𝓥𝓮𝓻𝓪𝓷𝓸

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Canción ideal: Time of the season – The Zombies

—Aún podemos rechazar su oferta —dijo Liliana al hacer de su cabello una trenza, este era fácilmente uno sus atributos físicos favoritos y eso se notaba por el excesivo cuidado que le tenía.

No aplicaba productos que no fueran caseros y hacía lo mismo para con la cabeza de Iris. Siempre cargaba a todos lados su propio champú que olía a cítricos. Agarró su trenza y la llevó a su nariz para absorber el aroma. Ahora entendía el comentario de Rafael, olía demasiado bien.

Y tuvo que frotar sus brazos para calmar las reacciones involuntarias de su cuerpo.

—¿Qué dijo Iris?

—Tú sabes que ella no le diría que no —salió del baño y se sentó en la cama—. Y también sabes que a veces se me es muy difícil decirle que no. Sobre todo, en este tema, la conozco, sé cuán importante es para ella.

—Entonces, nosotros lo entendemos —sonrió un poco, a pesar de que le costaba trabajo adaptarse a la idea de Rafael.

Fue un tema tabú y casi prohibido para ella, que tardaría tiempo en acostumbrarse a su presencia, pero debía de hacerlo. No tenía otra opción.

—¿Estás segura?

—No estaré sola, creo que también el estar a solas va a permitir que mis papás y yo podamos platicar. Hace años que realmente no nos sentamos a platicar con calma. Siempre había algo que nos lo impedía.

—No olvides lo que te dije sobre conseguir ayuda, sabes que en este duelo nunca vas a estar sola. Aunque, realmente, ¿estás segura?

—Vas repitiendo tantas veces esa pregunta, que estoy llegando a pensar que no es para mí —contestó sarcástica—. Si no te sientes segura estando con Rafael, pueden quedarse conmigo en la casa. Les hacemos un espacio.

Liliana suspiró y agachó la cabeza.

—No es que me sienta insegura —jugó con sus manos—, es solo que... Tengo algo de miedo.

—¿Miedo de qué? ¿De él?

—No es ese tipo de miedo, sino uno diferente. Creo que solo lo llegué a sentir una vez hace muchos años —murmuró.

Se refería a ese miedo de aventarse al abismo y adentrarse a lo profundo de su mente. La última vez que sintió ese tipo de miedo fue antes de que decidiera irse con Rafael de regreso a Guadalajara. La decisión que cambió su vida y que, si no fuera por esta, su historia habría sido diferente.

—Bueno, si te llegas a agobiar, las puertas de mi casa estarán abiertas, solo tendrás que aguantarme el resto de la semana.

—Gracias, Tina —dijo sincera—. ¿Tú crees que ya terminó la película?

—Lo más seguro que sí, se supone que Leo los está cuidando, pero estoy segura de que se durmió —sonrió, su esposo era el primero en dormirse en todas las funciones cada vez que iban al cine.

Ambas decidieron ir a la habitación donde se quedaban María y Mateo, y con lo que se encontraron se lo recordarían por toda la vida a Leonardo: él dormido, mientras las dos niñas le hacían varias trencitas en su cabello largo.

—¿Qué tanto le haces a tu papá? —preguntó y contuvo la risa cuando espantó a los tres—. Déjenlo descansar al pobre.

—Iris ya es hora de dormir —la regañó e hizo que se despidiera de todos para que ambas se encerraran en la habitación—. Duérmete —susurró y cerró sus ojos, pero la niña volvió a abrirlos.

—¿Tú crees que mi papá me quiera? —apretó su peluche.

Liliana frunció el ceño y acarició su cabello rizado.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora