𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷𝟶

995 103 63
                                    

Canción ideal: ​ʜᴇᴀʟ - ᴛᴏᴍ ᴏᴅᴇʟʟ

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Canción ideal: ​ʜᴇᴀʟ - ᴛᴏᴍ ᴏᴅᴇʟʟ

Al llegar a Culiacán, Liliana inhaló profundamente el aíre frío. Tuvo que taparse con el rebozo para evitar que el clima calara sus huesos. Extrañaba mucho su estado; al caminar por la ciudad, sus ojos se cristalizaron.

Deseaba regresar a su hogar, pero no de esa manera. Con una carrera terminada y una casa propia, tal vez con familia, pero no de esa manera. Regresaba igual o peor que antes. Caminó hasta la parada de taxis y el único que le dio confianza fue un carro nuevo. Eran altas horas de la noche, pero era la mejor alternativa. Tampoco sabía qué tanto cambió la ciudad.

—Buenas noches —dijo el señor amable y bostezó. Estaba cansado, los dos se veían con el mismo aspecto demacrado—. ¿A dónde la llevo?

—¿Sabe de algún hotel que sea barato? —Pasaría algunas horas en la ciudad, no era buena idea derrochar el dinero en cosas innecesarias.

—En el centro hay varios, si gusta la dejo cerca del más conocido.

—Me parece perfecto, gracias.

Las solitarias calles eran iluminadas por los faroles de algunos carros y focos de los restaurantes que permanecían abiertos. El parque estaba casi vacío, a excepción de algunas familias y parejas besándose en rincones oscuros. Así como unos cuantos borrachos deambulando por las calles. Sonrió de nostalgia. Culiacán fue la única ciudad que visitó y, por ende, su favorita.

Los brazos le dolían por cargar la pesada bolsa. Necesitaba caer en una cama para descansar y dormir. El taxi la dejó frente a un hotel pintoresco. Las paredes estaban decoradas con murales de animales y flores. Además, sonaba música en una vieja radio. El sitio le inspiró confianza.

Volvió a sonreír cuando una niña vestida con ropa regional se acercó a ella. Era pequeña, de máximo siete años, pero tenía una actitud y porte dignos de admirar.

—Buenas noches —dijo la niña suavemente, y a la vez, segura.

—Buenas noches, ¿usted me va a atender? —Se cubrió la boca con una mano al ver su pose cambiar a una más estirada, como si fuese una adulta.

—Sip. ¿Qué habitación quiere? —Se acercó al mostrador y con dificultad se sentó en la alta silla.

—La más sencilla solo por esta noche.

La niña escribió como pudo en la libreta y buscó las llaves entre los cajones. Veía a sus hermanas mayores y mamá atender el negocio, y le gustaba imitarlas.

—Listo, tenga buena noche. —Le entregó las llaves y sonrió.

Liliana se rio un poco cuando notó los dos dientes frontales que le hacían falta. Moría de ternura.

—Gracias, señorita.

Los ojos de la niña brillaron. Ella tenía la creencia de que a los niños les gustaba que los trataran con seriedad, sin hacerlos ver como tontos, o al menos, así lo intuía porque le molestaba ciertos comentarios de pequeña. Como que no podía hacer cierta actividad, ya que eso era para los varones, o no podía entender algo porque era muy pequeña.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora