𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷𝟷

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Canción ideal: ʜᴇᴀʟ - ᴛᴏᴍ ᴏᴅᴇʟʟ

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Canción ideal: ʜᴇᴀʟ - ᴛᴏᴍ ᴏᴅᴇʟʟ

Después de pronunciar un último sermón, el sacerdote se retiró.

—Todos somos capaces de perdonar, niña.

Liliana permaneció ahí, sentada, con la mente en blanco y la vista en un punto fijo. Martina se acercó a ella con pasos lentos y silenciosos, pero Liliana logró reconocerla. Ella miró por el rabillo de su ojo a Martina, que se persignó ante la imagen de la Virgen y de los Santos.

—¿Por qué no me diste la carta? —susurró Liliana y su voz hizo eco con el vacío del lugar.

—Solo eras una niña, Lili. —Agarró su mano fría por el miedo de ambas—. No quería verte sufrir.

—Me hiciste más daño al ocultarlo. —Ella sabía que, si no hubiera sido por esa carta, las cosas habrían sido diferentes—. Conocí a alguien —murmuró.

Guardaron silencio, permitiendo que escucharan el movimiento de las hojas y ramas de los árboles mecidos por el viento y, el canto de algunos pájaros desde sus nidos. Liliana sabía que algún día se enamoraría, pero esperaba un cuento de hadas, no una novela dramática.

—¿Te fuiste por él? —interrumpió el silencio. Necesitaba escuchar la historia.

—Sí... —Trató de encontrar las palabras perfectas para describir lo que sentía—. Creo que... lo quiero. Lo quiero mucho. Creo que me he enamorado de él.

—¿En serio? —preguntó sorprendida—. Fuertes declaraciones —bromeó un poco, pero seguía preocupada.

Ella rio de la misma manera. Tendría que irradiar felicidad después de confesar sus sentimientos hacia Rafael, sin embargo, no lo hacía.

—¿Cómo se llama? —preguntó Martina.

—Rafa... —suspiró—. Rafael Caro Quintero.

Martina dejó caer su mano y se levantó de la banca, alterada. Caminó de un lado a otro, demostrando su preocupación.

—¿Lo conoces?

Martina la miró, luego al piso y finalmente negó con la cabeza.

—¿Qué si lo conozco? —cuestionó incrédula—. ¿Quién no lo conoce? —Adoptó un tono molesto—. Es mi primo, Liliana.

—¿Tu primo? —Se levantó de la banca—. Nunca me dijiste que tenías primos.

—Y tú no me dijiste que lo conociste o que tuviste algo con él —reclamó.

Liliana frunció el ceño y Martina notó el cambio en su expresión.

—No lo sabías... —murmuró.

—No, solo me dijo su nombre. No tenía idea de que también es de aquí —rio secamente—. No me dijo nada sobre él —murmuró—. Cuéntame bien. —La jaló de la mano para que se sentara otra vez.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora