𝕱𝖎𝖊𝖘𝖙𝖆

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Canción ideal: Aquí - Paco Castellanos

Las sábanas se enredaban entre sus piernas entrelazadas, sus pieles relucían brillosas por la luz del sol y algunas gotas de sudor por la actividad que acaban de hacer. Liliana trazaba figuras al azar en todo su pecho, acariciando cada línea que existía en su piel.

Su cabeza estaba acomodada sobre unos de sus pectorales, permitiendo que ella sintiera su piel caliente contra su mejilla, las cuales estaban rojas, al igual que todo su cuerpo, unas partes más que otras. Una sonrisa se pintó en sus labios al recordar todo lo que hicieron esos días. No existía ni un solo rincón en aquella gran casa en la que sus hubieran unido, que sus gemidos llenarán la habitación y las paredes se volvieron cómplices de todo el amor que eran capaces de darse.

Ambos tenían una sonrisa boba en el rostro y Liliana no paraba de recordar todo lo que hicieron en esos cuatro días de completa soledad, las cuales se resumían a ellos desnudos casi todo el tiempo.

No podía negar que ese siempre sería su pasatiempo favorito.


Rafael veía con lujuria como el rostro de ella era iluminado por los focos que alternaban su color, a la vez que pequeños gemidos y jadeos salían de su boca. Liliana subía y bajaba con lentitud, disfrutando como su miembro erecto expandía sus paredes y si arqueaba su espalda tocaba ese punto delicioso.

Las manos de él bajaron por toda su espalda, cintura hasta llegar a su trasero, el cual no dudo en amasar y acariciar. Le dio una nalgada y acarició en la parte afectada. Se apoyó de la cabecera del sillón para comenzar a aumentar la velocidad de sus brincos, a la par que sus gemidos se volvían más fuertes.


Estaban pasando un momento tranquilo juntos, no se les ocurría que otra cosa hacer y no tenían ganas de salir, entonces prefirieron quedarse sentados a escuchar música mientras leían algo. La biblioteca les daba una calidez y tranquilidad increíble, además que les recordaba a todas las veces que se escondían ahí para poder besarse a gusto.

—Rafa, ¿me ayudas? —preguntó, a la vez que se ponía en puntitas para intentar alcanzar un libro en uno de los estantes superiores.

Rafael se paró atrás de ella, pegando su cuerpo al suyo para alcanzar al libro que se refería, pero quiso jugar un poco con ella y ver hasta donde llegaba.

—¿Este? —apuntó a otro libro.

—No —susurró e inconscientemente hizo su trasero más hacia atrás. Era un acto de reflejo que su cuerpo había adquirido tras su cercanía.

La piel se le fue enchinando conforme sus manos recorrían sus piernas e iban subiendo su falda hasta quedarse quietas en su monte de venus. El aliento caliente que expulsaba de su boca viajaba directamente a su oído causándole cosquillas.

Pronto, se encontró sosteniéndose con fuerza del librero, mientras él abría sus nalgas para poder recorrer desde su entrada hasta más arriba.

—Sí —gritó, cuando su lengua se adentró en su cavidad y simuló embestidas.

La forma tan suave y dura en que se movía, provocaba que sus piernas flaquearan y la única forma de mantener la cordura y no dejarse ir por la marea de sensaciones que no dejaban de recorrer todo su cuerpo. Rafael no dejaba ni un solo rincón de su entrepierna, sin que fuera lamido o chupado por él. Una de sus manos se deslizó hasta su pantalón, donde ya se formaba un gran bulto por su dura erección, solo quería que ella se corriera por su lengua para clavarse en su interior.

𝘾𝘼𝙍𝘼 𝙇𝙐𝙉𝘼 | 𝕽𝖆𝖋𝖆 𝕮𝕼 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora