𝕸𝖎𝖗𝖆𝖉𝖔𝖗

938 74 93
                                    

Canción ideal: Knock on wood - Amii Stewart

—Vamos, súbete —le pide emocionado.

La vieja moto hace un sonido que no inspira confianza, pero el afán de volverla a usarla de Rafa hace que él acelere, provocando que un poco de polvo revolotee alrededor. Fue la primera cosa que compró cuando el negocio comenzó a marchar y es por eso que le guardaba un gran cariño a esa vieja carcacha.

Le recordaba a los días en que podía vivir sin tantas preocupaciones. Y de cierta forma quería probar sus límites. Ella lo miraba de una manera indecisa, hacía años que no se subía en una moto; su papá comúnmente las utilizaba para poder vender diferentes productos y aunque parecía irónico, prefirió enseñarle a manejar una moto a que una bicicleta.

—¿O tienes miedo? —preguntó de manera desafiante, pero a la vez bromeando.

Esas palabras la provocaron y encendieron ese lado impulsivo del cual se había encargado de olvidar, esconder y enterrar a lo largo de todos esos años. No lo pensó dos veces y se subió en la parte trasera, acomodando sus piernas para no tocar el escape y que este le quemará. Sus manos rodearon su cintura, aplicando un poco de presión. Agradecía no haberse puesto vestido ni falda ese día, los pantalones no eran sus favoritos, pero el clima no favorecía a que portará ese tipo de prendas.

—Arranca —ordenó y él la volteó a ver algo sorprendido.

Rafa no esperaba que actuará de esa manera, generalmente ella era la que mantenía la cabeza fría y lo mantenía a flote. Pero no podía negar que le gustaba ese lado suyo. Analizo su rostro sobre su hombro, en particular sus ojos, los cuales transmitían un aura salvaje. Ella alzó una ceja, impaciente, al ver que no hacía nada. Él movió la cabeza varias veces, de un lado a otro, y no pudo evitar sonreír.

—Agárrate bien —dijo, para luego acelerar.

Dejan un camino de polvo atrás de ellos mientras avanzan hasta llegar a los portones. Rafa se detiene, apoyando su pierna en el suelo para evitar que ambos se caigan. Los hombres que custodiaban los miraban con curiosidad, les resultaba extraño todas las actitudes que su jefe estaba teniendo recientemente. Traer a una persona a la casa, presentarla ante todos como si fuera dueña del lugar, más las pocas palabras que soltaban algunos de sus compañeros sobre su relación, solo implicaban que dentro de esa fortaleza un cambio estaba ocurriendo.

Así que, al verlo de esa manera, considerada ya ordinaria y mundana, para alguien que estaba tan acostumbrado a los lujos, solo aumentó la tan usual curiosidad de la que ellos estaban huyendo. Rafa sabía que lo que estaba haciendo estaba saliendo de lo ordinario, pero seguía molestándole el hecho de que se atrevieran a escuchar su conversación. Prefería los días solitarios en la playa que los miles de ojos que se fijaban en cada movimiento y acción que llevaban a cabo. Solo esperaba que con el pasar de los días los dejarán en paz.

—Jefe -dijo uno de los guardias—. ¿No quiere que le llevemos en las camionetas?

—Solo abre las puertas —dijo de manera impaciente, sentía que con cada minuto que pasaba se ahogaba más. Necesitaba un momento a solas con ella, sin entrometidos.

El hombre sin rechistar hace caso a su orden, las puertas se abren ante ellos, dejando ver el amplio camino que tienen por delante antes de llegar a la ciudad. Sin decir nada, él acelera, tomando a Lili desprevenida y haciendo que se aferre a él para no salir volando.

El viento hace que su cabello revoloteé alrededor, ocasionando que algunos mechones estorben su visión y que algunos otros se le metan a la boca. De manera incómoda trata de sacarlos de su boca, pero la velocidad y el fuerte viento le impide hacer esa tarea. Además, el polvo golpea directamente a su cara y en un intento desesperado, presiona su frente contra el hombro de Rafa.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora