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Canción ideal: Something – The Beatles

La mente de Rafael le reclamaba y le gritaba que el estar ahí —parados frente a la casa que no visitaba en años— era una pésima idea. Pero no le importó, no quería escuchar a sus reclamos y mucho menos detener la bola de emociones que lo tenían al borde.

Aunque un hecho que lo motivaba a seguir era que ellos debían de estar juntos.

Estaba completamente seguro de eso.

—Como lo ensayamos —le indicó al vocalista del grupo musical.

Respiró e inhaló varias veces antes de asentir con la cabeza, es decir, una orden discreta de que debían comenzar a tocar.

Se podía decir que esa era la siesta más cómoda y larga que llevaba en años. Sus sueños estaban tranquilos y pacíficos, Liliana esperaba que después de ese encuentro estaría ansiosa y no podría dormir, pero ese no fue el caso. Aunque ese momento de paz se rompió cuando escuchó la música estruendosa que la hizo despertar de golpe.

Volteó a ver a Iris, que seguía durmiendo y eso la alivió, pero no del todo. No podía clasificar su sueño en uno ligero o profundo, dependía de que tan cansada quedó en el día. Después de levantarse, deslizó sus pies dentro de las chanclas para asomarse a la ventana que daba a la calle.

—Si nos dejan, nos vamos a querer toda la vida... —comenzó a cantar con una gran sonrisa en el rostro.

Ella quedó muda por el hecho de ver al montón de mariachis, Rafael cantando y el gran bullicio que estaban haciendo en la madrugada. Y no sabía si matarlo por su atrevimiento o derretirse por ese detalle que le gustó.

Sin embargo, desechó todo sentimiento de fascinación para ser reemplazado por preocupación. Rafael tenía que irse antes de que Iris y todos en la casa despertaran. Afortunadamente, para ella, no había logrado que nadie lo hiciera, pero tenía que ser rápida si no quería que lo hicieran.

Estaba faltando a su promesa de dejarla en paz.

—Idiota —repitió varias veces en un susurro destinado a insultar a Rafael. Se cubrió con su bata, cerró la puerta de la habitación y bajó las escaleras con prisa.

Rafael paró de cantar en el momento que vio la puerta principal abrirse y Liliana salió, mientras se tapaba con su bata por las corrientes de aire frío que hacían erizar su piel.

—¿Qué haces aquí? —preguntó en voz alta y molesta—. Vete.

—Lili, no puedo —se acercó a ella a pasos agigantados hasta quedar frente a frente—. No me puedo alejar de ti ni un solo segundo...

—Por favor, no hagas esto más difícil —susurró y mantuvo sus ojos fijos a los de él—. Lo mejor es que te vayas y ustedes también —se dirigió a los mariachis que seguían con la otra canción que Rafael les indicó.

—Lo intenté, Lili. Pero no puedo alejarme de ti.

Después de ver como Liliana se fue de la cafetería, se encerró en su camioneta y solo vio como el tiempo pasaba frente a sus ojos hasta que decidió irse del pueblo. En la salida, bajo el arco de bienvenida para la entrada de Badiraguato, se dio cuenta de que no podía rendirse. Entonces, regresó y se le ocurrió la idea de llevarle una serenata.

—Te dije que mi lugar favorito en el mundo es donde tú estés y quiero estar contigo toda mi vida —siguió hablando.

Liliana negó con la cabeza y suspiró. Estaba enojada con él por dejar que sus emociones le ganaran.

—Lo mejor es que te vayas —se adentró en la casa y Rafael la siguió—. Por favor...

Trató de empujarlo para sacarlo fuera, pero él fue más rápido y tomó sus manos con delicadeza. Ambos sentían que el tacto les brindaba esa calidez tan añorada y familiar.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora