𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟾

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Canción ideal: ʙᴇꜱᴀᴍᴇ ᴍᴜᴄʜᴏ - ʟɪꜱᴀ ᴏɴᴏ

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Canción ideal: ʙᴇꜱᴀᴍᴇ ᴍᴜᴄʜᴏ - ʟɪꜱᴀ ᴏɴᴏ

Como de costumbre, la alarma sonó a las nueve en punto y Liliana despertó de un salto ante el sonido peculiar. Miró a un lado suyo, donde Rafael seguía dormido.

—Rafa. —Con una mano en su hombro, lo sacudió—. Rafa. —Él abrió un ojo, somnoliento—. La alarma.

Rafael apagó el objeto y la volvió a abrazar.

—Vuelve a dormir.

Le hubiera gustado hacerlo, pero por la posición del sol y la hora que marcaba el reloj, sabía que era demasiado tarde. Rosa la comenzaría a buscar, tarde o temprano.

—Me tengo que ir —dijo. Se separó de él y su piel quemaba por estar abrazados toda la noche.

Él enarcó una ceja y acarició su espalda distraídamente.

—Quédate, yo hablo con doña Rosa. —Trató de convencerla.

—En serio quisiera, pero tengo qué. —Se quejó—. ¿Me dejas ir?

Liliana escondió el rostro en la curvatura de su cuello.

—Ándale, déjame ir —susurró y sonrió al escuchar su quejido.

—Está bien —contestó en resigna—, pero hoy te quiero ver ahí. Nos dejaremos de esconder.

—Sí. —Él sonrió con malicia por su respuesta.

—Usarás un vestido muy bonito. —Llenó su rostro de besos.

Ella se inclinó para besarlo un poco más. Su único pensamiento era: "Qué buena es la vida". Ese día, la suya cambiaría. Con dificultad, se separó de él y buscó su ropa para no levantar sospechas. Lo miró por última vez: las sábanas tapaban sus piernas y dejaban a la vista su pecho desnudo. Quería quedarse con él. Solo unas horas más.

Y Rafael la miró irse.

Liliana bajó las escaleras, distraída, hasta que llegó a la cocina. A pesar de la hora, tenía suerte de que el resto de las chicas estuvieran ocupadas en otras cosas. En el trayecto, tarareó la canción que escucharon la noche anterior.

—¡Niña! —gritó Rosa, enojada por no encontrarla en ninguna parte.

Se tapó con el rebozo y trató de peinar su cabello despeinado. Sin embargo, era claro que había pasado la noche ahí. Su aspecto la delataba.

—Doña Rosa, buenos días. —Trató de lucir calmada, pero las manos le temblaban al igual que la voz.

—¿Qué haces vestida así? —Reparó en su vestimenta y luego, en sus mejillas rojas y calientes de la vergüenza—. Por eso te escabullías tanto —exclamó—. ¿Por eso el patrón pasa tanto tiempo en la biblioteca? —preguntó incrédula.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora