𝕻𝖔𝖉𝖊𝖗

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                                   ᴅᴇᴅɪᴄᴀᴅᴏ ᴀ: 

Canción ideal: One way or another - Blondie

Tomó con su mano el collar plateado que brillaba por el reflejo de la luz contra este y se sentía satisfecho por la gran cantidad de dinero que gastó en él. Cuando dejó de admirarlo, lo metió dentro de la caja de regalos y amarró el listón alrededor de este para que se viera de una manera elegante.

—No creo que se lo tomen bien —murmuró Sofía y acarició su espalda, no podía negar que le gustaba la textura de su piel morena. Además, le brindaba cierto placer el gran contraste entre sus tonos de piel.

—Debo ser amable —sonrió de medio lado y escribió la dedicatoria de forma rápida. Firmó con su nombre de la manera en que solía hacerlo con todas las cartas o tarjetas que enviaba.

—Si lo rechazan —se puso sobre sus rodillas y acercó su nariz a su cuello—, me quiero quedar con el collar.

—Lo que ordené la niña.

Sofía sonrió con malicia por su respuesta.

Estar con Rafael le abrió la puerta a nuevos lujos que no se imaginaba adquirir. Si de por sí ya tenía una vida bastante privilegiada en la que jamás tuvo que pagar por las consecuencias de sus actos, nunca supo lo que era sufrir de hambre y siempre estaba bajo el resguardo de sus papás. La respuesta para sus problemas era el dinero y el poder de su familia. Y Rafael era quién le cumplía con sus caprichos.

Solo decía que quería algo para que al día siguiente amaneciera con el obsequio en su puerta. Y sus papás se dieron cuenta de que se escapaba por las noches y que misteriosos regalos lujosos llegaban a la casa. Sabían que tenía a varios pretendientes detrás de ella, pero se acostumbraron a ver arreglos florales por todos lados, no joyas o tecnología de punta para la época.

Mientras desayunaban, los dos permanecían en silencio. En el tiempo que llevaban saliendo no habían sostenido algo que se le llamara conversación. Las interacciones entre ambos se limitaban a tener sexo, fumar y salir todas las noches, a perderse en algún club nocturno. El conocimiento de ellos se limitaba a sus nombres, ocupaciones y edades.

Solo eso.

El regalo estaba sobre la mesa del comedor, listo para ser entregado. Rafael mandó a llamar a Cuco con un grito, haciendo saltar a Sofía por el susto.

—Prepara la camioneta, iremos a dejar a Sofía —dijo seco y se puso sus lentes de sol para ocultar sus ojos rojos.

—Ya mismo lo hago —contestó Cuco y se marchó.

—¿Vas a ir? —preguntó confundida.

—Quiero ir a dejar el regalo en persona.

En realidad, lo que deseaba era platicar con el papá de Sofía para ver si le interesaba hacer tratos directos con él. Ella era una mujer demasiado poderosa, hija de un funcionario importante y sobrina del gobernador. No era cualquier persona y quería usar a su beneficio esa cercanía que ahora tenían.

Ella se encogió de hombros, pero eso no hizo que cierta parte de si estuviera preocupada por la reacción de sus papás. No era muy apegada a ellos y la forma en que le demostraban su cariño era con regalos o cosas materiales, lo peor que le podía pasar era que por ese lío le llegaran a quitar el dinero que siempre le daban.

Después de desayunar, los dos se encaminaron a la camioneta que los llevaría a la casa de Sofía. No vivían tan lejos, tan solo unos minutos de distancia los separaban. Rafael iba en el asiento del copiloto, con la caja de regalos entre sus manos y con la mirada pérdida en el camino.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora