóvil, evitando incluso respirar, pero de eso estaba segura, no lo iba a detener en lo más mínimo, si no todo lo contrario.
Ella se despidió de su abrigo, en realidad él sabía cómo aumentar la temperatura de su cuerpo.
Continuó con los besos. Entonces él llegó al fin de su cuello y se detuvo a ver la reacción de ella, un centímetro más que bajara y ya estaría besando la ladera de sus pechos, sin embargo ella no hacía más que apretar con fuerza sus ojos recordándole la escena de una niña que cierra sus ojos con la esperanza de que los monstruos en su armario se esfumen. Él sintió el impulso de sonreír ante la ternura que ella le causaba, sin embargo el deseo que ella le había despertado desde el primer momento en que la había visto era mucho mayor, ahora él sólo se concentraba en su necesidad de tenerla entre sus brazos, bajo su cuerpo, inhalar su aroma a Chanel, recorrer cada centímetro de su cuerpo con su lengua y sus dedos, desnudarla completamente después de haberla admirado durante un momento en esa ropa íntima que adivinaba tan sensual gracias a las medias de liguero que ella vestía, hacerle el amor con su lengua, hacerla gemir hasta sentirla desfallecer, sentir sus carnosos labios alrededor de su miembro y por último penetrarla para después llegar al clímax juntos. Su erección aumentó. La necesitaba ya.
Ella sintió entonces sus labios cruzar la frontera entre cuello y pechos, el muy cínico no se andaba con miramientos, él simplemente hacía lo que deseaba y ya. Después de todo, qué se podía esperar de uno de los hombres más cotizados de la sociedad europea, mientras más guapos y ricos eran, más escoria se volvían.
Sin embargo, ella tampoco era una niña inocente nueva en este asunto, sus incontables amantes, que le ayudaban a olvidar esa situación de su compromiso casi forzoso con Seth, le habían enseñado esas artes en las que ya se consideraba una maestra. Y ahora que las caricias de aquél semental la habían provocado, inevitablemente había perdido el control y al igual que él, sólo deseaba que la unión de ambos cuerpos se llevara a cabo.
Además, las circunstancias le habían intensificado el fuego en su vientre, él, su enemigo irrevocable, la reciente discusión, prácticamente eran completamente desconocidos a excepción claro de que sabían lo básico de cada uno, la incomodidad del compartimiento, el hecho de poder ser atrapados en pleno acto, la inesperada situación, en esos momentos debería estar preparándose para una cena con su prometido, la enorme erección que exigía ser liberada bajo aquél elegante pantalón de vestir que lo hacía ver peligrosamente excitante, simplemente él, la perfección en persona. Gimió discretamente.
Él sonrió al escucharla.
No obstante, sorpresivamente ella sujetó su cabeza interrumpiendo los besos que estaban a punto de llegar a su pezón por encima de su blusa, con fuerza inexplicable lo empujó a su asiento, se sentó atrevidamente sobre de él, frotando su intimidad con su erección, su elección de haber utilizado falda ese día había sido la mejor elección del día, sin duda, y mucho mejor había sido acompañarla con aquellas medias de encaje que se unían a sus bragas con discretos ligueros. Se estaba volviendo loca, pero se contuvo. Cuando él comenzó a gemir, ella sonrió cínicamente, detuvo sus movimientos de caderas, tomó con ambas manos su barbilla, depositó salvajemente sus labios sobre los de él y procedió a levantarse de su regazo. Dejándolo ahí, observando cómo ella se volvía a poner su abrigo y tomaba su asiento nuevamente perdiendo su mirada en la venta completamente frustrado.
–No en esta ocasión, querido – regresó su mirada a él y sonrió burlona para levantarse dispuesta a salir del compartimiento.
ESTÁS LEYENDO
Señorita malcriada [EN EDICIÓN]
ChickLitEllos solo deseaban ganar. Ella quería ganarle a él. Y, por supuesto, él a ella. ¿Quién caerá antes en el juego del amor? ADVERTENCIA Contiene escenas sexuales explicitas.